Una convulsión febril es una respuesta del cerebro ante la fiebre con una temperatura mayor de 38 grados, que se produce en niños de entre 6 meses a 5 años. Como se trata de un episodio que puede resultar bastante difícil para los padres, el pediatra Robert Núñez compartió una serie de recomendaciones para saber cómo actuar ante esta situación.

“En primer lugar, es importante la prevención de la fiebre. Cuando una criatura hace fiebre es necesario darle algún antifebril o bañarle para bajar la temperatura. Hay que prevenir la convulsión febril a través de un medio físico o de algún antipirético para bajar la fiebre”, puntualizó el doctor en conversación con La Nación/Nación Media.

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Las convulsiones se presentan posteriormente a un cuadro febril. El médico intensivista y neonatólogo señaló que, por lo general, se da después de 24 horas de fiebre con temperatura alta alcanzando los 39 o 40 grados. “Son episodios cortos de hasta 15 minutos aproximadamente que pasan sin dejar ninguna secuela neurológica”, afirmó.

Recomendaciones ante un episodio de convulsión febril

Aconsejó que por muy difícil que llegara a ser la situación para los padres o adultos responsables, es fundamental mantener la calma y ayudar al niño. “Consultar con un pediatra si es un portador de convulsiones febriles para tener un medicamento que ayude a yugular la convulsión. Si se da en un niño mayor a los 5 o 6 años y se repite en el tiempo, debe llamar la atención y acudir a un profesional”, indicó.

Advirtió que el paciente al tener una convulsión febril pierde la conciencia, se queda rígido, los ojos en blanco, labios morados, parece que no respira y tiene sacudidas en brazos y piernas. Las convulsiones febriles ocurren en niños pequeños con buen estado de salud, que tienen un desarrollo normal y que no han tenido síntomas neurológicos.

El doctor Roberto Núñez recomendó que ante un episodio como tal, se debe colocar al niño en una superficie blanda, no sujetarlo, desaflojar las prendas, quitar los objetos peligrosos de su lado, no introducir nada en la boca, ponerlo de lado izquierdo para mantener permeable la vía aérea y la cabeza lateralizada para que no se trague las secreciones (posición lateral de seguridad).

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Controlar el tiempo de duración, y si tiene tratamiento médico, ponerlo lo antes posible, son otras de sus sugerencias en un caso de convulsión. “Es importante permanecer con el niño hasta que esté totalmente recuperado. Normalmente, si ha convulsionado por fiebre, hay más probabilidades que le vuelva a pasar”, manifestó.

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