Todas las acciones que se realizan al despertar influyen en el estado de ánimo y la energía para el resto de la jornada. Por ejemplo: una persona que retrasa varias veces la alarma tiende a sentirse más cansada y aturdida porque al dormir y despertar varias veces de forma abrupta, el cortisol se dispara. A contraparte, existen micro-hábitos que ayudan a tener mejor humor y bienestar.
Está científicamente comprobado que retrasar la alarma y dormir “cinco minutos más” es malo para la salud. Además de generar sensación de somnolencia y malhumor, está asociado a un menor rendimiento energético en la jornada. Para tener una buena higiene del sueño es fundamental dormir las horas necesarias y activar apenas suena la alarma. Lo ideal es dedicar un tiempo a despabilar, estirar el cuerpo, ventilar la habitación y dejar que la luz natural entre, de esta manera se regula los ritmos circardianos.
Lectura: al momento de desayunar, antes de mirar el celular o la TV, conviene leer un libro cerca de la luz natural. Este hábito genera dopamina y ayuda a desconectar la mente de las primeras preocupaciones del día; no se trata de dejar de lado las responsabilidades, sino realizar un respiro para tomar mejores elecciones después. Esta es una de las recomendaciones de Hal Elrod en su libro Mañanas milagrosas: los 6 hábitos que cambiarán tu vida antes de las 8:00.
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Mindfulness: meditación o atención plena. Este ejercicio ayuda a alejar los pensamientos negativos y centrarse en el ‘aquí y ahora’ mediante la respiración. “Deja los ojos abiertos, respira con el vientre, en lugar de con el pecho, y trata de inspirar por la nariz y expirar por la boca. Céntrate en el sonido y el ritmo de la respiración”, explica Joan Piñol en su libro Bienestar emocional: Claves para vivir mejor.
Generosidad: “Practicar la generosidad es un principio de salud mental y una de las claves para llevar una vida feliz y saludable”, es otra de las afirmaciones de Joan Peñol. Según el autor, practicar la generosidad ayuda a bajar el estrés y mejorar la confianza en uno mismo. Pequeños actos, como dar los ‘buenos días’ con una sonrisa o mandar un mensaje positivo a un ser querido, pueden generar un gran cambio de humor.
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