Esa voz interior que juzga todo lo que haces o dejas de hacer, lo que pensás y sentís, no es otra cosa que una emoción: culpa. Suele estar acompañada de la vergüenza, malestar y tristeza, incluso puede asfixiarte y obligarte a vivir en una prisión mental.

La culpa es una emoción que actúa como una reacción de alerta ante nuestro comportamiento, también juzga nuestros pensamientos y puede convertirse en nuestro propio verdugo.

La psicóloga Laura Cáceres dice que esta emoción surge cuando percibimos que nuestra conducta tuvo consecuencias negativas en nuestro entorno. “Esto se instala en nosotros a través de los condicionamientos que recibimos de pequeños, se nos enseña a buscar la aprobación de los padres por hacer algo ‘bueno’ y se nos premia por ello o nos desaprueban por hacer algo ‘malo’. Con el tiempo nos condicionamos a buscar la aprobación de los demás por las cosas que decimos y hacemos”, explica.

La culpa es una emoción negativa, pero a la vez necesaria cuando es funcional y adaptativo, ya que nos ayuda a tomar conciencia de los errores para aprender y repararlos. Aunque no es una emoción agradable, tiene una función: reparar un daño. Si no sintiéramos culpa, no sabríamos que hemos hecho algo perjudicial para el otro y no pediríamos perdón, por lo que nuestros vínculos emocionales con las personas que queremos se debilitarían mucho.

Sin embargo, se convierte en un problema cuando esta emoción negativa es constante y desproporcionada al hecho, además puede aportar sufrimiento a nuestra vida. “La persona no puede dejar de pensar en lo que hizo o no hizo, en el perjuicio que causó. Esta focalización hace que pierda la perspectiva de los hechos y la capacidad para tomar decisiones. Esta culpa patológica trae dificultades y desórdenes emocionales”, indica.

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Uno de los factores que alimenta la culpa es que no somos capaces de perdonarnos. Foto: gentileza

¿Cómo manejar la culpa?

“La psicoterapia aporta herramientas para modificar aquellos patrones de conducta que no son ni adaptativos ni saludables. Que la persona sea consciente de dichos comportamientos y pueda modificarlos”, menciona.

Cáceres también insta a construir una sana autoestima, aprender a valorarnos y aceptarnos por lo que somos y hacemos, perdonarnos y ser más flexibles con nosotros mismos, y relacionarnos de manera asertiva. “Nuestro comportamiento no debe estar condicionado por la opinión de otras personas. Saber decir que no y tomar nuestras propias decisiones”, sostiene.

Y agrega: “Modificar nuestra manera de pensar, identificando las creencias irracionales que distorsionan nuestra percepción acerca de nosotros mismos y los demás, y gestionar nuestras emociones de manera saludable, también son formas de evitar caer en la culpabilidad innecesaria”.

A muchos les sucede que se sienten culpables al negarse a algo o alguien. La psicóloga, señala que existen personas incapaces de negarse a las peticiones de los demás sin sentirse culpables, y a la larga esto puede ser perjudicial, ya que provoca incomodidad, ansiedad, estrés y frustración. “La manera más saludable es a través de la asertividad, que consiste en expresar nuestras creencias, emociones y deseos de forma amable, directa y educada a los demás”, recomienda.

Si algo va mal en tu relación y sientes que la culpa es tuya, debes tener en cuenta que muchas veces aparecen estos sentimientos debido a que la pareja echa la culpa de todo como forma de manipulación. ¿Qué hacer ante esto?

“Analizar la situación y tomar conciencia de ello y descifrar qué es lo que está sucediendo para tener un panorama más claro del problema, hablar con la pareja sobre la situación y cómo nos hace sentir. En otro caso, buscar ayuda profesional, ya que muchas veces caemos en abusos psicológicos”, concluye.

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