La “avenida mas bonita del mundo”, los Campos Elíseos de París, vieron el domingo desfilar a 2.000 ovejas procedentes de la región del Bearn (suroeste de Francia), en un acto de reivindicación de la trashumancia. Bajo los gritos de los pastores, la música de las flautas y los cantos polifónicos del Bearn, una marea de lana blanca invade la carretera.
Jules, de 8 años, mira todo con la boca abierta. Ha venido con su madre para ver “de dónde sale la leche” que sirve para fabricar su queso favorito. Kahina, de 40 años, vino para que sus hijas conocieran el trabajo de su abuelo, pastor en Argelia, que “trabajó toda su vida en la montaña para que sus hijos fueran al colegio”.
Esta iniciativa es la idea un hombre: Jacques Pédehontaà, alcalde de un pequeño pueblo a 50 kilómetros de Pau (suroeste), que lucha por que haya una imagen positiva del “mundo rural”. Como explica a la AFP, quiere hacer llegar una “imagen de reconciliación” entre “la Francia de los pueblos y la Francia de las ciudades, que cada vez se entienden peor”, aún cuando “se necesitan” la una a la otra.
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“Más allá del país”
Junto a los pastores de los países fronterizos de Italia y España, quiere que la trashumancia (literalmente, el viaje “más allá del país”) sea considerado patrimonio inmaterial de la UNESCO. “Tiene 7.000 años de historia”, explica Pédehontaà, y supone una “identidad fuerte” unida a la historia del ser humano “y de la montaña”, a la “ganadería extensiva”.
Desde los valles que forma la cordillera de los Pirineos en el Bearn, Pédehontaà hizo el viaje hasta París acompañado por los 13 pastores mayores y los 13 más jóvenes de la región, orgulloso de la llegada de nuevas generaciones y de la feminización de un oficio dominado tradicionalmente por hombres.
Los pastores del Bearn viven en el monte, a más de 1.200 metros de altura, entre junio y octubre. Son los meses más duros, cuando hay que ordeñar a las ovejas dos veces al día para poder fabricar un queso que se venderá en el valle. Después disminuye “la lactancia de las ovejas, y podemos disfrutar de la montaña”, cuenta una pastora, Corinne Baylocq, de 40 años.
En medio de los Campos Elíseos, el viejo pastor Julien es feliz: “el 30% de los pastores hoy en día son pastoras, y jóvenes”. Con su voz grave, llena de piedras de su montaña, lanza sus reivindicaciones a los parisinos: “Cada vez que una granja desaparece, es una casa menos en el pueblo, una escuela que cierra, servicios públicos que desaparecen”.
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Emocionado, pasa el micrófono a una mujer italiana, Francesca, que recuerda que “la trashumancia es un ejemplo de paz entre pueblos, algo importante hoy día”, afirma sin mencionar la guerra en Ucrania.
Fuente: AFP.