Nuestra mujer destacada de esta semana es María Felicia Guggiari Echeverría, conocida como María Felicia de Jesús Sacramentado o Chiquitunga, debido a que el pasado martes 21 de setiembre llegaron desde Roma sus reliquias y fue un gran acontecimiento para los devotos de la Iglesia Católica de Paraguay. Se trata de la primera beata paraguaya y patrona de los jóvenes, como la había declarado la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).

Nació en Villarrica el 12 de enero de 1925. A los 16 años se unió a la Acción Católica y trabajó en catequesis. Tomó el hábito de carmelita descalza el 2 de febrero de 1955 y murió a los 34 años, el 28 de abril de 1959, a causa de una hepatitis.

El día en que Chiquitunga murió pidió que le leyeran la poesía de Santa Teresa de Jesús, “Muero, pero no muero”. Y tras pronunciar sus últimas palabras, “¡Jesús, te amo! ¡Que dulce encuentro! ¡Virgen María!”, falleció.

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El 23 de junio del 2018 se llevó a cabo la beatificación de Chiquitunga en la Nueva Olla. Foto: Carlos Juri.

Beatificación

Su proceso de beatificación se inició en 1997, con el arzobispo Felipe Santiago Benítez, y fue declarada “venerable” en el 2010 por el papa Benedicto XVI. Según los antecedentes, el 1 de junio, una junta médica del Vaticano reconoció que “no hay explicación científica para un curación atribuida a su intercesión”.

Se trata del caso de Ángel Ramón, del departamento de San Pedro, quien estuvo muerto durante 20 minutos al nacer, lejos de algún respirador artificial y, luego de que la enfermera le encomendara a la venerable, recuperó sus signos vitales.

La Comisión Teológica del Vaticano había aprobado la beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como Chiquitunga, y fue beatificada el 23 de junio del 2018.

Unas 45 mil personas acudieron a celebrar tan importante acto de la feligresía católica e inclusive el lugar quedó chico y muchos fieles no pudieron ingresar. Foto: Carlos Juri.

La fiesta de beatificación se llevó a cabo en las instalaciones de La Nueva Olla de Cerro Porteño, en donde unas 45 mil personas acudieron a celebrar tan importante acto de la feligresía católica e inclusive el lugar quedó chico y muchos fieles no pudieron ingresar. En la ocasión, el artista Koki Ruiz presentó el retablo de Chiquitunga hecho con rosarios que guardaban historias.

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Documentos conservados, restaurados y digitalizados

En mayo del 2018, antes de su beatificación, funcionarios del Departamento de Conservación y Digitalización de la Biblioteca Nacional del Paraguay, dependiente de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), procedieron a la conservación, restauración y digitalización de cartas, diarios personales, documentos y escritos de María Felicia Guggiari.

En la Biblioteca Nacional conservaron, restauraron y digitalizaron los documentos de Chiquitunga en el 2018. Foto: Gentileza.

El milagro atribuido

La historia cuenta que en la ciudad de San Pedro del Ycuamandyyú el niño Ángel Ramón Domínguez nació muerto y revivió con el milagro de Chiquitunga, por pedido de la enfermera que vio nacer al niño en el 2002.

Se trata de una familia humilde que lucha día a día para salir adelante. Ángel desde pequeño vivió con su abuela materna Beatriz Peralta, debido a que su mamá tiene discapacidad auditiva y trabaja en Asunción. Cuando fue la beatificación de Chiquitunga, dijo estar muy emocionado con la noticia y que es algo inexplicable lo que sucedió con él al nacer. “Creo en Chiquitunga y le tengo como santa, a donde quiera que vaya, siempre me encomiendo a ella”, señaló el joven a La Nación.

Ángel Domínguez, el niño que recibió el milagro al nacer y su abuela materna, Beatriz Peralta. Foto: Archivo.

La abuela materna explicó que siempre estuvieron convencidos de que iba a ser santa. “Antes de que sea nada, yo siempre le tuve como santa porque a nosotros ya nos dio el milagro. Para mí siempre fue santa y me encomiendo a ella para lo que sea. Muchos se burlaban de nosotros cuando decíamos que ella hizo el milagro pero nosotros no hacíamos caso porque sabíamos lo que significaba”, comentó.

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Llegada de las reliquias

El acontecimiento más importante de la semana en el orden católico fue la llegada de las reliquias de Chiquitunga, que el 26 de marzo del 2018 fueron llevadas hasta el Vaticano para su estudio y conservación como protocolo para su reconocimiento.

Las mismas fueron enviadas a Italia para un tratamiento de conservación y para cambiar la urna con una nueva que tuviera las condiciones requeridas por los profesionales encargados de dicho tratamiento. Pero debido a la pandemia el regreso de las mismas se retrasó tres años.

El evento convocó a miles de fieles tanto en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi y posterior caravana para llevar las urnas de nuestra beata al monasterio de las Carmelitas Descalzas, donde actualmente están las dos urnas con sus restos.

Son dos urnas las que llegaron al país. Las mismas fueron diseñadas por las Carmelitas Descalzas de Asunción con la ayuda de la arquitecta María José Chamorro. Están inspiradas en los claustros del monasterio, cada arco contiene una escena de la vida de Chiquitunga adornada con sus característicos jazmines.

Del Aeropuerto Silvio Pettirossi partió la caravana de gozo y fe que trasladó las reliquias de la beata paraguaya hasta el monasterio de las Carmelitas Descalzas. Foto: Pánfilo Leguizamón.

“Se elaboraron dos urnas, una de ellas contiene los restos de la beata, que quedará en el oratorio de las Carmelitas Descalzas de Asunción, Paraguay, para la veneración de los fieles, y la otra será la urna peregrina, esta recorrerá el territorio paraguayo, tratando de cumplir el deseo de Chiquitunga de recorrer los rincones más apartados del Paraguay, así lo expresaba en una carta”, habían comunicado las Carmelitas Descalzas.

Acerca de las urnas

En un arco se tiene a Chiquitunga en el momento de su muerte, en otro arco ayudando a niños y ancianos, orando, vestida de Carmelita Descalza, y la imagen de una custodia, que caracteriza su devoción a Jesús Sacramentado; también aparece de pequeña en compañía de sus padres, en otro arco la Virgen de Caacupé, y también una representación con su amigo del alma Saúa.

En tanto que en la tapa está colocado el escudo de la Orden de las Carmelitas Descalzas con la frase de Chiquitunga: “Lo que pido es amor para amar”, entre otros detalles. Esto en la urna grande y en la urna peregrina con algunas variantes.

Una urna quedará en el oratorio de las Carmelitas y la más pequeña será peregrina. Foto: Pánfilo Leguizamón.

Mientras que la urna peregrina estará acompañada por los Padres Carmelitas Descalzos de Paraguay donde quiera que vaya, quienes serán los responsables. Igualmente, buscan ofrecer una hermosa oportunidad a los devotos y fieles en general que no puedan acercarse al Oratorio de Chiquitunga, a recibir sus reliquias en sus respectivas parroquias, así como hospitales, colegios, etc.

Emoción a flor de piel

En el estacionamiento de la terminal aérea, donde se llevaría a cabo una celebración eucarística con las reliquias, estaba en primera fila y vestida de blanco Mireya Guggiari, una de las hermanas de la beata. En la ocasión, con lágrimas en los ojos y sumergida en emoción, contó a La Nación que esperó ansiosa el día de la llegada de las reliquias de Chiquitunga y que representa una ocasión muy especial para la familia.

Mireya Guggiari, una de las hermanas de Chiquitunga se acercó a acariciar las urnas. Foto: Nadia Monges.

“Anoche ya no pude dormir de la emoción, este momento me genera todo lo que se puedan imaginar, no tengo palabras, estoy muy feliz”, destacó. Mireya se acercó hasta las urnas que contienen las reliquias de la beata María Felicia y las acarició.

José Zaván, milagro y Chiquitunga

Antes del arribo de las reliquias al aeropuerto, el monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción, recordó que solo falta un milagro para que la Carmelita Descalza sea declarada santa y uno de los hechos milagrosos que podrían ser atribuidos a Chiquitunga es que José Zaván, el joven y único sobreviviente del accidente aéreo ocurrido en febrero pasado en el predio de la Fuerza Aérea Paraguaya, haya salido con vida. Su madre, Blanca Vaccari, había pedido a la beata que intercediera por su hijo para que todo salga bien.

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