Encajonada en la última planta del mercado cubierto de Mánchester se encuentra la última tienda dedicada a la venta de casetes del Reino Unido, un paraíso para los nostálgicos de estas cintas magnéticas. En un minúsculo espacio, la tienda Mars Tapes expone miles de cintas, radiocasetes, reproductores de casetes personales (los “walkman”) y otros accesorios vinculados a este popular soporte décadas atrás.

Los estantes acogen éxitos de estrellas pasadas como Elvis Presley, pero también de artistas actuales como Florence and the Machine y Lewis Capaldi. Única en Reino Unido, la tienda no es un vestigio de la época dorada de estas cintas magnéticas, sino que fue creada en 2019 por un pequeño grupo de apasionados de la música.

Borja Regueira, ingeniero de sonido español de 28 años, y su novia Moira Lorenzo, de 27, se propusieron inicialmente crear una tienda dedicada exclusivamente a los casetes. El italiano Giorgio Carbone, de 30 años, y el periodista y músico Alex Tadros, de 28, se unieron al proyecto y lo fusionaron con su sello Sour Grapes, que produce artistas locales.

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Nostalgia

La tienda se beneficia del renovado interés para los objetos de consumo del pasado causado por la pandemia del coronavirus. Los largos confinamientos propiciaron un retorno a la lectura, a los clásicos del cine o a las series de culto de la televisión, o incluso el casete, con estrellas como Lady Gaga, Dua Lipa o Selena Gomez lanzando sus trabajos en este formato.

En Reino Unido, las ventas de vinilos, los precedentes históricos del casete, alcanzaron el último año una cifra récord desde los años 1990. En cuanto a las cintas, se vendieron 157.000, el valor más alto desde 2003. Los casetes se concibieron a principios de los años 1960 por el ingeniero holandés de la empresa Philips Lou Ottens, fallecido el pasado marzo, y rápidamente se empezaron a producir masivamente.

Pero el auge de los discos compactos en los años 1980 y 1990 precipitó el fin de esta tecnología para lamento de sus amantes. Mark Williams, un cliente de 38 años, reconoce que acude “sobre todo por nostalgia”. “Soy un niño de los ochenta y los noventa, crecí con los casetes”, explica. Además, asegura apreciar el lado “tangible” de los casetes. “Es algo que posees físicamente, no solo datos descargados”, asegura.

Mercado comprometido

Pero el auge en el consumo de estas cintas no es solo cosa de una generación que ronda los 30 o 40 años, deseosa de volver a su adolescencia. Los más jóvenes también prefieren saborear la música en vez de saltar de un tema a otro. “Es algo que habíamos olvidado, apreciar lo que tenemos y escuchar algo más de una vez”, asegura Giorgio Carbone.

Jane Fielding, auxiliar de enfermería de 22 años, escucha ocasionalmente casetes en su reproductor y agradecer la “simplicidad” de esta práctica: “no hay distracciones, ni notificaciones en mi teléfono”. La mayoría de cintas, menos caras y más fáciles de producir que los vinilos, no cuestan más que diez libras (casi 14 dólares). Para algunas ediciones limitadas, el precio escala hasta las 50 libras (70 dólares).

La tienda se abastece en webs como eBay, en discográficas como Universal o con donaciones individuales. Para el sello asociado, también es una forma de promover a grupos independientes locales. Para Giorgio, los casetes son “el medio más accesible de hacer álbumes y ayudar a los grupos”.

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Para los clientes, comprar una cinta es un acto de compromiso para ayudar a artistas independientes a ganarse una vida en vez de enriquecer a los gigantes del “streaming” que representan un 80% del consumo de música en Reino Unido en 2020.

Ante plataformas como Spotify o Apple Music, los casetes serán un mercado “nicho”, reconoce Giorgio Carbone, aunque confía que la demanda seguirá estable. “El sonido de los casetes es simplemente diferente”, señala. John Yates, gerente de un comercio de 45 años que curiosea por la tienda, está de acuerdo. “Esto suena mucho mejor en casete, muy diferente a la radio”, asegura.

Fuente: AFP.

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