La 34ª edición de la Bienal de arte contemporáneo de San Pablo arrancó este sábado marcada por la diversidad, con un lugar destacado para la obra de numerosos artistas indígenas en esta importante cita cultural de Brasil.
Unas 1.100 obras creadas por 91 artistas de todo el mundo podrán ser visitadas hasta el 5 de diciembre en un pabellón enclavado en el corazón del Parque Ibirapuera, pulmón verde de la megalópolis.
Dos esculturas inflables gigantes en forma de serpiente reciben a los visitantes instaladas en el lago del parque: con 17 metros de largo y diseños tribales en tonos de rojo y violeta, las “Entidades” de Jaider Esbell representan la fertilidad y la protección para los pueblos indígenas de la Amazonía, más vulnerables desde la llegada al poder en 2019 del ultraderechista Jair Bolsonaro.
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Esbell, de 42 años, es artista y escritor de la etnia makuxi que vive en la reserva indígena Raposa Serra do Sol, en el estado de Roraima (norte), históricamente marcada por los conflictos territoriales y las invasiones de buscadores ilegales de oro.
“Uno de los puntos fuertes de la exposición es entrar en contacto con las obras de Jaider Esbell y otros artistas indígenas brasileños contemporáneos, y deslumbrarse con la riqueza poética que presentan”, dijo uno de los curadores de la Bienal, el italiano Jacopo Crivelli, a la revista Veja.
La Bienal, cuya primera edición se celebró en 1951 y está cumpliendo 70 años, se presenta este año bajo el tema “Está oscuro pero yo canto” (Faz escuro mas eu canto), inspirado en un verso del poeta Thiago de Mello, originario del estado Amazonas (norte).
En el pabellón de la Bienal se mostrarán también varios objetos que sobrevivieron al devastador incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro, en setiembre del 2018, como el meteorito Santa Luzia, de casi dos toneladas, encontrado en 1922 en el estado Goiás (centroeste).
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Prevista inicialmente para el 2020 y aplazada por la pandemia, esta gran exhibición colectiva será gratuita para todo aquel que presente un certificado de vacunación contra el coronavirus.
Fuente: AFP.
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Confines del Paraguay pone en valor el arte indígena en el centro de Asunción
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
Es una iniciativa que comprende diversas acciones en los campos de la cultura y el arte popular e indígena que se traducen en proyectos que abarcan el campo editorial, el audiovisual, así como curadurías para instituciones, galerías y coleccionistas, definen el fotógrafo Fernando Allen y el artista visual Fredi Casco, responsables del flamante sitio de cultura.
La Colección de Arte Contemporáneo Popular e Indígena del proyecto Confines del Paraguay fue inaugurada el pasado agosto en la casona ubicada en Teniente Fariña esquina México, que se puede visitar con acceso libre, avisando con antelación en las redes sociales del lugar.
Los activistas culturales cuentan que “Confines del Paraguay no es solo una colección de objetos, también hemos producido media docena de documentales audiovisuales, además del registro fotográfico. Asimismo, realizamos constantemente acciones de carácter social en beneficio de las comunidades de los artistas, como donaciones de alimentos, ropas, medicamentos, materiales de construcción, ayuda para consultas médicas y todo tipo de colaboración que logramos articular en nuestro círculo de acción privada”, recuerdan de la movida.
“Todavía no estamos abriendo al público, pero si nos contactan y combinamos un horario de visita se puede venir tranquilamente a apreciar lo que cuidadosamente montamos en la Casa Confines”, dicen sus creadores y responsables, el fotógrafo Fernando Allen y el artista visual Fredi Casco.
–¿Cómo surgió la idea de armar el espacio y la colección Confines?
–La idea surge hace aproximadamente 15 años, cuando dijimos que era una buena idea sistematizar las fotografías que estábamos recolectando de nuestros viajes a los confines del Paraguay en busca de las imágenes de las fronteras culturales. En principio iba a ser un proyecto netamente fotográfico. En 2012 nos contactó Martín Nasta para realizar la curaduría de Selección Texo 2, que se llamó “Maestros del arte popular e indígena del Paraguay”. Texo quería que armáramos una exposición y una colección. Fue una experiencia extraordinaria. Durante prácticamente nueve meses viajamos por todo el país para seleccionar y trabajar con artistas populares e indígenas. La exposición se realizó en el Centro Cultural Juan de Salazar en 2013 y al año siguiente en la Maison de l’Amerique latine en París. Luego, la Fondation Cartier de París nos pidió que trabajemos en una colección de arte popular e indígena del Paraguay para ellos (colección que fue creciendo a lo largo de los últimos diez años) y así fue que dijimos que nosotros también podíamos armar una colección propia, con los tesoros culturales que íbamos encontrando a nuestro paso en pos de rescatar y conservar la producción simbólica material e inmaterial de nuestro país.
–¿Qué esperan que pueda provocar esta puesta en valor del arte indígena?
–El arte indígena del Paraguay es el ejemplo vivo de la extraordinaria riqueza cultural que existe en este país y que lamentablemente ha sido dejada de lado por las políticas culturales públicas por demasiado tiempo. Salvo esfuerzos individuales o privados, el Estado era el gran ausente en esos lugares hasta que recientemente se puso de moda, por decirlo de alguna manera.
–¿Cómo entienden puede impactar esta aceptación que viene dándose a nivel nacional e internacional por el arte indígena en un futuro cercano?
–Esperamos que esta ola de reconocimiento internacional sirva no solo para poner en valor toda esta producción simbólica, sino también para visibilizar los riesgos que corren y la enorme precariedad en la que viven los pueblos originarios.
TRANSMISIÓN CULTURAL
–¿Entienden que hay “escuelas” de estas manifestaciones, tanto en la cerámica, el arte plumario, los tejidos de caraguatá, etc.?
–En el caso de la cerámica y el de algunas técnicas textiles, hay una transmisión de conocimientos de generación a generación casi en un 100 % llevada a cabo por mujeres. El caso del arte plumario es más complicado, por varias razones. La principal es la falta de materia prima. Las diversas especies de aves que abundaban en el Chaco y en la región Oriental hasta hace algunos años, que los indígenas han tratado siempre con mucho respeto y cuidado ambiental, van desapareciendo a medida que avanza la deforestación, o en algunos casos solo se encuentran en lejanos parajes de difícil o imposible acceso para las diversas etnias que utilizan las plumas para la realización de sus adornos ceremoniales. Por ende, es un arte que lamentablemente se va perdiendo, quizás de manera irreversible.
–¿Qué consideran prioritario en lo relacionado a la comercialización y qué harían en el corto y mediano plazo?
–En primer lugar, darle la relevancia que se merece este asunto: que si bien está el mercado, donde estos tesoros muchas veces pasan a ser mercancías o fetiches culturales, la producción material y simbólica de los pueblos originarios no puede reducirse solo a eso, a un fenómeno de mercado. La venta en el mercado ayuda a sostener más o menos a los artistas, pero está lejos de ser suficiente. Tiene que lograrse una comprensión por parte de la sociedad de que estamos ante una riqueza cultural extraordinaria que corre serios riesgos de desaparecer. Hay que poner en contexto todo eso, no solo a través de la difusión, también a través de la educación, en los colegios, en las universidades, en los museos.
SINCRETISMO
–¿Cómo ven la influencia que han tenido en las últimas décadas la urbanización, el impacto del desmonte y el acceso a la tecnología en sus formas artísticas?
–En líneas generales se tiende a pensar que solo las manifestaciones “puras” o “antiguas” del arte indígena y popular son las únicas que tienen valor cultural o artístico. La creciente urbanización, el desmonte y avance del agronegocio, la presencia cada vez mayor del hombre blanco, etc., generan un gran impacto porque los suministros que se necesitan, por ejemplo, para confeccionar un traje ceremonial, como plumas de diferentes tipos de aves, hilos de caraguatá, trenzas y palmas, sonajeros hechos con pezuñas de animales ya no se consiguen o se encuentran cada vez más lejos. Entonces, las pezuñas de animales son sustituidas por sonajas hechas con latas de aluminio; el hilo de caraguatá, por el hilo industrial que se compra en ferreterías, y cosas así.
–¿Cómo pueden convivir estos nuevos elementos con las antiguas prácticas?
–Creemos que mientras estas comunidades logren mantener intactos, de una forma u otra, los conceptos sobre los que se fundan sus expresiones simbólicas, los materiales actuales (plásticos, latas, máscaras de cotillón, máscaras hechas con cartón o telas estampadas, etc.) que complementan o sustituyen a los antiguos elementos encontrados en la naturaleza son una manera práctica de adaptación a las circunstancias que les toca vivir. Es aceptar esto o la extinción de los antiguos mitos y, por ende, de los ritos.
SOBRE LOS CURADORES
Fernando Allen nació en Asunción e inició su actividad en la fotografía en 1985. Al año siguiente funda Fotosíntesis, primera fotogalería del país que se convertiría luego en un sello editorial dedicado a la publicación de fotolibros, libros de artistas, catálogos de museos y colecciones privadas de arte popular, indígena y contemporáneo.
Su trabajo se da en el campo de la cultura y el arte popular e indígena. Realizó más de 50 exposiciones en el país y el extranjero, y publicó libros desde 1992 hasta el presente.
Realizó trabajos audiovisuales sobre su temática de trabajo y como gestor cultural organizó talleres, seminarios y conversatorios sobre foto y arte.
Fredi Casco nació en 1967 y vive y trabaja en Asunción. Es artista visual, curador y realizador audiovisual. Es cofundador de El Ojo Salvaje, Mes de la Fotografía en Paraguay y miembro del comité editorial de la revista Sueño de la Razón. Actualmente se desempeña como director artístico de la Fundación Texo para el arte contemporáneo y como presidente de la AICA capítulo Paraguay.
Su trabajo visual ha sido presentado en bienales regionales y en importantes muestras mundiales de arte como la Bienal de Venecia, o sitios como el Metropolitan Museum of Art (Nueva York, 2014) o la Maison de l’Amérique latine (París, 2014), por citar las más destacadas.
Sus obras forman parte de las colecciones de Kadist Foundation (San Francisco, CA), Metropolitan Museum of Art (Nueva York), Fondation Cartier pour l’art contemporain (París, FR), Museo de arte del Banco de la República (Bogotá), Centro de Artes Visuales Museo del Barro (Asunción), entre otras.
INICIATIVA INTEGRAL
“Confines del Paraguay cuenta con una colección propia de arte popular e indígena, además de propiciar de manera sistemática la producción, circulación y exhibición de obras de artistas en importantes centros, galerías e instituciones de prestigio nacional e internacional”, apuntaron los responsables de la iniciativa. Este valioso acervo propio de arte popular e indígena consiste en piezas de cerámica, tallas, textiles, dibujos, pinturas y arte ceremonial.
También tiene un área editorial conformado por profesionales con más de treinta años de experiencia en el área de la fotografía, las publicaciones y el diseño. A ello se suma el área de producción audiovisual donde se llevan a cabo películas documentales, cortometrajes y piezas de videoarte.
Finalmente, ofrecen curaduría recordando que “desde 2013 los miembros del equipo han realizado varias curadurías, tanto de exposiciones como de colecciones de arte a importantes instituciones nacionales e internacionales”.
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Arte indígena, el creciente interés en la mirada originaria del mundo
Las pinturas, dibujos y tallas comienzan a ganar el valor y la consideración que se merecen en el escenario nacional e internacional. Entre tanto, los artistas bregan por precios justos y por más apoyo de los sectores público y privado para poder hacer conocer sus obras. Aquí tres cultores del arte indígena nos cuentan sus peripecias en la tarea de plasmar el imaginario de quienes nos antecedieron en estas tierras.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Gentileza
Salmi López Balbuena presentó recientemente una muestra en la prestigiosa galería Estação de Sao Paulo, Brasil, en una muestra en la que sus cuadros vienen admirando a la crítica local. Es hoy la principal heredera de la tradición de su fallecido abuelo Ogwa, el gran plástico chamacoco que reveló el frondoso imaginario de la cultura ishir.
López Balbuena habló con La Nación/Nación Media desde Puerto Diana, Alto Paraguay, su comunidad natal. En primer lugar refiere que tenía cinco años cuando Ogwa la inició en la plástica: “En esos momentos, mi abuelo/papá me enseñaba, me contaba la historia y yo dibujaba. Usaba lápices de colores, lápiz de papel, así yo comencé, pero siempre pinté, fui la primera que pintaba las obras”, recuerda sobre aquellos días.
“A mí me gusta mi cultura, me gusta seguir este camino, que la gente valore mi obra y me encanta nuestro paisaje chaqueño. De pequeña ya me gustaba, siempre lo pintaba porque es muy importante para mi pueblo”, cuenta.
Sami se siente atraída por los mitos, lo cual resulta patente en su obra. “Por ejemplo, la historia de la sirena y la historia de Nemur que me contaba mi abuelo”, recuerda Salmi. Nemur era un semidiós Anabsoro, la raza de gigantes que medían casi tres metros que fueron finalmente aniquilados por los ishir-chamacoco. Dice la leyenda que Nemur fue el único que se escapó de aquella matanza y al huir se llevó un caracol con el que sembró una corriente gigante de agua en la tierra que hoy conocemos como río Paraguay.
“¡Me encanta, me inspiran los colores de las plumas, las pinturas y el baile de mi pueblo, nuestro arte, cómo cantan los chamanes, a mí me gusta mucho eso!”, dice para explicar que su obra es un homenaje a esa profundidad y permanencia.
Salmi dice percibir que está habiendo una valoración del arte indígena. “Hay personas que pagan muy bien, los extranjeros también valoran la obra y ahora por ejemplo me quieren ayudar para valorizar mi obra, hay muchas personas que me quieren ayudar. Yo sigo pintando para continuar con lo que me enseñó Ogwa y no quiero que se termine, así que ahora ya mis hijos están también procurando para pintar”, apunta.
Sin embargo, lamenta que aquellas ceremonias que su abuelo/papá le dio a conocer, aquella escena del realismo mágico ancestral del bosque volador, por ejemplo, se pueda perder en el tiempo.
Recordemos que en ese cuadro mítico ya de Ogwa, los chamanes bailan en círculos hasta hacer elevar la tierra. “Hoy nos quedan tres chamanes que siguen todavía, pero para poder sobrevivir con nuestra cultura necesitamos más ayuda. Aquí en mi comunidad hay personas, ancianos que siguen haciendo su cestería, hacen sombrero, hacen de todo un poco y hay también otros artesanos, pero es muy difícil porque acá cuando llueve ya no se puede salir para vender”, refiere la artista.
Su número de contacto es el (0984) 292-135.
DIBUJOS A BIROME
Richart Peralta es, quizá, el más destacado de los dibujantes nivaclé. Una tradición que surgió hace unas dos décadas en las comunidades de Cayin ô Clim, Yiclôcat y Campo Alegre, en las cercanías de Neuland, Boquerón, a casi 500 kilómetros de Asunción.
Fue la antropóloga suiza Verena Regehr la precursora, la que les dio el impulso inicial para que los nivaclé llevaran al papel la mirada de su agreste entorno, su fauna maravillosa, sus insectos, en fin, la vida.
Richart está en el oficio hace relativamente poco tiempo: “Empecé en la pandemia en 2020 porque no había trabajo acá en el Chaco y a veces la gente nos tiene miedo a nosotros. Un día escucho a mi suegro contar que la gente le vendió su arte a la señora Verena y entonces empecé a dibujar y sigo hasta ahora”, narra. “Antes trabajaba con los menonitas, con machete y pala y hacíamos limpieza al borde de la casa, en los campos, limpiamos terrenos para las vacas, pero después vino la pandemia”, explica.
Peralta tiene hoy una muestra permanente en la galería Popore de San Antonio, especializada en arte indígena, y sus cuadros fueron ganando en tamaño y valor. “Gracias a Dios que salió bien mi arte porque yo aprendí solo, no tengo profesor. Ahora les estoy enseñando a algunos niños de mi comunidad. Estoy muy contento porque cuando comencé no sabía nada y ahora puedo enseñar”, se alegra.
Agradece entonces el apoyo de su suegro, que le llevó la idea y le dio el respaldo suficiente hasta que consiguió vender su primer trabajo: “El 18 de agosto de 2020 vendí mi primer dibujo a la señora Verena. Ella compró mi arte y me apoyó mucho. Ella me dijo ‘hay que hacer más’ y, bueno, yo empecé a hacer más dibujos gracias a ella que me apoyó mucho”, destaca.
Lo primero que le sugirieron fue ir al monte. “Fui y cuando vi un animal o un insecto, traté de guardarlo en la memoria para ir a mi casa para dibujar. No tenía cámara para hacer foto en esa época, solamente usaba mis propios ojos y mi pensamiento”, recuerda.
“Preferí mi arte porque nosotros somos indígenas y hay mucha artesanía entre los nivaclé. Algunos hacen tallas de palosanto y las mujeres trabajan el hilo de caraguatá para hacer carteras en el telar. Yo prefiero dibujo, yo quiero mostrar los insectos, los animales”, explica.
El artista de 28 años es casado y tiene dos hijos, por lo que pide a la gente “que si alguien quiere conocer más de mi arte que me llame. Nosotros estamos acá en el Chaco sufriendo. Aquí los niños más necesitados no tienen zapatos y ropas ahora que hace demasiado frío y cuando comienza el calor necesitamos también el agua”.
“Trabajamos mucho todo el día. Ahora estoy buscando una empresa o cualquier cosa que me ayude porque ahora hago solamente esto. Tengo diferentes precios de acuerdo a los tamaños, chico, mediano y grande”, detalla.
Cuenta que su dibujo de un palo borracho, samu’u en guaraní, a bolígrafo en cartulina fue por el que mejor precio obtuvo. Entiende que con un poquito más de promoción las cosas le irían un poco mejor. “Agradecemos a la gente del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) que me apoya, pero necesitamos que nos compren más”, pide finalmente.
Su número de contacto es el (0982) 274-975.
TALLAS DE ANIMALITOS EN MADERA
Víctor Ayala vive en la destacada comunidad Pindó de los mbyá-guaraní de Itapúa. Conocido por la calidad de sus artesanías, el lugar es visita obligada para quien llega a San Cosme y Damián o Coronel Bogado, apenas desviando unos 25 kilómetros desde la Ruta PY 01.
Su caso tiene una peculiaridad. Hasta hace unos seis años hacía trabajos de campo y salía a mariscar, cazar pequeños animales en el monte, hasta que una enfermedad lo obligó a hacer reposo. En esa situación y con un hijo pequeño, la artesanía se le presentó como una opción económica: “No pude más trabajar ni estudiar, entonces pensé qué podía hacer para salvar algunos gastos de mi familia. Tuve un problema en la cabeza, no sé bien qué era, pero gracias a Dios me recuperé, me curé y me dediqué a esto”, agradece el artista de 38 años.
Sus tallas en madera y las artesanías hechas en porongo se destacan por el esmero. “Somos más de 12 los que trabajamos este estilo y también aquí se hacen canastos, cedazos”, cuenta de su comunidad integrada por más de un centenar de personas que tienen un local especial para exhibir las tallas de curupika’y, cedro peterevy, la cestería con hojas de pindó y los cedazos de takuarembo, ñandypa y tiras de guembe.
“Tuve suerte porque la gente compró de mí y llevó para promocionar y allí se conoció más”, cuenta de lo suyo entendiendo que “es importante que se reconozca más el lugar, nuestra comunidad, para que puedan valorar más el trabajo que hacemos porque algunos no quieren pagar el precio que nosotros ponemos. El más barato sale entre los 25.000 y 30.000 guaraníes y dependiendo del tamaño va aumentando el precio. Tenemos yakare (cocodrilo), kaguare (oso melero), ka’i (mono), tatú (armadillo), de distintas clases. El otro día me pidieron un colibrí y lo tuve que hacer, no pensé que iba a salir”, cuenta satisfecho.
Las más pequeñas le pueden llevar entre 3 a 4 horas de trabajo, pero las piezas mayores le llevan de cuatro a cinco días. De allí que los precios trepen y hasta superen los 200.000 guaraníes, como cuesta el hermoso jaguarete que muestra en la foto que ilustra esta página.
La comunidad Pindó tiene 370 hectáreas y la mayoría de ellas están cubiertas de bosques todavía, así que de allí pueden proveerse de maderas para sus tallas. “Alimentos ya casi nada ni animales, porque es un muy chiquito para que los animales puedan vivir”, comenta.
“Estoy contento de que estén interesados en los trabajos que estamos haciendo, porque son difíciles y por eso, cuando hay alguna persona que valora nuestro trabajo, es motivo de alegría”, apunta. “Acá somos famosos por la chipa y el pescado”, dice Víctor comentando que cada tanto vuelve a mariscar persiguiendo palomas y apere’a al tiempo que invita a las personas a visitarlos en Pindó.
Su número de contacto es el (0981)-703-854.
“SE ESTÁ VALORANDO MÁS EL ARTE INDÍGENA”
Ysanne Gayet, además de una plástica excepcional, fue, desde el Centro Cultural del Lago en Areguá, una de las precursoras en la tarea de poner en valor el arte indígena en nuestro país.
Explica que, a pesar de la prédica de años, sigue siendo difícil que se valore el trabajo de los artistas originarios. “La gente suele adquirir por ejemplo tejidos y tapices grandes de los hilos del caraguatá del Chaco, pero no le interesa comprar un bolso y es una lástima porque ese es su pan de todos los días, es lo que resulta más fácil para las mujeres fabricar y vender y la gente no quiere pagar lo que vale”, lamenta y precisa que pueden valer entre 50.000 y 950.000 guaraníes a precio local, pero en el exterior sus precios crecen considerablemente.
“Verena Regehr con su marido Walter pusieron mucho empeño en enseñar a la gente que si hacían bien la bolsa iba a tener otro valor”, recuerda Ysanne. También que la mujer fue la promotora de los dibujos con birome y pintura acrílica que hoy destacan entre los pueblos chaqueños.
“Los primeros cinco dibujantes comenzaron con ella, tres de ellos ya fallecidos (NDR: entre ellos se destaca Clemente Juliuz) y se valoraba más los dibujos porque eran pocos. Ahora hay muchísimos dibujantes jóvenes y pienso que algunos de ellos pueden vender sus obras a buen precio. De hecho, hay algunos trabajos grandes que llegaron a los 1,8 millones de guaraníes. Antes les compraba los dibujos en 500.000, ahora veo que venden en 200.000 guaraníes los más pequeños, bajaron sus precios”, comenta Gayet. A pesar de ello, considera que “se está valorando más el arte indígena porque la exposición que se llevó a Corrientes, Argentina, se vendió todo. Ahora hay una exposición de Ogwa y Salmi López Balbuena (nieta de Ogwa) en Sao Paulo, hubo muestras importantes de pinturas y dibujos del Chaco en Madrid y París, y lugares como Casa Popore en San Antonio y la galería Matices, que hacen hincapié en el arte indígena, así que veo que hay más interés”, indicó.
“DEBEMOS VISIBILIZAR NUESTRA DIVERSIDAD CULTURAL”
César Centurión y Gustavo Gauto García llevan adelante Popore, una galería especializada en arte indígena ubicada en avenida del Río casi Cerro Corá N° 403, del barrio Las Garzas de la ciudad de San Antonio, en la Gran Asunción.
“Creo que hay un auge importante del consumo a nivel nacional y digo consumo porque creo que está ligado a una cuestión de ‘moda’ del momento, mucha gente llega a comprar porque vio en otro espacio y le pareció interesante o lindo, pero de ahí a valorar la cosmovisión o tratar de comprender más sobre la vida, para qué lo utilizan, todavía creo que queda un camino por andar. Mucha gente que visita la Casa Popore se sorprende al saber que coexistimos con otros pueblos indígenas que no son solo los mbyá-guaraní, no conocen sobre los pueblos ishir, los ayoreos, los nivaclé, entre otros”, cuenta Centurión.
“Por otra parte, creo que es positivo este consumo porque genera un dinamismo de ingreso económico en las comunidades, cosa muy importante, ya que les permite sostenerse y seguir reimaginando su cosmovisión. Además, esto ayuda a visibilizar esta diversidad cultural que de alguna u otra forma contribuye a un acercamiento a sus representaciones artísticas que permite abrir la realidad hacia otros mundos posibles”, considera.
–¿Qué se podría hacer para ayudar a los artistas indígenas?
–Creo que primero que nada dar espacios de participación y demostración de sus saberes, acercándonos sin prejuicios, reconocer el valor histórico y estético de sus obras. También al adquirir obras que realizan en las comunidades se ayuda a generar un sistema económico que les permite trabajar dentro de sus territorios y de esta manera siguen arraigados a sus saberes ancestrales permitiendo que su cultura perdure. El arte indígena y popular a nivel internacional está en pleno auge. Eso lo podemos observar en los espacios más importantes del mundo del arte como lo es la Bienal de Venecia, que bajo la curaduría de Adriano Pedrosa lleva el título “Extranjeros por todas partes”, donde se pudo apreciar la participación de varios artistas indígenas de diversas partes del mundo y de artistas populares como la participación de la artista paraguaya Julia Isidrez.
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Gustavo Gauto: “La idea es acercar el arte indígena y popular del Paraguay de otra manera”
Jimmy Peralta - Fotos: gentileza
En esta entrevista con La Nación/Nación Media, Gustavo Gauto, creador de Casa Popore, habla respecto a cómo trabajan dando valor al arte popular e indígena del país en un espacio desarrollado para la valorización y comercialización de las creaciones locales. La iniciativa plantea un objetivo y una hoja de ruta en su transitar al ofrecer al espectador una mirada del arte distinta de la cultura galerística de manera que el público pueda tener una visión de cómo encajarían las piezas en el contexto de su hogar.
La creación artística al superar el territorio de lo inconcluso se hace presente de inmediato ante un dilema que la indaga sobre su propia naturaleza. En los cánones del mercado, el cuestionamiento sobre la propiedad futura de la obra la ponen en relación íntima o comercial con su creador o creadora.
¿Cuánto cuesta una obra? ¿Por qué cuesta lo que cuesta? ¿Están cobrando lo justo los artistas nacionales por sus trabajos? ¿Se aprovecha el mercado de las condiciones materiales de los artistas que viven en condiciones precarias?
El trabajo artístico como medio de vida sigue rondando lo imposible para muchas disciplinas dentro de Paraguay y las comunidades precarizadas son más vulnerables a la hora de enfrentar a las fuerzas del mercado.
Gauto habló sobre el proyecto que creó en 2016, que mutó de una plataforma digital a un espacio físico que está asentado en San Antonio y que lleva adelante junto con su socio, César Centurión.
–¿Qué es un almacén de arte y cómo se diferencia de una galería tradicional?
–Llamamos almacén de arte a la Casa Popore porque la idea es acercar el arte indígena y popular del Paraguay de otra manera, no solo viéndolo expuesto encima de pedestales, exhibidos como en galerías, más bien exponerlos de una manera que las personas puedan visualizar cómo quedaría en sus hogares. Por tanto, la Casa Popore, como dice su nombre, es una casa que está vestida con arte indígena y popular del Paraguay, en la sala, cocina, comedor, en el descanso de la escalera, baño y lugares que también tengas en tu hogar a fin de poder recrear tus ambientes con las piezas que forman parte de la casa.
REVALORIZACIÓN
–¿A qué necesidades artísticas y de mercado responde este proyecto?
–El proyecto surge de la necesidad de revalorizar el arte indígena y popular del nuestro país. Realizar un trabajo directo con las familias que realizan estas obras, poder cooperar en la visibilidad y comercialización de sus creaciones. De esta manera nace Casa Popore, que busca crear un ambiente armonioso, de una vivienda integrada con el disfrute y goce de las creaciones que plasman en cada pieza de arte la cosmovisión y la cultura de cada uno de los pueblos con los que trabajamos. Además, el espacio conjuga esa rica diversidad teniendo en cuenta la sostenibilidad del medioambiente y reflejar la rica diversidad cultural con la que cohabitamos en nuestro país. También creemos en un comercio justo, que busca generar ese circuito económico para que los artistas puedan seguir realizando sus creaciones, sin la necesidad de buscar otra alternativa de sustento económico, ni migrar sin su consentimiento a otros espacios y que puedan seguir representado sus creaciones, su cultura.
–¿Cómo nace Popore y cómo se fue dando su desarrollo hasta ahora?
–Popore nace en 2016 de forma online de mano de la ceramista Julia Isídrez y con cesterías del pueblo Mbyá-Guaraní; con el paso del tiempo fuimos trabajando con otras comunidades indígenas. También fue creciendo la familia Popore con la ceramista Ediltrudis Noguera. Luego de seis años de trabajar de forma online, nace la Casa Popore en la ciudad de San Antonio, a orillas del río Paraguay, dando de esta manera un espacio físico donde las personas puedan venir y conocer más de cerca no solo las obras, sino un poco de la cultura de cada comunidad.
–¿Qué formas de arte y/o artesanía comercializan?
–Trabajamos con dos ceramistas, Julia Isídrez y Ediltrudis Noguera, ambas artistas referentes del arte popular del Paraguay. También con diferentes comunidades indígenas de nuestro país, como los mbyá-guaraní, manjui, nivaclé, aché, pãi tavyterã, ishir y avá-guaraní. Al hablar de cerámica, contamos con obras representativas de las artistas, piezas de gran tamaño, figuras decorativas, como también piezas utilitarias. Dentro del arte indígena, tenemos una diversidad de cada pueblo mencionado como cesterías, tallas en madera, arte plumario, telares en caraguatá, dibujos, etc.
–¿El proyecto tiene un énfasis o inclinación por tema, técnica u origen a la hora de buscar, comprar o exponer obras?
–En cerámica siempre buscamos tener obras representativas del artista, tanto de Julia Isídrez como de Ediltrudis Noguera. Aparte trabajamos conjuntamente con las artistas para crear piezas nuevas, respetando su propio estilo y toque personal. Con las comunidades indígenas no es diferente, trabajamos desde el punto cero, para poder tener piezas con un acabado prolijo y fino, teniendo piezas tradicionales, ancestrales como el cedazo, el ajaka, entre otras, y también creando nuevas formas siempre respetando la identidad y las simbologías ancestrales de cada una de ellas.
VÍNCULOS
–¿Qué tipo de vínculos comerciales tienen con los artistas?
–Cada mes tenemos nuestro recorrido por las distintas comunidades, desde el departamento de Caaguazú hasta el Chaco paraguayo, recorriendo diferentes localidades del Paraguay, retirando pedidos y dejando otros para nuestro regreso, que es de vuelta en un mes o inclusive a veces en 15 días. Las compras son directas con cada una de las y los artesanos, y a veces dando algunos adelantos para que puedan seguir creando de manera de generar una especie de entrada fija.
–¿Qué particularidades encuentran en los trabajos de y con las comunidades indígenas?
–Es un trabajo diferente que no se basa netamente en lo comercial, sino que va mucho más allá, como el reconocer sus tiempos, sus creencias. Al comienzo siempre es un poco más difícil poder acercarse, ganarse la confianza de la comunidad y crear un vínculo de trabajo constante. Una vez que van pasando los meses y saben que vas cumpliendo con ellos, que es cierto que vas a estar ahí cada mes, o cada fecha que les decís, creo que el trabajo empieza a tomar forma, confianza y se van creando cosas lindas, un vínculo que va más allá de lo comercial. Otro tema no menor es llegar a cada una de las comunidades. Lastimosamente hoy en día muchas de ellas no cuentan con caminos dignos y un día de lluvia se hace imposible acceder. Son también cosas que fuimos aprendiendo y experimentando a lo largo de estos casi siete años trabajando con las comunidades.
–¿El lugar o la forma de comercialización del arte lo valorizan como bien de consumo o eso es solo un detalle menor?
–Uno de los motivos que nos impulsó a crear Popore es justamente revalorizar el arte indígena y popular, entendiendo este como una expresión de la colectividad a la que representan, poder trasmitir la importancia de la conservación del medioambiente, el respeto a sus tierras y comprender que cada pieza es realizada por personas que son parte de un pueblo, con la carga de su historia que configura gestos de identidad. También es transcendental señalar la importancia que requiere el respeto a sus territorios, sus costumbres. Por dar un ejemplo, hoy en día en los dibujos nivaclé se puede observar la deforestación del Chaco, la caza de animales por parte de los “otros”, refiriéndose a aquellos que no pertenecen a la comunidad. Muchas veces vemos en los semáforos de Asunción o alrededores artesanos indígenas intentando vender sus piezas. Estos migran de sus territorios por la necesidad que sufren y al llegar a las ciudades sin nada de capital, con sus artesanías en mano, se ponen en los semáforos a vender y con una necesidad extrema deben dar a precios ínfimos. Esto hace que el arte indígena no sea valorado y no se le dé el lugar que se merece, las horas de trabajo que lleva realizar una pieza, desde la cosecha de la fibra natural, el secado, el tramado, etc. Esta es una de las cosas que nos impulsó y creemos que hace la diferencia la exposición de cada una de estas obras, siempre mostrando el origen de cada una de ellas, contando el gran trabajo que lleva y dando visibilidad a los grandes artistas indígenas y populares que tenemos en el país.
MERCADO LOCAL
–¿Qué tan desarrollado está el mercado local de arte popular e indígena?
–Desde que comenzamos con Popore en 2016 creo que al arte indígena y popular fue creciendo bastante dentro del mercado local. Se ve un desarrollo en este tiempo. Si bien falta mucho más por hacer, crear, promocionar y valorizar se está dando un cambio positivo dentro del consumo y venta del arte paraguayo.
–¿Qué potencialidad hay de exportar arte o artesanía hecha acá de manera sostenida?
–Muchas personas de otros países nos escriben a diario para consultar si realizamos envíos a otros países, también galerías o empresas que quieren llevar de forma más masiva. Lastimosamente no existen suficientes políticas públicas que faciliten este trabajo, desde impuestos que no están contemplados dentro de la artesanía, hasta los envíos. Hoy en día existen empresas privadas que realizan, pero al tener un costo muy alto dificulta el proceso de venta.
–¿Qué proyectos a futuro se plantean desde Popore?
–Queremos seguir potencializando el espacio de la Casa Popore para que sea un punto de referencia cultural del arte indígena y popular de nuestro país. Para esto seguiremos trabajando e incorporando a más comunidades indígenas y artistas populares a la familia Popore para seguir mostrando la riqueza y la diversidad de nuestros pueblos indígenas. Este año tenemos una exposición con la ayuda de la Embajada de Paraguay en Portugal en una galería de Lisboa. La idea es ir recreando este tipo de actividades en otros países para que más personas de todo el mundo conozcan y valoren el gran trabajo de los artistas indígenas y populares de nuestro país.
MUESTRA DE JULIA ISÍDREZ
Actualmente se encuentra habilitada en Popore la muestra “La plasticidad de la memoria”, de Julia Isídrez. En el espacio se presentan vasijas, botijo, platos y formas sin nombres creadas por la artista; algunas se acercan a lo zoomorfo y otras giran en torno a lo antropomorfo.
Julia es una discípula de su madre, Juana Marta Rodas, quien le transfirió los secretos del trabajo con el barro. Sus obras, que presentan tradición y al mismo tiempo actualidad, conjugan la memoria y la versatilidad de su imaginación.
PERFIL
Nombre: Gustavo
Apellidos: Gauto García
Lugar de nacimiento: Caaguazú (1992)
Formación: Diseño de Indumentaria Escénica y Urbana. Instituto Superior de Arte, Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte (FADA)- Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Trayectoria: En 2018 hizo un curso con el Colectivo de Mujeres Alfareras Nativas de Itá, Caaguazú, donde aprendió a modelar el barro con la técnica colombín. Participó en la muestra colectiva Improntas (FADA), resultado del taller de la reconocida ceramista argentina Silvia Jordán. En 2016 creó Popore, marca que promueve el arte indígena y popular del Paraguay, trabajando con diferentes comunidades indígenas y ceramistas reconocidas del país. En 2019 tuvo su primera exposición de forma individual en la muestra (IN) Orgánico, realizada en el Centro Cultural del Lago.
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Arte indígena paraguayo se destaca en festival Te Aratini en Expo 2020 de Dubái
Paraguay está presente en el “Festival de ideas indígenas y tribales” que forma parte del Te Aratini, evento insignia durante la Semana de la Tolerancia y la Inclusividad en la Exposición Universal que se realiza en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
El representativo evento se desarrolla del 17 al 19 de noviembre y es dirigido por líderes maoríes, en asociación con el gobierno de Nueva Zelanda, y busca lograr una mayor inclusión y aceptación de los sistemas de conocimiento y los conocimientos prácticos de los pueblos indígenas en varias áreas de la política económica y comercial existentes y emergentes.
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El primero de la historia
Liderado por el Foro Nacional de Cátedras Iwi, una coalición de presidentes iwi (tribales) independientes, Te Aratini marca un momento culturalmente significativo como el primer festival indígena en la historia de las Exposiciones Mundiales. Nueva Zelanda ha colaborado con otras naciones participantes para realizar el evento, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, Australia, Canadá, Estados Unidos, Malasia, Paraguay y Panamá.
Adriana Ortiz, titular del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA), en contacto con el programa “A Punto” del canal GEN detalló parte de lo relacionado a este importante evento en la muestra más grande del mundo realizada en Emiratos Árabes Unidos.
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Protagonistas de evento cultural
La titular del IPA precisó que representan a nuestro país en la muestra y participan en foros de negocios junto a Andrea Vázquez, directora general del IPA, y la artista de la parcialidad nivaclé, Bianca Orqueda, quien fue protagonista del evento cultural.
“Realmente en este evento de inclusión van a ver lo mejor del Paraguay y en el foro de inclusión y tolerancia estamos hablando del trabajo que venimos realizando desde el IPA, dando espacio a los 19 pueblos indígenas y a las 5 familias lingüísticas que componen el territorio paraguayo. De esa manera hacemos conocer al mundo que el Paraguay es también un país multicultural”, explicó la titular del IPA.
Bianca Orqueda se encuentra participando de recitales, no solo en el festival internacional para pueblos indígenas Te Aratini, sino en toda la expoferia en Dubái. “Estamos promocionando nuestro arte y nuestra cultura a todo el mundo”, refirió.
Costumbres tradicionales
La programación del festival incluye una variedad de charlas y actuaciones que presentan las costumbres tradicionales de la narración indígena y replican aspectos del aprendizaje tradicional a través de reflexiones diarias, canciones, oración y meditación.
El evento organizado por el pabellón de Nueva Zelanda está encabezado por líderes y pensadores indígenas centrados en los temas de comercio, cultura, comunidad y conservación. Te Aratini es una plataforma innovadora destinada a elevar las voces indígenas a nivel mundial.
La programación
La organización que dirige el pabellón de nuestro país hizo llegar la programación del evento en el cual se encuentran participando nuestras compatriotas. Ayer miércoles 17 de noviembre, la muestra se enfocó en reafirmar las economías de los pueblos indígenas y tribales a través de idiomas y valores; el triunfo en la batalla por nuestra historia y soberanía visual; la conservación de comunidades saludables para construir economías saludables.
Este jueves 18, se centró en repensar la política indígena y tribal; restaurar los ecosistemas comerciales indígenas y tribales para permitir la independencia económica; preservar y promover los sistemas alimentarios indígenas y tribales; conectar la naturaleza, el conocimiento y las personas a través del turismo cultural; cuidar el planeta, el cuerpo y el espíritu a través de nuestras economías.
Para mañana viernes 19, se prevé abordar la reactivación de nuestras conexiones comerciales y de cooperación económica; aprovechar la visibilidad de las mujeres indígenas en los asuntos globales; inclusión digital y futurismo indígena.
Foros y conciertos
Durante los tres días de actividades, la organización del evento destaca la participación de Andrea Vázquez, actual directora general de Desarrollo del IPA, quien disertó el 16 de noviembre sobre “La Comercialización de Artesanía y su impacto en la conservación del Patrimonio en las comunidades” y el 17 de noviembre sobre “Familias Lingüísticas y diversidad cultural en los 19 pueblos indígenas del Paraguay”.
Por su parte, Ortiz habló este jueves sobre el “Proceso colaborativo de diseño y construcción de los telares del Pabellón de Paraguay”, y mañana expondrá sobre la “Cerámica de los pueblos de Paraguay” y el sábado 20 de noviembre sobre el “Concurso A + D en Paraguay y su impacto en el desarrollo de las Comunidades Artesanales Paraguayas”.
Bianca Orqueda, cantante nivaclé, se encuentra llevando a cabo conciertos y participando de festivales artísticos y culturales durante los días que dure el Te Aratini.