Cada sábado, Zhang Xinsheng viaja dos horas por el complejo sistema del metro de Pekín con un mapa hablado que lo lleva hasta el cine donde se encuentra con sus amigos. Zhang quedó ciego con poco más de 20 años de edad por una condición degenerativa, pero al perder la vista descubrió el amor por el séptimo arte en el club de “cine hablado”, donde voluntarios hacen narraciones vívidas para un público no vidente o con vista limitada.
“Después de escuchar una película por primera vez en 2014, sentí como un mundo que se abrió para mí”, contó. “Sentí que podía entender la película a pesar de mi ceguera. Se formaron imágenes claras en el ojo de mi mente (...) cuando (el narrador) describía las escenas de risa, de llanto”, agregó.
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Ahora con 51 años, Zhang va todas las semanas a un teatro en Qianmen, en el corazón del viejo Pekín. Decenas de ciegos llegan a las proyecciones de los sábados organizadas por el Teatro Xin Mu, formado por un pequeño de voluntarios que comenzaron a presentarle películas a personas ciegas en China.
Su método es simple: un narrador describe lo que sucede en la pantalla, incluidas las expresiones faciales, gestos no hablados, el entorno y la vestimenta. Les dan las claves visuales que de otro modo se perderían, como un cambio repentino de escenario de hojas que caen a nieve, que sugiere el paso del tiempo.
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Recientemente, el grupo presentó “Un gato callejero llamado Bob”, sobre un felino que ayuda a un hombre que vive en las calles de Londres a dejar las drogas y convertirse en escritor exitoso. El narrador Wang Weili describe lo que ocurre en la pantalla.
“Ahora cae nieve sobre Londres, una ciudad de Inglaterra. Es un poco como Pekín, pero los edificios no son tan altos”, dice en medio del diálogo doblado en chino. “Un hombre con binoculares, dos cilindros usados para ver cosas que están lejos, mira a James cuando canta en una esquina con Bob el gato”, prosiguió. El silencio era total mientras hablaba, nadie murmuraba ni comía para escuchar atentamente.
“Dígame lo que ve”
Wang se sintió inspirado a presentar las películas al público ciego después de narrar “El Exterminador” para un amigo. “Vi cómo le sudaba la frente cuando yo describía las escenas de acción. Él estaba emocionado”, recordó. “Me decía ‘dígame lo que ve’”.
En 2005, Wang alquiló una pequeña habitación en un patio de Pekín y comenzó el club de cine narrado con un pequeño televisor de pantalla plana, un aparato de DVD usado y unas 20 sillas. Su cine improvisado de 20 metros cuadrados siempre estaba lleno.
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Narrar películas a un público ciego puede ser un desafío, especialmente si la trama tiene elementos históricos o imaginarios que el público no conoce. Por ejemplo, antes de presentar “Parque Jurásico”, Wang deja que los asistentes toquen varios modelos de dinosaurios.
“Yo veo la película al menos seis o siete veces y escribo mi propio guión detallado”, dijo el empresario convertido en activista. Xin Mu ahora tiene alianzas con cines grandes para hacer sus proyecciones. La pandemia también llevó al equipo a ofrecer un servicio de “streaming” con narraciones grabadas. El grupo ha presentado casi mil películas en los últimos 15 años.
Oportunidades limitadas
En China hay más de 17 millones de personas con impedimento visual, de las cuales 8 millones son completamente ciegas, según la Asociación China para los Ciegos. En la última década, el país ha construido más pasarelas para ciegos, instaló letreros en braille en los elevadores y permitió a los no videntes postular para empleos en el gobierno y entrar a universidades.
“Pero la comunidad ciega tiene oportunidades limitadas de participar en actividades culturales”, dijo Dawning Leung, fundadora de la Asociación de Audio Descriptivo de Hong Kong. “No tienen acceso a cines, teatros o muestras artísticas porque no hay conciencia sobre la necesidad de narraciones de audio”, reclamó.
“Incluso las descripciones de audio en los museos están hechas pensando en personas videntes. Hablan de la historia de un objeto o dónde fue hallado, pero raramente describe el objeto”, agregó. Durante años, activistas han reclamado en China leyes que exigen descripciones de audio para películas, programas de televisión o arte, como se hace en Hong Kong, pero ha habido poco avance.
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Las proyecciones gratuitas de Xin Mu ofrecen una oportunidad única para que los ciegos sean pare del mayor mercado cinematográfico del mundo. “Las películas ayudan a enriquecer mi vida... Me ayudan a entender los desafíos de la vida”, comentó Zhang.
Su película favorita es “Dangal”, una taquillera cinta india en la que un padre estricto enseña a sus hijas a superar los tabúes sociales y convertirse en campeonas de lucha. “A veces pienso, como los protagonistas de esa película, que yo puedo cambiar mi suerte trabajando duro”, dijo.
Fuente: AFP.