Cuando Romain Daubec y su esposa dejaron San Francisco en 2020 para instalarse en Denver, Colorado, pensaban que teletrabajar a 2.000 km de su oficina duraría seis meses como máximo. Pero con el auge de la variante delta del COVID-19, quisieran que esta forma de vida se imponga “naturalmente”.
En Estados Unidos, una tras otra, las empresas están retrasando el regreso de sus empleados a la oficina, preocupados por la nueva ola de contagios. Pero al igual que esta pareja franco-estadounidense, muchos habitantes en Estados Unidos ya se habían preparado para un segundo año de teletrabajo, esta vez voluntario, y no tienen intención de volver a la oficina, satisfechos con su nueva vida profesional y personal.
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La semana pasada se registraron en Estados Unidos unos 113.000 casos diarios de COVID-19, 24% más respecto al promedio de los siete días anteriores, dijo el jueves Rochelle Walensky, directora de los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC), la principal agencia federal de salud pública.
El mismo día, Facebook anunció que había pospuesto el regreso a la oficina de sus empleados hasta enero de 2022. “Son los datos y no las fechas lo que influye en nuestro planteamiento de regreso” al trabajo presencial, argumentó una portavoz del grupo, asegurando que la prioridad era “la seguridad de todos”.
Hace unas semanas, sin embargo, la red social parecía querer volver a los hábitos laborales previos a la pandemia, planeando reabrir completamente sus oficinas para octubre, con vacunas y mascarillas. Facebook se ha sumado a Microsoft, Amazon, American Express e incluso al canal NBC, que han retrasado el regreso de sus empleados a octubre o enero.
Menos salario, menos impuestos
Para Romain Daubec, de 34 años, analista financiero de una subsidiaria de BNP, y su esposa Monica, empleada de Facebook, regresar a la oficina ya no es una opción. Es cierto que su esposa perdió el 10% de su salario debido a su reubicación, pero ello “se compensa en gran medida” por la calidad de vida, el precio de la vivienda - dos o tres veces más barato en Colorado que en California -, impuestos más bajos también, dice Romain.
Mónica ya no tiene, además, que soportar tres horas en el autobús al día. Oren Klachkin, economista de Oxford Economics de 35 años, también salió de Manhattan, Nueva York. El otoño boreal, cuando una nueva ola pandémica golpeó a Estados Unidos, las cosas se hicieron más claras: “esta es la oportunidad, que se presenta una vez en la vida, de vivir en otro lugar mientras conservamos nuestros trabajos”.
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Contar con más tiempo para vivir es una ventaja real: con su esposa Nicole, una consultora de 35 años, compartían un pequeño apartamento en Nueva York. Ahora tienen su “casita” en Boulder, no lejos de Denver, y cada uno dispone de una habitación para trabajar.
“Amo mi nueva vida aquí”, dice el economista. “Me gusta trabajar teniendo acceso a actividades al aire libre”. El teletrabajo en Colorado le ha permitido equilibrar su vida profesional y personal, mientras antes “desperdiciaba” al menos 45 minutos en el metro todos los días.
“Por supuesto”, dice, “hay algunas desventajas de no poder interactuar físicamente” con los colegas. Pero “un software online diferente nos permite vernos, aunque estemos lejos (...), me permite mantener esta interacción casi física, aunque no estemos físicamente en el mismo espacio”.
Confianza
Para Romain, no es tanto el lugar donde se trabaja lo que importa, sino el trabajo que se hace. “En lo que a mí respecta, solo necesito una buena conexión a internet y respetar la zona horaria de San Francisco”, afirma, reconociendo que no todos los trabajos son adecuados para el teletrabajo, especialmente cuando hay que desarrollar un producto o interactuar continuamente.
También insiste en la relación de confianza entre empleados y empresarios: la empresa autoriza el teletrabajo porque también gana al reducir sus costes fijos, pero el empleado se compromete tácitamente a trabajar con la seriedad como si estuviera en el mismo lugar que su responsable. Oren Klachkin cree que ahora él es más productivo, al no padecer más el agobio del transporte.
Fuente: AFP.