“¡Los vinos naturales son toda mi vida!”. Vanessa Massé, primera mujer nombrada en Francia sumiller del año por la guía Michelin, es ante todo natural, como los caldos que presenta en su restaurante de Niza.
“La publicidad, ¡me da igual!”, asegura esta mujer de 30 años, que ha pasado por Bélgica, Dinamarca, Singapur y Dubái, y que ha puesto su oficio al servicio de los viticultores que trabajan la viña según el estricto protocolo de los vinos naturales.
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El vino natural exige un proceso muy diferente del convencional, incluso si es de denominación de origen o ecológico. La viña no recibe pesticidas, ni ningún insumo químico, dejando que los ritmos de la naturaleza actúen. En la etapa de vinificación, sólo está la uva, ni sulfitos ni levadura, lo que requiere mucho más cuidado para conseguir la fermentación.
“Se trata realmente de vinos de la tierra, donde los viticultores lo dan todo cada día del año para conseguir una esencia pura”, explica Vanessa Massé, impresionada por el trabajo que hay detrás de cada botella. “Es por esto, y también por el gusto, que los represento”.
Con el pelo recogido con una pinza, pasa de mesa en mesa en su restaurante-tienda de Niza (sur), el Pure&V, distinguido con una estrella Michelin. Desde su apertura en mayo de 2018, ya han pasado varios chefs por sus fogones. El establecimiento, de muros color verde botella, puede acoger a una veintena de comensales y, en el plato, la inspiración es escandinava y los productos locales.
“Espíritu libre”
El lujo está en la carta de vinos, que permite escoger entre 67 productores, algunos de los cuales vienen de Sudáfrica y Australia. La gama de precios es elevada. Todo son elogios para Vanessa. “Es un pozo de ciencia, el alma de este lugar”, dice David Droulez, de 46 años, otrora cronista para una revista de alcoholes que viene a menudo al restaurante. “¡Tiene un paladar exquisito!”, insiste Mattia Carfagna, de 42 años, microviticultor italiano instalado en el centro de Francia.
Nacida en Nantes, cosecha de 1990, de una madre portuguesa que limpia casas y a quien solo le gusta el porto y de un padre que “bebe un poco de todo”, nada hacía presagiar que Vanessa llegaría tan lejos, y más en una profesión dominada por los hombres.
Explica que primero pensó dedicarse a la restauración antes de formarse como sumiller. Uno de sus profesores en la ciudad de Béziers (sur), Ludovic Bigel, la recuerda con una “determinación sin parangón”. Los vinos naturales ya le interesaban: “Tenía una visión del oficio y de lo que quería defender”.
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Tras la formación, Vanessa Massé trabaja en múltiples establecimientos de referencia. En Copenhague, vive una “revelación culinaria sobre todo lo que es fermentación, acidez, la forma de tratar las verduras”. En Singapur, perfecciona sus habilidades con la clientela y el servicio, el “acompañamiento cuidadoso de cada cliente”.
Acaba instalándose en Niza para llenar el vacío en la región sobre los vinos naturales. Y la apuesta le sale bien: en 2019, figura en el palmarés de la guía Fooding y un año después consigue una estrella Michelin. El nacimiento de su primer hijo no frena sus ambiciones y crea, con su marido, una consultoría. “¡Si algo le gusta, se lanza a por ello! Es un espíritu libre, muy libre”, observa su ex chef sueco Hugo Bolt, de 27 años.
Fuente: AFP.