Una adecuada nutrición es esencial para la salud, particularmente cuando el sistema inmune necesita defenderse. La pandemia ha afectado a nuestras emociones y tiene consecuencias directas en nuestra alimentación. Nuestras emociones tienen un efecto poderoso sobre nuestra cultura alimenticia, tanto en la elección de alimentos como en los hábitos y en nuestro comportamiento.

Al respecto conversamos con la nutrióloga Lorena Benítez, quien explicó que cuando nuestras emociones están a prueba la repercusión en la comida suele ser inmediata, a esto es lo que se llama un comedor emocional. Quizás no lo éramos, o quizás sí pero no lo sabíamos porque no nos habían puesto entre la espada y la pared. Lo que hay que destacar es que la época que nos está tocando vivir, ha desencadenado una pérdida del control sobre la alimentación en muchos pacientes.

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El aumento de peso y la pérdida de hábitos alimenticios saludables, así como el abandono del ejercicio físico son algunas de las problemáticas. Para muchos pacientes, diabéticos, hipertensos, con obesidad, con nefropatías, etc.

Esto supone también una pérdida de su calidad de vida y un progreso de su enfermedad. Es muy importante retomar cuanto antes nuestros hábitos alimenticios y recuperar o crear una actitud alimentaria adecuada que deje de lado las malas costumbres adquiridas, destacó Benítez.

Recomendaciones

Incluir todos los grupos de alimentos de manera balanceada, de preferencia los alimentos frescos, naturales o mínimamente procesados, éstos son ricos en nutrientes como proteínas, vitaminas, minerales y probióticos. Consumir al menos 3 raciones de frutas al día y 2 de hortalizas.

Elegir cereales integrales procedentes de grano entero (pan integral, pasta integral, arroz integral), y legumbres cocinadas con verduras, productos lácteos, consumir leche, queso y yogures descremados para fortalecer huesos y dientes.

Las carnes son buena fuente de proteínas, se recomienda consumirlas de 3 a 4 veces a la semana. En caso de carne roja, comer máximo una vez a la semana y optar por las carnes blancas como el pollo y el pescado. Evitar carnes grasas de cualquier animal. Optar también por consumir frutos secos, semillas y aceite vegetales como maíz, girasol o canola, disminuir la sal en las comidas. Moderar el consumo de alimentos ultraprocesados (envasados), por su elevado contenido energético que puede llevar al sobrepeso y la obesidad.

Preferir siempre el agua como fuente de hidratación, también pueden consumirse caldos vegetales, caldos de carne y de pescado (desgrasados), infusiones y té. Evitar el consumo de bebidas refrescantes o con edulcorantes y en caso de tomarlas, hacerlo de forma ocasional.

No se recomienda el consumo de bebidas alcohólicas, incluyendo el vino o la cerveza, en el caso de ser bebedores de vino o cerveza no sobrepasar las dos copas de vino o dos vasos de cerveza al día, en hombres y no más de una en mujeres e intentar tener como objetivo a corto o largo plazo la disminución del consumo de alcohol y evitar fumar.

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Comer sano, además de desarrollar y fortalecer el sistema inmunitario para protegernos contra las infecciones, colabora en la recuperación en caso de enfermedad. La alimentación saludable configura una estrategia clave de prevención de diversas enfermedades, por lo que no debe ser vista como una opción sino como un estilo de vida, finalizó la especialista.

La nutrióloga Lorena Benítez indicó que el aumento de peso y la pérdida de hábitos alimenticios saludables, así como el abandono del ejercicio físico son algunas de las problemáticas que hoy enfrentan las personas. Foto: Gentileza.

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