El espacio “Ejemplo de superación” del diario La Nación se convirtió en vidriera de historias de paraguayos y paraguayas que no se enfrascaron en los límites interpuestos por la pandemia y se reinventaron para ganar a las adversidades y salir adelante en sus metas personales y familiares.
En esta edición conoceremos a la señora Jorgelina Delvalle, de la ciudad de Atyrá, madre de familia que antes de la crisis sanitaria se dedicaba a la fisioterapia, pero por las razones que todos conocemos sufrió la pérdida de muchos clientes desde que empezaron a instalarse las medidas sanitarias para evitar el contagio del COVID-19.
Sin empleo fijo, con hijos que mantener y deudas que pagar, doña Jorgelina abrió una huerta donde produce frescas verduras y hortalizas que las vende en su comunidad.
La mujer relató a esta redacción que antes de que “comience todo”, empezaba a dar sus primeros pasos como fisioterapeuta profesional, en un consultorio privado ubicado en el centro del citado distrito.
Pero, se vino el virus y con él la reducción de clientes que temían a los contagios. Jorgelina se vio en la difícil situación de buscar qué hacer para seguir adelante.
A ella le gusta la agricultura. Desde sus raíces familiares lleva en su sangre la pasión por la siembra y cosecha de los frutos de la tierra. Sus padres tenían un bananal y ella de joven siempre ayudó. Teniendo en cuenta esto, analizó la posibilidad de comenzar una huerta en su casa y producir alimentos saludables para la venta.
Fue así que conoció una oportunidad de asistencia que otorga el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a familias que se encuentran en necesidad y se inscribió en la carrera para lograr ser una de las beneficiarias de los proyectos productivos.
Su alegría fue grande cuando se enteró de que salió seleccionada. Entonces, empezó a recibir desde la institución semillas y luego herramientas para comenzar su siembra.
Jorgelina aprovechó el espacio que tiene en su terreno para comenzar a construir las parcelas. Pero no lo hizo sola, cuenta con la ayuda de su esposo y sus hijos de 16 y 12 años de edad, respectivamente.
“Yo sigo ofreciendo servicios de fisioterapeuta, pero muy poco y es solo por agendamiento. Entonces, fue en noviembre del año pasado que me vi en la necesidad de buscar una forma de salir adelante. Empecé a criar gallinas, patos, gansos y luego me salió el tema de la semillas”, expresó.
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La mujer comentó que con su esposo siguen pagando por el terreno donde viven, lo que les hace más difícil sobrellevar las demás cuentas familiares. Aun así, ella perseveró con su huerta y hoy tiene productos frescos y naturales para la venta como lechuga, acelga, pepino, locote, zanahoria, remolacha, frutilla, entre otros.
“La verdad yo no me quejo. Gracias a Dios me va bien y por suerte no nos hace faltar el pan de cada día. Es más, esto ayuda bastante. Mientras tanto, mi marido trabaja hacia Luque y él se encarga de la cuenta del terreno. Yo con esto puedo solventar los demás gastos”, destacó.
Jorgelina reiteró su pasión por la agricultura y puso énfasis en el tremendo desafío asumido.
“Es un desafío grande para una mujer, pero no imposible”, señaló ella misma, al momento de revelar que tiene planes de ampliar su huerta y granja a fin de incluir más productos para tener una mayor variedad “Porque la gente de repente viene y pide de todo. A veces nos piden mandioca, papas y maíz. Yo ya estoy implementando de a poco eso y la verdad que salió muy bien”, concluyó.
Las personas que deseen adquirir los frescos y saludables productos naturales que salen de la huerta familiar de doña Jorgelina pueden contactarla al (0984) 447-889.