Un punto fundamental para la recuperación completa de un paciente con COVID-19 es la alimentación. Al respecto, la nutricionista de la Dirección de Vigilancia de Enfermedades no Transmisibles, Lic. Bethania Machuca, habló sobre la importancia del compromiso individual en el cuidado de la salud no solo durante el periodo de padecimiento de la infección, también en la etapa posterior de recuperación, teniendo en cuenta que luego de enfermar por COVID-19, el sistema inmunológico queda deprimido; es decir, muy afectado.

Aclaró que hasta el momento no existe evidencia de que algún alimento, suplemento ni medicamento cure el COVID-19. “Pero sí sabemos que los alimentos ayudan a paliar ciertos síntomas y principalmente a mantener alerta nuestro sistema inmunológico”, afirmó.

Así también, la profesional aconsejó a los que están cursando la enfermedad y a aquellos que ya la superaron a consumir los 7 grupos de alimentos, cuidando las porciones.

La profesional aconsejó a los que están cursando con la enfermedad y a aquellos que ya la superaron, consumir los 7 grupos de alimentos, cuidando las porciones. Foto: Ilustrativa.

Carbohidratos y proteínas

Entre los carbohidratos o cereales, indicó optar por aquellos integrales (arroz, fideo, panificados), ya que contienen más minerales, vitaminas, nutrientes y fibras, y proporcionarán mayor saciedad al organismo.

En cuanto a las proteínas, instó a preferir mayormente las carnes blancas (pollo, pescado). En caso que quieran consumir las carnes rojas, se aconseja hacerlo solo una vez por semana. Las legumbres también se encuentran dentro del grupo de proteínas (poroto, lenteja, locro, arveja, etc.). Las proteínas de origen vegetal aportan una importante cantidad de minerales y vitaminas esenciales para el organismo. Las legumbres deben ir acompañadas siempre de cereales o carbohidratos (arroz o fideo).

Frutas y verduras

Con relación a frutas y verduras, dijo que son esenciales para un cuadro de recuperación óptimo del COVID-19. En ese sentido, la nutricionista recomienda incluir vegetales de diversos colores, que pueden consumirse en forma fresca o cruda, salteada, al vapor, hervida, al horno, ya sea como ensalada o como caldo de verduras. En tanto que las frutas, sugiere comerlas enteras o en compotas.

Señaló que el paciente con COVID-19 debe consumir a diario verduras, sin excepción, para la absorción de vitaminas y minerales. Agregó que el cuerpo está luchando contra una patología, por lo que necesita más que nunca de esos nutrientes o antioxidantes.

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En lo que respecta a las frutas, refirió que se pueden incluir hasta 3 frutas al día, siempre y cuando el paciente no padezca de diabetes. A la mañana, en el desayuno se puede incluir una porción de mamón, en el almuerzo una naranja como postre, o en la tarde consumir una banana. Puntualizó que las personas con enfermedades crónicas (diabetes o hipertensión) deben seguir su esquema alimentario indicado por el profesional tratante, aún con el COVID-19, y consumir hasta 2 frutas de colores distintos.

Igualmente, expuso que aquellas personas que presentan molestias en la garganta (irritación, picor o dolor), no es recomendable que consuman cítricos como el limón, la naranja o el pomelo, ya que esto puede intensificar la irritación o dolor de garganta.

Con relación a frutas y verduras, dijo que son esenciales para un cuadro de recuperación óptimo del COVID-19. Foto: Nadia Monges.

Lácteos y grasas saludables

Con respecto a los lácteos, sostuvo que se deben consumir una a dos veces al día para obtener la dosis de calcio y vitamina C que el cuerpo requiere. Lo ideal es consumir los descremados: leche y yogurt descremados, quesos bajos en grasas.

Por el lado de las grasas saludables, explicó que el aguacate, frutos secos sin sal (nueces, maní y almendras) son una excelente fuente de grasas saludables.

Las semillas de lino, de sésamo, de chía, son una fuente importante de alimentos que pueden incorporarse a los jugos, batidos y ensaladas, y ayudan a mejorar el tránsito intestinal, evitando de esta manera el estreñimiento, que en ocasiones ocurre en personas con COVID-19.

Hidratación

Otro punto fundamental es cuidar la hidratación, ya que es un factor de gran relevancia para el paciente con COVID-19 o que haya superado la enfermedad. Se logra principalmente a través del consumo diario de agua, que supere los 1,5 litros. Otra manera de aportar líquido al organismo es a través de la alimentación con los caldos, sopas, infusiones o tés, e incluso jugos de frutas naturales recién elaborados, siempre y cuando la persona no sea diabética.

Manifestó que la persona que no se hidrata correctamente puede descompensarse, manifestar mareos, mayor cantidad de tos, mantiene su congestión nasal y catarro. Pidió evitar las bebidas azucaradas envasadas y las gaseosas, aparte de que no nutren, tampoco hidratan.

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Otro punto fundamental es cuidar la hidratación ya que es un factor de gran relevancia para el paciente con COVID-19 o que haya superado la enfermedad. Foto: Ilustrativa.

Sal y ultraprocesados

La nutricionista aconsejó evitar excederse con la sal durante la preparación de las comidas, ya que el exceso de sal causa retención de líquido en el cuerpo y no contribuirá al proceso de micción. Recomienda al momento de preparar las comidas utilizar especias (romero, orégano, laurel) para saborizarlas y de esta manera disminuir el uso de la sal. Indicó hasta una cucharadita de sal al día distribuidas en todas las comidas del día.

Remarcó que no es aconsejable el consumo de productos alimenticios ultraprocesados (envasados, enlatados o comida chatarra) durante ni después del COVID-19, pueden provocar que el cuerpo se inflame aún más debido a que contienen una alta cantidad de sodio, grasas y azúcares.

La nutricionista aconsejó evitar excederse con la sal durante la preparación de las comidas. Foto: Pexels.

Suspender el alcohol

En cuanto al consumo de alcohol durante un cuadro respiratorio y sobre todo durante el padecimiento de COVID-19, dijo que no es aconsejable y que se debe evitar. Tampoco se recomienda consumir bebidas alcohólicas luego de superar la infección, ya que el cuerpo se haya resentido, debilitado. Lo ideal es no consumir alcohol hasta un mes después de la recuperación, siempre y cuando se trate de pacientes que cursaron la enfermedad de forma leve, sin hospitalización.

“Al consumir alcohol, lo que hacemos es retroceder en todo el proceso de recuperación y además impedir la absorción de muchas vitaminas”, puntualizó la profesional.

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