La situación por la que estamos atravesando con la pandemia del COVID-19 no ha sido fácil para nadie, pero es fundamental tratar de hacer las cosas lo mejor posible, sobre todos si se trata de la crianza de niños y niñas. Para hablar al respecto y que brinde algunos puntos a tener en cuenta, La Nación contactó con la psicóloga Agostina Achon, quien es parte de un espacio interactivo creado para padres comprometidos con el desarrollo integral de los niños, denominado Keiki.
Para empezar, es importante entender que nuestro cerebro busca patrones y necesita saber qué va a pasar ante tanta incertidumbre que estamos viviendo porque de lo contrario va imaginando y creando escenarios negativos y/o hasta catastróficos.
Al respecto, la profesional señaló que lo mismo pasa en el cerebro de los más pequeños cuando hay muchos cambios, entonces es importante ir contándoles lo que está pasando, como primer punto.
Explicar lo que sucede
Agostina dijo que hay que ponerle nombre y apellido a lo que está pasando con el tema COVID-19, obviamente adaptando la explicación de acuerdo a las edades. Buscar maneras dinámicas de tratar de naturalizar esto ya sea desde el lavado de manos como también el uso de tapabocas. Mostrarles el correcto uso. Tratar de tomarlo como un juego, pero explicarles todo.
“Uno a veces piensa que los niños no van a entender y les subestimamos. Ellos realmente son muy intuitivos, desde las emociones que tienen los padres o cuidadores, sienten también eso. Si los padres están angustiados, ansiosos, los niños perciben también esta angustia, ansiedad”, refirió.
Tiempo para conectar con ellos
La segunda recomendación de la profesional es darles un momento y escucharles. “Ellos tienen el derecho de estar informados y de sentirse tristes, enojados, confundidos, ansiosos, experimentar diferentes emociones. Lo que tenemos que hacer es conectar con estas emociones, preguntarles cómo se sienten, empatizar con ellos y decirles que nos sentimos igual que ellos”, remarcó.
Aseguró que una de las maneras es reconocer y poner nombre a lo que les pasa. “Por ejemplo, vos te querías ir a la casa de tu amiguito y te enoja que no te puedas ir o te pone triste no poder irte como antes. Es ponerle un nombre a esa emoción que está sintiendo, después validar esa emoción, aceptar la emoción que está sintiendo. Ayudarles a poner en palabras lo que les está pasando porque a veces les cuesta”, indicó.
“Intentemos cambiar la frase que está tan arraigada como el ‘no pasa nada’ porque sí están pasando cosas”, sostuvo. Resaltó que es importante que los padres entiendan que toda conducta tiene una emoción de base y que en toda emoción de base hay algo que le está detonando a esa emoción.
Leer más: Abuelitos ganaron dura batalla: tuvieron dengue, neumonía y COVID-19
Establecer rutinas
Un tercer punto sería establecer rutinas lo que da una estructura y con esto el cerebro se siente más seguro. “Los niños funcionan de una manera mucho más fluida con las rutinas. La anticipación también es otro elemento que es clave. Que el niño sepa qué tiene que hacer y qué se espera de él”, expresó.
Agostina explicó que hay diferentes maneras de establecer estas rutinas en la casa. “Siempre recomiendo utilizar apoyos visuales. Por ejemplo, en el caso de los más chiquititos, se les puede sacar fotos de ellos en la cama despertándose, lavándose los dientes, desayunando, sentándose frente a la compu, almorzando, incluir también los quehaceres domésticos. Levantar los platos, poner la mesa, armar como una rutina visual donde estén contemplados los horarios de descanso, comida, sueño, actividades escolares, quehaceres domésticos”, citó y recomendó colocar esta rutina por la heladera o en algún lugar de la casa donde el niño pueda ver y ya tiene una estructura de qué va a hacer después de cada cosa y eso es muy importante.
“Cuando el niño sabe qué se espera de él, van a haber conductas más adaptativas. Tener varias rutinas constantes generará un hábito y esto, en el futuro se convertirá en cualidades como ser perseverantes, responsables, dedicados. Se habla de un ciclo de rutina, hábito, cualidades”, agregó.
Tiempos de juego y vínculo
En cuarto lugar mencionó que no se trata de la cantidad sino la calidad del tiempo que se pasa con los niños. “Estoy 15 minutos, pero dejo mi celular y realmente le escucho y pongo todos mis sentidos en él. Me tiro al piso y juego con él, hablamos, pintamos, hacemos actividades en familia, si no se puede entre semana, hacerlo el fin de semana y destinar este tiempo para hacer actividades juntos. Jugar, cocinar, leer libros, regar las plantas, lo que les interese en ese momento a los hijos”, apuntó la profesional.
Generar entorno estable
Finalmente, como quinta recomendación, la entrevistada habló acerca de que el padre o cuidador regulado es igual a un hijo regulado. Con esto, lo que se busca es evitar exponerse tan excesivamente a las noticias, ya que muchas de ellas generan mucha ansiedad.
“Hay personas que no toleran de la misma manera todo esto que está pasando y está siendo como unos detonantes muy fuertes en muchas enfermedades como la ansiedad, estrés y demás. Intentemos no exponernos y estar tan pendientes 100% de cuántos muertes, contagios, etcétera, ya que genera ansiedad y eso se transmite también a los hijos”, aseguró.
Leer también: Falleció feminicida: niña queda huérfana
Aclaró que como cuidadores no se puede brindar una tranquilidad que no se tiene y destacó la importancia de cuidar la salud mental de los padres porque cuando hay agobio, cansancio, esto es igual a tener menos energía y menos paciencia para los niños. Indicó que de ser necesario, recurrir a los profesionales de salud.
Puntualizó que se debe intentar ver espacios ya sea desde la virtualidad para interactuar con otros niños ya que esto es superimportante en la medida que se pueda y sea seguro.