Los vestigios de Largo di Torre Argentina, donde fue asesinado Julio Cesar el 15 de marzo del año 44 antes de Cristo, podrán visitarse a partir de 2022, anunció el miércoles la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi. La llamada “Area Sacra”, en el corazón de la ciudad, se convertirá en un museo al aire libre, dijo la alcaldesa y precisó que cuenta para ello con el patrocinio de la casa de moda y joyas Bulgari.
Las obras para restaurar el sitio arqueológico, que alberga las ruinas de cuatro templos, ubicado entre el Panteón y el barrio judío, comenzarán en mayo y deberán estar listas para 2022.
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“Gracias a ese trabajo podremos caminar en medio de los vestigios de nuestra historia”, se regocijó la alcaldesa. Las ruinas se encuentran a seis metros bajo el nivel de la calle y se pueden admirar desde lo alto de la céntrica plaza, con paraderos de buses, tiendas, librerías y un renombrado teatro.
No se trata de un sitio arqueológico cualquiera, su relevancia es histórica, ya que ahí fue apuñalado Julio César el 15 de marzo del año 44 A.C., el asesinato político más famoso de la historia.
Los Idus de Marzo
El crimen, cometido por el temor de que el dictador se proclamara rey, fue organizado el día de la festividad de los Idus de Marzo -el día que ponía fin a los festejos del Año Nuevo, ya que en la Antigua Roma el año empezaba el 1 de marzo- y desde entonces esa expresión es considerada popularmente como sinónimo de traición.
Asesinado durante un evento político por Bruto y Cayo, dos senadores republicanos que conspiraron en su contra, su muerte provocó otro periodo de guerras civiles tras las que su sobrino, Octavio, puso definitivo fin a la República y se proclamó no rey sino emperador de Roma.
Prohibida por años la entrada, el sitio ha tenido muchas vidas. Durante la mayoría del siglo XX las rocas y estructuras albergaron a cientos de gatos callejeros y llegó a alojar tantos, que la gente lo convirtió en un centro de adopción informal. Su fama creció a tal grado que hoy en día existe una institución oficial para los gatos. Entre los templos que datan de los siglos III y IV A. C. destaca un monumento circular dedicado a la Diosa de la Fortuna, cuya colosal cabeza de mármol se exhibe en el museo “Centrale Montemartini” de Roma.
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Los restos fueron descubiertos por casualidad durante las excavaciones de 1926 en el marco del nuevo plan urbano que el dictador Benito Mussolini impulsó para modernizar la ciudad con el derribo de edificios medievales, que sacaron a la luz las ruinas de la época romana.
Ante el hallazgo, se decidió estudiarlas y se inauguraron como plaza pública en 1929. Casi un siglo después, financiadas por Bulgari (propiedad del gigante del lujo francés LVMH), con un aporte de un millón de euros, las obras deberán durar un año y han sido previstos pasajes elevados, así como un sistema de iluminación especial y un espacio para exposiciones.
“Nos estamos preparando para la llegada de nuevos turistas para cuando termine la crisis del COVID”, adelantó la alcaldesa de la capital, preocupada por la crisis del sector, debido a que Roma, meta del turismo mundial, ha pasado un año desierta por la pandemia.
Fuente: AFP.