Frente al cierre de las salas de conciertos por la pandemia del coronavirus, los músicos de una prestigiosa orquesta suiza han optado por una solución original: un solista para un único espectador, sentado a unos metros de distancia. Nunca la música de cámara fue tan intimista. La experiencia ofrecida a los melómanos, privados de conciertos por las medidas de confinamiento, no puede ser más entrañable.

La Orquesta de la Suiza Romanda (la parte francófona) da conciertos por toda Ginebra, en floristerías, comercios y hasta antiguos edificios industriales. Una actuación de 10 minutos, de la que el espectador solo conoce la fecha, la hora y el lugar. La obra y el intérprete se mantienen en secreto hasta el momento mismo.

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Fue así como Filipe De Figueiredo acabó en una galería de una isla del Ródano, escuchando a Verena Schweizer interpretar una sonata de Johann Sebastian Bach en su viola. “Es casi un poco intimidante estar frente al músico, no solo lo escuchas, sino que ves de muy cerca lo que hace y por eso es una experiencia muy agradable”, afirma De Figueiredo a la AFP después del concierto.

Una experiencia inédita para el espectador, pero también para la música - integrante de la orquesta desde 1998 - que ha tenido que adaptar su forma de prepararse. “Es un momento extraordinario para nosotros porque compartimos un instante muy íntimo con una persona a la que ni siquiera conocemos y es muy intenso, sí muy especial”, reconoce.

“Hay gente que se emociona mucho, casi todos, y eso también es gratificante para nosotros porque son reacciones que normalmente no tenemos, el público (suele ser) anónimo”.

Emoción a raudales

La Orquesta de la Suiza Romanda fue fundada en 1918 por Ernest Ansermet, quien fue su director hasta 1967. Cuenta con 112 músicos permanentes. Ha actuado en Berlín, Londres, París, Viena, Moscú, Tokio, Pekín, Bombay, Nueva York, San Francisco y Buenos Aires. Pero ahora, los músicos invitan al espectador a un viaje musical en solitario.

“Tenemos todo tipo de reacciones, hay gente que (...) se va del concierto sin decir una palabra, llenos de emoción, otros que por el contrario quieren compartir este momento con los músicos y charlan con ellos unos minutos sobre lo que acaban de escuchar, sobre la vida actual de los músicos y las dificultades” de este periodo, explica Steve Roger, director general de la orquesta.

En cuanto al público, “hay tanto suscriptores que se han precipitado en internet para asegurarse de poder asistir, y gente que no acostumbra a ir a conciertos”, añade. El experimento, que además es gratuito, podría prolongarse por un tiempo.

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El gobierno federal suizo anunció el miércoles el primer aligeramiento de las nuevas medidas de confinamiento impuestas hace más de un mes para intentar controlar una fuerte ola de contagios.

Si todo va bien y logra controlar las variantes del coronavirus, el gobierno federal ha prometido nuevas medidas de flexibilización para el 22 de marzo. Si es así en esa fecha la orquesta podría volver a actuar frente a un grupo limitado de espectadores.

Verena Schweizer añora los sonidos de una gran audiencia, los aplausos, los susurros, el chirriar de los sillones. Pero descubrió otra aventura actuando en solitario. En este cara a cara musical, dice, ambas partes deben acomodarse y después “encontrar una calma, un silencio que abra los oídos para que estén listos” para escuchar. Solo entonces puede comenzar el concierto.

Fuente: AFP.

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