Lejos de las capitales de la moda y tras vestir a Rosalía y Beyoncé, el diseñador español Nicolás Montenegro decidió en plena pandemia volver a su pueblo para lanzar su firma. Con la tecnología, tener que vivir en una gran ciudad ya es cosa del pasado.
El diseñador de moda femenina, de 31 años y curtido en Dolce & Gabbana, recibe a AFP en su taller de Lantejuela, la localidad andaluza de 3.800 habitantes donde creció. Sobre la mesa de trabajo, bocetos a mano y muestras de tejidos (pedrería, terciopelo, tafetán...); a un lado, vestidos de su colección de novia; al fondo, coloridos carretes de hilo de fabricación local; y, por aquí y allá, fotos familiares y hasta una pata de jamón.
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Sus tres empleadas, todas vecinas, se afanan en el corte y el patronaje. “Son tejidos interesantes; son plumas, son brocados...”, comenta Leticia Álvarez, con experiencia previa en India y Turquía a sus 28 años. Familia y pueblo son los pilares de este diseñador de figura esbelta y mirada alegre, confiado en su negocio porque con internet y aviones, “no hace falta tener una residencia física en una gran ciudad”.
El camino ha sido largo para este muchacho, que de niño vestía muñecas y conjuntaba la ropa de su hermana menor con tanto acierto “que era una virguería”, recuerda su madre, Ana Valle. Tras formarse en el prestigioso Instituto Marangoni de Milán, trabajó cuatro años para Dolce & Gabbana en la capital lombarda. Con orgullo, enumera las estrellas a las que vistió: Madonna, Beyoncé, Kylie Minogue, Mónica Belluci, Melania Trump...
En 2018 se marchó a Barcelona con Yolancris y, ese mismo año, diseñó el espectacular vestido de tul plisado rosa que la cantante española Rosalía lució antes de recoger sus primeros Grammy Latinos.
La familia, fuente de inspiración
Pero todo cambió en marzo con la pandemia y el confinamiento. Después de 14 años fuera, Nicolás Montenegro regresó a Lantejuela para pasar más tiempo con su padre, aquejado por entonces de cáncer y fallecido en noviembre de coronavirus.
El diseñador encontró un revulsivo en su padre, un próspero empresario de origen modesto -”siempre me animó a crear mi empresa”-, y en las mujeres de su familia, como su hermana, “una luchadora” y amante del buen vestir. La primera colección de su firma homónima, “Abril”, fue de vestidos de novia. Prendas elegantes, sobrias, intemporales -por su apego al vintage- y originales en el atrevido uso de los lazos y los esmerados encajes de algodón.
Vendió en España, Reino Unido y Grecia, a unos 2.500 euros la pieza, y para junio/julio prepara una nueva colección de novias. Al mismo tiempo trabaja en la colección otoño/invierno, principalmente prêt à porter para mujer (vestidos, camisas, trajes de chaqueta, abrigos), con alguna que otra prenda masculina (zapato, camisa).
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Tendrá un emocionado guiño a su padre, ya que entre los motivos se ha inspirado de los exóticos tapices que éste trajo en 1971 de su servicio militar en el Sáhara Occidental: ciervos, tigres, pavos reales... La promoción la hará en marzo desde Madrid y digitalmente, cosa que este diseñador, algo iconoclasta para con el artificio del mundo de la moda, ve como una ventaja.
“En los desfiles todo va tan rápido -Chanel, Dior, etcétera-, que no da tiempo a disfrutarlo, y luego todo el mundo se olvida” de lo que ha visto, asevera. “La colección de novias la lancé digitalmente, hice un video promocional, y cada vestido iba con su video”, lo cual era mucho más “funcional”, apostilla.
El referente de Palomo Spain
Su aventura ha insuflado actividad en un pueblo golpeado como tantos por el parón de la pandemia y con un savoir-faire aquilatado a base de generaciones de mujeres expertas en coser trajes de flamenca y ropa infantil. “Tal como está la situación nos está ayudando un montón a todos”, porque “no hay otra cosa”, dice Estefanía Ponce, madre de familia de 38 años.
Montenegro apuesta decididamente por la moda femenina, a diferencia de sus contemporáneos españoles como Oteyza, Arturo Obegero o Archie Alled-Martínez, que triunfaron en los desfiles masculinos de París con prendas que tienden al “genderless”.
El de Lantejuela destaca a Alejandro Palomo, fundador de la firma Palomo Spain (28 años), porque gracias a su exitosa combinación de casticismo español y modernidad “vuelven a mirarnos en el extranjero”. Y además de amistad, presume de un paralelismo con Palomo -éste tiene el taller en su localidad natal de Posadas, a 75 km de Lantejuela-, que lo reafirma en su filosofía. “Si no fuera por el pueblo, no seríamos nadie”.
Fuente: AFP.