“No me había fallado”, dice un Papá Noel mientras intenta encender su coche descompuesto. Es Francisco Monzón, un taxista de Veracruz, México, que disfrazado de Santa Claus logró aumentar sus propinas para capotear la crisis que desató la pandemia.
De espesa barba blanca y prominente barriga, ambas naturales, Francisco levanta paciente la tapa del motor, hace unos ajustes y consigue echar a andar nuevamente la máquina que le da de comer.
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Todo empezó hace un par de años “de relajo (broma)”, pero las gratificaciones de los clientes hicieron del rol de Papá Noel una alternativa perfecta para ganar un poco de dinero extra en esta Navidad, cuenta el conductor de 50 años.
La fantasía que alimenta en los niños y las carcajadas que arranca a los adultos suelen ser compensadas con dinero, que escasea en sus bolsillos desde que irrumpió en México el nuevo coronavirus.
Los niños “juegan contigo, te hacen preguntas (como) cuántos años tienes, cómo llegué, cómo están las cosas en el Polo Norte. Incluso hay quienes me han jalado la barba para ver si es de a de veras o es postiza”, relata Francisco.
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En lugar de “estar negociando cinco o diez pesos (de cambio), pues eso te lo dejan los papás para que los niños se vayan contentos”, añade. No es una labor fácil, pues este Santa taxista tiene que lidiar con el calor del traje (unos 27 grados cuando reparó el auto), su tapabocas con motivos navideños y el poco espacio que queda entre su abultado abdomen y el volante.
“Con esta vestimenta del Santa Claus sí que cae una propinita, un extra”, celebra Francisco, quien además compensa esa generosidad con consejos para esquivar el COVID-19. “Les digo a los niños que se alimenten bien, que usen su cubrebocas, su gel antibaterial, que no anden agarrando cosas para que no se les vea afectada la salud”.
Fuente: AFP.