El grafiti, que ha sido parte de la historia de Nueva York durante más de 50 años, vive un auge durante la pandemia de coronavirus: un signo de decadencia para algunos, y de vitalidad para otros.

Cuando cae la noche, el artista de grafiti Saynosleep echa un vistazo a su alrededor y luego se pone a trabajar sobre la fachada de una tienda de lujo, que está cerrada desde que fue saqueada en junio durante las protestas por la muerte de George Floyd.

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“Si no estás pintando en este momento, no sé lo que estás haciendo”, dice el hombre de 40 años. “Nunca ha habido un momento como este”. Las fachadas de las cientos de tiendas que han cerrado debido a la pandemia son “una invitación” a los artistas, dice Marie Flageul, curadora del Museo de Arte Urbano de Nueva York, MoSA.

Los muros, puentes, aceras y vagones del metro -34 han sido pintados desde principios de mes- se convierten en lienzos. “Es un gran auge, un renacimiento del grafiti”, dice con entusiasmo Saynosleep, que usa un seudónimo diferente para su obra de arte legal. El grafiti fue aceptado por primera vez en el mundo del arte en la década de 1980, cuando se trasladó a las galerías.

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El arte callejero luego capturó la imaginación del público en general en la década de 2000, cuando pasó de estar en espacios ilegales a legales. Pero desde marzo, es el tipo de grafiti crudo y prohibido el que se ha expandido por las calles. “Todos quieren expresarse”, dice Saynosleep, quien asegura haber visto a una mujer de 60 años dibujando un grafiti. “La gente está aburrida. Necesitan algo que hacer”.

El crecimiento del movimiento antirracista Black Lives Matter (“Las vidas de los negros importan”) luego del asesinato de Floyd a manos de un oficial de policía de Minnesota en mayo, ha acelerado la tendencia, con manifestantes garabateando consignas y demandas de justicia racial en los edificios.

“Vandalismo”

En un año en que la socialización prácticamente se ha congelado y las calles ya no están llenas de actividad, el grafiti es la manera en que los artistas dicen “parece que Nueva York está muerta y no nos ves, pero todavía estamos aquí”, dice Flageul.

Sin embargo, los impulsos creativos no son del gusto de todos. El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, dijo que el grafiti era “otra señal de deterioro”, junto con el aumento de los asesinatos y tiroteos en la ciudad de Nueva York.

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Indirectamente culpó al alcalde Bill de Blasio por supuestamente tener una actitud laxa hacia el tema. Quienes cuestionan estas ilustraciones también se han visto molestos luego que el gobierno de la ciudad, por restricciones presupuestarias, suspendió su programa de eliminación de grafitis, que había limpiado casi 15.000 puntos en 2019.

“Creo que es horrible”, dijo Darcy Weber, quien se instaló recientemente en Nueva York. “Algunos dicen que es arte, ¿pero obtuvieron un permiso para hacerlo? No, entonces es vandalismo”. A algunos el grafiti les trae recuerdos de los días oscuros de los setenta y ochenta, cuando Nueva York estaba en bancarrota y era azotada por el crimen.

“Desde el principio del confinamiento, la policía me ha visto varias veces y yo seguí pintando” sin ser arrestado, asegura Saynosleep. Un portavoz del Departamento de Policía de Nueva York dijo a la AFP que la fuerza es “plenamente consciente de la importancia de abordar los delitos relacionados con el grafiti”, al señalar que los incidentes disminuyeron un 17% con respecto al año pasado.

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Flageul, quien también es un portavoz del colectivo grafitero 5Pointz, dice que es “un poco cliché” decir que más grafitis significan que Nueva York está retrocediendo. El presidente del condado de Brooklyn, Eric Adams, quien quiere convertirse en alcalde de Nueva York el próximo año, dice que los grafiti en la propiedad pública y privada “están destruyendo rápidamente el paisaje de nuestro municipio”.

“A los propietarios de viviendas y negocios les cuesta cientos de miles de dólares y enormes esfuerzos para borrarlo”, agregó, haciendo una distinción entre “vandalismo” e “increíbles murales callejeros”.

Ken Lovett, portavoz de la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA), señaló que limpiar los grafitis de los trenes está agotando recursos cuando la MTA se enfrenta a “la peor crisis financiera” de su historia. Emile Fu, residente de Nueva Jersey, dice que no le molesta demasiado. “Hay otras cosas de las que preocuparse”, dijo a la AFP.

Bryce Graham, que vive en el vecindario de Chelsea, dijo que le choquearía ver grafiti en algún lugar como Ottawa, “donde todo está super limpio”. “Pero aquí en Nueva York, es una gran mezcla de lo que está limpio y lo que está sucio”, dijo.

Fuente: AFP.

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