El grupo suizo Lindt & Sprüngli inauguró el jueves pasado una fuente de chocolate de nueve metros de altura en su nueva chocolatería, cerca de Zúrich (noreste), que aspira le sirva como una vitrina para mejorar su imagen, uno de sus mayores recursos para enfrentar el choque económico provocado por la pandemia de COVID-19.
Con forma de batidora para repostería en lo alto de la cual fluye un enorme chorro de chocolate, esta fuente gigantesca se encuentra en el centro de un nuevo complejo en el cual la empresa suiza espera recibir a unos 350.000 visitantes por año.
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El tenista Roger Federer, uno de los mejores de la historia y embajador de la marca, puso a funcionar la fuente junto al presidente del grupo, Ernst Tanner, y al ministro de Finanzas, el consejero federal Ueli Maurer. El ingenio comenzó a hacer fluir los primeros aromas agridulces en este centro, que alberga además un museo, un taller de chocolate, una cafetería, pero también una enorme tienda en la que ofrece toda su gama de productos.
“Es una atracción que nadie olvidará jamás tras visitar el centro”, afirmó Tanner en una entrevista con la AFP al margen de la inauguración, destacando que el objetivo era crear “algo único” que presente a la marca en todas sus facetas, “desde la pequeña sorpresa hasta la barra de chocolate”.
Con sede en Kilchberg, a orillas del lago Zúrich, esta “casa del chocolate” en la que se han invertido unos 100 millones de francos suizos (92 millones de euros, unos 109 millones de dólares) busca servir como un imán para los turistas que visitan al país helvético, cuidando su posición clave en el segmento denominado “premium”, que corresponde a la franja alta del chocolate de consumo masivo.
Fuente: AFP.