La Fundación Scholas organizó encuentros virtuales para medir el impacto de la pandemia en la salud emocional de los adolescentes, lo cual despertó la alarma de organismos internacionales y de especialistas en el campo de la salud.

Fueron más de 30 reuniones virtuales en las que participaron más de 2.600 jóvenes de 137 ciudades del mundo y que reportaron valores altos en emociones negativas como la sensación de soledad, nerviosismo y tristeza.

Con más del 69% de la población estudiantil mundial afectada por la pandemia del coronavirus, y tras la implementación generalizada de la cuarentena, la salud física y mental de los jóvenes se ha visto seriamente alterada.

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Por otro lado, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (España), los jóvenes de entre 18 y 24 años son el grupo que presenta más síntomas relacionados con ansiedad (34,6 %) y depresión (42,9 %) durante el confinamiento.

Mientras que la facultad de Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de San Francisco (Argentina) también encontró que jóvenes (18 a 39 años) están experimentando mayor ansiedad, depresión y estrés que los adultos mayores.

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En este sentido, la Fundación Scholas gestionó las reuniones denominadas “Ciberencuentro Mundial de Jóvenes por el Coronavirus”, que se han convertido en un espacio global permanente en el que semana a semana están siendo convocados miles de jóvenes de todo el mundo.

En este marco, el Comité Científico del Observatorio Wezum realizó un estudio sobre la valoración de los estados de ánimo de los estudiantes antes y después de cada encuentro semanal. El mismo es liderado por la investigadora Ana Victoria Poenitz.

Poenitz, PhD en Psicología con orientación en Neurociencias Cognitivas Aplicadas, explicó que se trata de un estudio “exploratorio y descriptivo, de tipo longitudinal” y que arrojó como resultado que la tristeza disminuyó un 69% entre los jóvenes participantes.

Por su parte, David Bueno, experto en neurociencia, manifestó que las emociones positivas se relacionan con una serie de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.

“Ambos activan redes neuronales y hormonas dentro del cerebro –pero que circulan por todo el cuerpo– que generan respuestas del sistema inmunitario; se ha visto que estas emociones positivas, si bien no curan, sí permiten que el sistema inmunitario esté más activo, con lo que es algo más difícil que nos enfermemos. Y si ya estamos enfermos, que sea aún más rápida la recuperación”, explicó.

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