La primera ministra de Nueva Zelanda no solo es respetada en su nación desde antes de la crisis, sino durante, y su popularidad también ha crecido en las redes sociales. Su país celebró que ya no tiene casos activos de COVID-19, sin embargo, hay más decisiones acertadas y situaciones que enfrentó con mucha entereza y humanidad.

Jacinda Ardern (39) fue electa como Primera Ministra de Nueva Zelanda en octubre del 2017 convirtiéndose así, a sus 37 años, en la primera ministra más joven en 150 años. Habló durante su campaña abiertamente de la salud mental y sus desafíos con la ansiedad, además de ser descrita como “la respuesta a un Justin Tredeau o un Emmanuel Macron”.

Elegida como la segunda líder más relevante del mundo hace unos meses por la revista Fortune, fue hasta admirada por personalidades como el actor Russell Crowe (Gladiador, Los Miserables) que señaló “querer la unificación de Nueva Zelanda y Australia, solo para que ella los pudiera liderar también”. De hecho, es tan alta su aceptación que a las demostraciones públicas de afecto para con ella se llaman “Jacindamania”.

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Foto: Archivo.

El 15 de marzo del año pasado hubo un ataque terrorista a dos mezquitas de Christchurch. Con una frase de solo 3 palabras: “Ellos son nosotros”, enfatizó una postura de unidad e inclusión ante los tiroteos. Este año se realizó una conmemoración de lo sucedido para luchar contra el racismo.

Se convirtió en madre durante su mandato (en junio del año pasado), sin embargo, ya cuando estaba en campaña para ser elegida había respondido con total maestría la pregunta de si influiría en los votantes que ella deseara ser madre por los días de “baja de maternidad” que se toman como menos productividad en una mujer. “Es totalmente inaceptable en 2017 decir que las mujeres tengan que responder a esa pregunta en su lugar de trabajo. La decisión de una mujer sobre cuándo quiere tener hijos no debería predeterminar si se les ofrece o no un trabajo”, había respondido en una entrevista.

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Disminuyó un 20% de su sueldo y el de todos sus ministros y jefes del ejecutivo en abril de este año, reconocimiento a los sacrificios de los ciudadanos por las medidas de contención tomadas desde febrero ante la pandemia.

Pidió a los neozelandeses que sean buenos ciudadanos cuando se enteró que los arrendatarios estaban subiendo el costo de sus alquileres en medio de la crisis del COVID-19.

Sus discursos nacionales durante la cuarentena se alternaron entre los oficiales y los que daba en Facebook en su casa, con ropa casual y luego de acostar a su bebé. Lo cual mostraba su realidad, también era una persona igual que sus ciudadanos, viviendo con los desafíos propios de la pandemia, pero tomando decisiones empáticas para el pueblo, además de seguridad sanitaria.

Mantuvo la calma en medio de un terremoto mientras ella se encontraba en vivo el 25 de mayo de este año. Bromeó al respecto y continúo con la entrevista.

Impulsó una semana laboral de 4 días. “Hemos aprendido mucho sobre la flexibilidad ante el coronavirus”, mencionó en su anuncio oficial. Ha dispuesto esto, siempre y cuando los empleadores acepten, pero resaltó que se debe a reactivar la economía, para que las personas puedan salir de vacaciones y desplazarse a lo largo del país.

Es honesta respecto a las medidas que se toman. Comentó que bailó en su casa al recibir la noticia de que ya no tenían pacientes con COVID-19, pero al mismo tiempo señaló que si bien no hay más confinamiento, todas las personas que lleguen al país deberán hacer 14 días de cuarentena preventiva: “Estamos seguros de que hemos eliminado el contagio del virus, pero la eliminación no es un momento puntual, es un esfuerzo continuado. Casi con certeza volveremos a ver casos aquí, y eso no es un indicio de que hemos fracasado, es una realidad de este virus. Pero si eso ocurre tenemos que asegurarnos, y lo estamos, de que estamos preparados”.

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