Gloria Muñoz Yegros obtuvo el reconocimiento máximo en la primera edición del Premio Nacional de Literatura de la Gobernación de Caaguazú, con su obra “Polca Colorado”, una ficción histórica que habla de elementos de la cultura paraguaya, su sociedad y su política.
Gloria habló con La Nación sobre su libro, el reconocimiento, su vínculo con la literatura y el papel de la mujer dentro de las letras en Paraguay.
–¿Podrías comentarnos cómo surge la idea para la novela “Polca Colorado”?
–“Polca Colorado” integra un díptico con la novela “Polca 18”, escrita anteriormente, pero su lectura funciona de manera independiente, aunque los personajes principales son los mismos. Ambas están relacionadas con dos hechos políticos que marcaron a fuego nuestra historia reciente; la caída de la dictadura y la alternancia o la derrota electoral del Partido Colorado. Los ejes en los dos relatos están centrados en las polcas emblemáticas de los dos partidos tradicionales, la Polca 18, la prohibida, la perseguida, que desde la noche de la Candelaria ya se la pudo escuchar libremente; y la invicta Polca Colorado, que desde aquella noche del fracaso estrepitoso en las urnas enmudeció por un tiempo.
–¿Cuál es la temática que aborda la trama de tu trabajo?
–Nuestro estilo peculiar de vivir y sentir la política, las estrategias, fraudes y dolos electorales. La acción se sitúa en el ámbito rural y utiliza el humor y la picardía en el lenguaje como un modo de explicar y describir los hechos y recuerdos, muchos de ellos trágicos y dolorosos.
–¿Qué significa para ti este reconocimiento tan importante y qué implicancias tiene tanto en tu condición de mujer y escritora que aborda la historia y la realidad en su narrativa?
–Sin duda alguna este premio me gratifica emocionalmente, aunque en nuestro país “nadie gana ni pierde reputación”, por dos motivos: el reconocimiento proviene del interior, del campo, de donde provienen los personajes y los hechos, y por constituir el primer lugar de la primera edición de un premio Nacional de Literatura de una gobernación, una iniciativa encomiable y sin precedentes de la Gobernación de Caaguazú, que ojalá emulen otras gobernaciones y de esa manera integren a su gestión incentivos para el desarrollo de la cultura.
Si bien la novela se inspira en situaciones históricas, el tratamiento del argumento no se aferra a la realidad objetiva, sino más bien responde a una visión subjetiva, a veces crítica, otras irónicas de los acontecimientos que se relatan.
–Los principales premios literarios en 2019 fueron para mujeres, y la narrativa histórica estuvo presente. ¿Cómo ves esta realidad actual de la literatura nacional?
–Hace ya varias décadas que las mujeres ocupan lugares preponderantes en la literatura nacional, es un proceso de larga data, constante y continuo, y diría también un trabajo esforzado y riguroso cuyo reconocimiento está con justicia ganado.
La presencia del componente histórico en nuestra literatura está relacionada con la intensidad de la misma, una historia escrita a fuego y sangre que compele permanentemente a la memoria, una historia que no logra sacudirse del todo a los vencedores y no puede exorcizar sus derrotas, buscamos quizás la grandeza perdida en el presente en el dolor y la tragedia del pasado.
–¿Cómo se dieron tus inicios con las letras y qué eventos fueron determinantes en tu vida para que escogieras este arte como medio de vida?
–Creo que fueron los libros y la lectura, desde pequeña, desde antes de aprender a leer y escribir, los que determinaron mi inclinación hacia la escritura. Y el fin de la dictadura fue un estímulo, escribir en libertad. Para los que vivimos más de la mitad de nuestras vidas bajo la opresión de la tiranía, la libertad es muy preciada, imprescindible para la creación.
–¿Podrías citarnos influencias que te marcaron, en cualquiera de las disciplinas artísticas?
–No lo sé, en la materia soy autodidacta, me fui formando de manera desordenada, dejando a mis sentimientos y convicciones el timón de mi trayectoria.