Una banda de veinteañeros en flamante ascenso, una multitud “milénials” sincronizada en la euforia de verlos por primera vez, y canciones que en vivo suenan más poderosas: todos los condimentos del show de Morat, el sábado pasado en SND Arena, coincidieron para que la fiesta fuera completa.
Hacia las 21:34 se apagaron las luces, y el cuarteto colombiano (que en escena suma dos músicos más) saltó con un intro bien rockero, y desató la locura con “Maldita costumbre” y “Amor con hielo”, y el coro subió de volumen con “Cuando nadie me ve”. Fueron 22 canciones, en 2 horas, incluyendo historias de algunas de ellas, que sus autores iban rotando en contar; mientras una bandera paraguaya reposaba sobre el bombo de la batería y, sobretodo, el bajista Simón Vargas Morales fue muy expresivo al vibrar cada pasaje.
Morat también ofreció puestas elaboradas, como el final de “Aprender a quererte”, con todos los músicos reunidos en la parte frontal; el sutil puente de la guitarra de cierre de “Acuérdate de mí” al piano de “Punto y aparte”; el video animado que explicó el concepto de las canciones como “Balas perdidas”, título de su segundo y último disco; a momentos más acústicos para “El embrujo”. Tampoco faltó la canción “diferente”, que marca el debut compositivo del baterista Martín Vargas Morales, “Mi suerte”.