- POR CARLOS GIMÉNEZ
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Si Roberto Carlos fuera un ser fantástico y sobrenatural, sin dudas que escogería la inmensa energía de sus shows para subsistir. A sus 78 años, y con más de medio siglo en los escenarios, el artista brasileño sigue cantando sus éxitos como si el pasado fuera un presente continuo, entregando pasión y sentimiento, y dedicando toda su concentración al instante vivo... obviamente, el público sumó a la alegría de verle a su ídolo, la felicidad de haber experimentado un concierto tan prolífico, como lleno de emociones.
En la parte final, Roberto Carlos dedicó poco más de diez minutos para presentar a los integrantes de su banda, esto sin música de fondo, y con gran cariño fue describiendo a cada uno de los 14 miembros, desde el bajista surfista, hasta el percusionista que antes aprendió a tocar batería tras dejar la labor administrativa para el artista; y a su director de orquesta, su compadre, a quien saludó muy afectuosamente tomándole ambas manos.
Luego sonaron megahits como “Amigo” y “Jesús Cristo”; con este último, las fans supieron que era momento de acercarse al escenario, porque el “Rey” iniciaba su ritual de besar y entregar flores rojas y blancas, acción a la que dedicó otros diez minutos, recorriendo incluso los costados del escenario. Con brazos alzados, salió lentamente, pero volvió con el primer bis, “Amada amante”.
Aunque algunas personas empezaron a abandonar el recinto, los fans sabían que aún faltaba algo: “Un millón de amigos”. Tras otro amague de despedida, vino el tercer bis, ya siendo medianoche, con “Solamente una vez”, que incluyó un breve baile con su corista, y el cantante repartió un ramo más de flores, mientras la melodía de “Amigo” cerraba una noche mágica.
Durante poco más de dos horas, a través de 19 canciones, y con un cuidado despliegue de luces, Roberto Carlos propuso una montaña rusa emocional, que solo iba hacia arriba. El SND Arena pasó su primera gran prueba como escenario para shows internacionales: el polideportivo se colmó de ovaciones, de suspiros, de gritos que declaraban amor al artista.
De todas las imágenes de la velada, algunas intimistas de romanticismo, otras picaronas, así como nostálgicas; se puede realzar y eternizar el cuadro visto en plateas: una madre emocionada, rodeada por el abrazo de su hija, con música de sus vidas.
El concierto de Roberto Carlos fue coproducido por G5pro e InOut Music; y en pantallas se anticipó el siguiente gran show: el cantautor mexicano Armando Manzanero y el grupo español Mocedades, el próximo sábado 8 de junio, en el teatro del Banco Central del Paraguay.