Rafaela Moods es un proyecto musical que encarna la cantante paraguaya Julia Peroni. Esta vez, por fuera de ser intérpretes de otros autores ella sale al paso con sus canciones.

Formada en el extranjero, Peroni pasó por varios proyectos, pero este representa posiblemente el de mayor significación personal para ella. Una transformación y un crecimiento constantes. Desde sus vacaciones respondió a la entrevista de La Nación.

¿En qué consiste la apuesta de este nuevo proyecto?

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–La apuesta en este proyecto es el proceso, un proceso de humanidad donde el arte me va mostrando los caminos con mucha crudeza. Desde que todo esto empezó estoy viviendo el mayor de los desafíos. SER.

¿Por qué un nombre que no sea “Julia Peroni”?, ¿qué aporta en vos está “nueva identidad”?

–Con el transcurso de los años uno va acumulando expectativas y frustraciones, las de uno mismo y las del entorno. Cuando me encontré con el nombre Rafaela Mood en la cabeza me di cuenta que era lo que necesitaba. Al ser Rafaela un nombre familiar muy importante, pude empezar a reconocer cuáles son los mandatos que te mueven, y cuáles son los que te paralizan. Y el sentido de Rafaela fue el de tomar lo que me pertenece, mis raíces, y a partir de ahí dejar que nazcan las cosas nuevas en los moods, los estados, en las nuevas creaciones y los nuevos escenarios a los que me lleve.

¿Podrías definir el género o los géneros musicales que abordan?

–Hacemos fusión, podría llamarse también Word music, donde aparecen dentro el jazz, la música latinoamericana, experimental, reggae, el hilo conductor es el mensaje, la palabra.

¿Con quiénes estás tocando?

–Tocan conmigo Juanca Otaño, Starky Villagra, Rolfi Gómez, Celso Joabe, a veces Giovanni Domínguez. Todos músicos sensibles, con la capacidad de explorar, improvisar, y con ganas de evolucionar como personas, punto que me es imprescindible.

¿Cómo se dio el proceso compositivo para este proyecto?

–A partir de la decisión de volver a hacer un concierto con todos los ingredientes que quería que tenga, fue como un tobogán, que me fue llevando a aprender y aprender todos los días, como cuando algo nuevo nace, el primer año no parás de aprender, hasta que ya se acomoda un poco y podés ver mejor las cosas. Todas las decisiones fueron prácticamente intuitivas, tanto las personas que llegaron, los temas que se compusieron, el público, etc. Ahora comienza otra era, veremos qué pasa.

¿Qué suceso personal pensás que te lleva a la reinvención de Julia en la música?

–Creo que el mayor suceso fue la maduración y la aceptación de esa maduración. Estoy en una edad donde muchos deciden bajar los brazos, donde lo que ya hiciste es lo que se cree que cuenta, y si esos aciertos no están aceptados socialmente pareciera que fuiste. Me di cuenta que aprender a dar lo mejor, cuenta; que si tu entorno crece, cuenta; que si sentís que podés hacer un aporte, está bueno hacerlo con bombos y platillos. Así que allá voy.

¿Con este proyecto llegaste al sonido y/o concepto que estabas buscando desde antes?

–Llegué al concepto que quiero, improvisar, vivenciar, vivir y experimentar la música. También el concepto audiovisual. Mostrar el día a día, mostrar los lugares y a las personas que nos rodean, nuestro público. El sonido que quiero todavía no termino de comprender, pero me están enseñando con bastante paciencia.

¿Cuáles son tus planes para el 2019?

–El plan para el 2019 es bajar a tierra todas las ideas principales del grupo, lanzar nuestro primer material. Hay un documental en la mira, giras por el interior y exterior, llevar a las personas tanto al microcentro de Asunción, donde está el escenario de Rafaela, y también invitar a la aventura. Mostrar que podemos salir de nuestras casas y conectarnos con nuestra esencia. Las aventuras y la naturaleza siempre son buenas para eso, porque soltás tus comodidades, pero con la oportunidad de encontrar esa nueva comodidad, la de uno mismo.

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