• Hollywood, Estados Unidos. AFP.

Sean Baker, cuya carrera como cronista de la vida de los trabajadores sexuales y las comunidades marginadas le ha convertido en un referente del cine independiente estadounidense, ganó el domingo el Óscar al mejor director y mejor película del año con “Anora”.

Baker ganó los premios más codiciados de la Academia con su último retrato neorrealista de los bajos fondos de la sociedad, en el que una estríper cree que se sacó la lotería de la vida al casarse con el hijo de un oligarca ruso. “Gracias a la Academia, esto significa tanto”, dijo Baker, cuya película obtuvo cinco estatuillas en total, incluidas las de mejor guión original y mejor edición. Su protagonista, Mikey Madison, se llevó el premio a mejor actriz.

En su primera nominación como mejor director, Baker se impuso a Brady Corbet (“El Brutalista”), James Mangold (“Un completo desconocido”), Jacques Audiard (“Emilia Pérez”) y Coralie Fargeat (“La sustancia”). Ha sido un largo camino hasta el escenario más grandioso de Hollywood para Baker, de 54 años.

Delgado e infaliblemente afable, con un conocimiento enciclopédico del cine, Baker es conocido por incluir en sus películas a auténticos trabajadores sexuales. A pesar de su devota afición al cine de arte y ensayo, el único encuentro previo de Baker con la vorágine de los Óscar se produjo cuando Willem Dafoe (una rara estrella de renombre en su obra) fue nominado por un papel secundario en su producción “El proyecto Florida”.

Ese fugaz vistazo a la campaña de premios fue “una carrera loca, loca”, pero al público estadounidense se le dice que “sólo viene al cine por las grandes superproducciones, todo lo demás se puede conseguir en Netflix”, comentó Baker a AFP. Con “Anora”, que ganó la Palma de Oro en su estreno en el festival de Cannes en mayo, Baker se ha abierto a un público más amplio.

Se convirtió en su película más taquillera, recaudando unos 40 millones de dólares globalmente. “Anora” ganó el mes pasado el máximo galardón del gremio de directores de Hollywood, donde, visiblemente conmocionado, dijo a sus compañeros que su “síndrome del impostor” estaba “por las nubes”.

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“Delante de nuestras narices”

Nacido el 26 de febrero de 1971, Baker se inició en el cine gracias a su madre, que era profesora. Le picó el gusanillo de la gran pantalla a los seis años, cuando vio a Boris Karloff interpretando al monstruo en “Frankenstein”.

Su primer largometraje, “Four Letter Words”, se estrenó en 2000, poco después de graduarse en la Universidad de Nueva York, pero su vida se descontroló por culpa de una adicción a la heroína. Al recuperarse, Baker estaba decidido a seguir en la industria. Lanzó “Take Out” (2004), sobre un inmigrante chino en Nueva York que intenta saldar sus deudas con un contrabandista.

Pero fue “Starlet” (2012), sobre una actriz porno, la que le hizo interesarse por las trabajadoras sexuales, poniéndole en contacto con prostitutas, acompañantes y bailarinas exóticas, muchas de las cuales se hicieron amigas. Preguntado por qué tantas de sus películas se centran en el trabajo sexual, Baker dijo a AFP en mayo que “todos estamos fascinados (...) porque está delante de nuestras narices, nos demos cuenta o no”.

“No es broma. Desde mi cocina, puedo mirar literalmente a un salón de masajes con final feliz”, dijo Baker, que vive en Los Ángeles. La siguiente película de Baker, “Tangerine: chicas fabulosas” se rodó con iPhones y seguía a dos prostitutas transexuales por las calles de Los Ángeles en un día de locos.

Le siguió “El proyecto Florida”, sobre una niña de seis años que vive en un motel barato con su madre, una estríper que pierde su trabajo y empieza a solicitar trabajo sexual por internet. Bria Vinaite, que interpreta a la madre en apuros, fue descubierta por Baker en Instagram, mientras que uno de los niños actores, en un supermercado.

Lo escandaloso y lo mundano

Baker compitió por la Palma de Oro de Cannes por primera vez en 2021. “Red Rocket”, una historia inspirada en “Lolita” de una estrella del porno que regresa a su pequeño pueblo natal de Texas para preparar a una joven, le valió a Baker las acostumbradas buenas críticas. El año pasado regresó al festival francés con “Anora”, donde las ovaciones marcaron el comienzo de una campaña de premios que resultó imparable.

Baker declaró entonces a AFP que esperaba una respuesta más “divisiva”. “Todos tenemos opiniones diferentes sobre el trabajo sexual”. Para Baker, las vidas de estos seres humanos, a menudo imperfectos, cuyos días y noches contienen tanto lo escandaloso como lo mundano, “pueden ser abordadas por siempre”. “No puedo hacer sólo, y disculpen mi terminología, porque es un término antiguo, una historia de ‘prostitutas con un corazón de oro’”, añadió.

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La tragicomedia de una estríper

“Anora”, una historia tragicómica de una Cenicienta en el moderno mundo del estriptís de Nueva York, magnates rusos e incompetentes malandros, ganó el Óscar a mejor película este domingo en Hollywood. La historia del director independiente estadounidense Sean Baker sobre una joven dama de compañía, quien se casa con el hijo de un oligarca ruso, sedujo a los votantes de la Academia que le otorgaron el más importante premio de la industria.

Rodada con un presupuesto de apenas 6 millones de dólares, “Anora” superó cualquier duda persistente sobre su tema atrevido y divisivo, llevándose cinco estatuillas en la gran gala de Hollywood. La película se alzó además con los trofeos a mejor dirección, mejor guión original, mejor edición y mejor actriz, para su protagonista, Mikey Madison, de 25 años.

De Cannes a Hollywood

“Anora” comenzó su carrera hacia los Óscar en el Festival de Cine de Cannes, donde ganó la Palma de Oro luego de su estreno mundial, en mayo. Fue la primera película estadounidense en ganar el mayor premio de la prestigiosa cita del cine francés desde “El árbol de la vida”, de Terrence Malick, en 2011. A pesar del temprano triunfo, el camino al Óscar estaba lejos de ser seguro.

Sus películas anteriores sobre trabajo sexual, tales como “Red Rocket” (2021), han conquistado la crítica y las audiencias fuera de Estados Unidos, pero han fallado en triunfar en su nativo Estados Unidos. Cuando “Anora” salió de manos vacías en los Globos de Oro en enero, parecía que sus quince minutos de fama habían pasado.

Pero con rivales como “Emilia Pérez” ahogándose en controversias, “Anora” resonó poco a poco y acumuló casi 40 millones de dólares en la taquilla global. Y emergió de forma definitiva como la favorita de la temporada el mes pasado, cuando ganó premios claves de los sindicatos de productores, directores, guionistas y críticos de Hollywood.

Trabajo sexual

“Anora” comienza en un club de estriptís de Nueva York, en la quinta película de Baker que aborda el trabajo sexual. Como es típico en sus películas, varios actores son bailarines eróticos en la vida real, quienes actúan en pantalla como también asesoraron a los cineastas, desde jerga hasta interacciones típicas con los clientes. “Dijo que me parecía a su hija de 18 años y luego me compró cinco bailes”, se queja una estríper. “Bueno, al menos compró los bailes”, responde Ani, la protagonista.

Ivan, un cliente ruso rico y caprichoso, se siente atraído por Ani, y la pareja toma un desvío apresurado a Las Vegas, donde se casan espontáneamente. Pero cualquier parecido con “Mujer Bonita”, de Julia Roberts, se desvanece rápidamente, ya que la acción regresa a Nueva York.

Aterrorizado de que sus padres se hayan enterado de sus andanzas románticas, Ivan huye, y un grupo de matones asustados, liderados por Toros (Karren Karagulian), tiene que contener a una Ani furiosa y desafiante. Esta memorable escena es la primera que Baker escribió para “Anora”.

Karagulian, quien conoció a Baker en la universidad en los años 90 y ha actuado en varias de sus películas, fue la inspiración original para el filme. Durante años, habían discutido un proyecto ambientado en el suburbio natal de Karagulian en Nueva York: el colorido enclave de inmigrantes rusos de Brighton Beach.

Humor y desamor

Conocido por su cine neorrealista, Baker a menudo inyecta humor en sus historias. Y creó, posiblemente, su secuencia más cómica hasta la fecha con el segundo acto de “Anora”: la búsqueda alocada tras la pista de Ivan, con elementos de farsa disparatada. “Estoy tratando de capturar una verdad, y por lo general mostrar lo más cercano a la realidad que pueda lograr. Y eso casi siempre necesita humor”, explicó Baker a AFP.

“Porque a veces usamos la risa para sobrellevar las cosas. A veces nos reímos cuando estamos más tristes”. La película llega a un clímax devastador en el que Ani ve desmoronarse su sueño ilusorio de un matrimonio rico y deja que su máscara combativa e hipersexualizada se deslice, al menos por un breve y desgarrador momento de vulnerabilidad.

A lo largo de esta temporada de premios, Baker y Madison han utilizado sus numerosos discursos de aceptación para fomentar la desestigmatización y despenalización del trabajo sexual. “Quiero agradecer a la comunidad de trabajadores sexuales”, dijo Baker este domingo. “Ellos compartieron sus historias, su experiencia de vida conmigo durante años. Mi más profundo respeto. ¡Gracias!”.

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