• Rio de Janeiro, Brasil. AFP.

El Sambódromo de Rio de Janeiro estalló en una ruidosa celebración cuando se anunció, en medio de los desfiles de Carnaval, que Brasil obtuvo su histórico primer Óscar por la película “Aún estoy aquí”. “¡El Óscar es nuestro!”, exclamaron por los altavoces, una noticia que fue recibida con gritos y abrazos por las 70.000 personas que abarrotaron la mítica pasarela carioca.

Una pantalla se hizo eco de la buena nueva y en las gradas se encendieron bengalas de colores. La victoria alimentó el frenesí de la fiesta predilecta de los brasileños, que tuvieron un motivo más para apropiarse de las calles. “¡Es realmente una locura! Estábamos allí en la concentración cuando supimos que habíamos ganado, ¡y fue una cosa muy monstruosa! ¡Viva el cine brasileño!”, dijo a la AFP el actor Wesley Torquato justo antes de salir a desfilar con la escuela de samba Unidos do Viradouro.

La expectativa de lograr una estatuilla dorada había ido creciendo en las últimas semanas, y la coincidencia de la gala de Hollywood con los festejos carnavalescos redobló el entusiasmo. “Aún estoy aquí” obtuvo el Óscar a la mejor película internacional, un hito que su director Walter Salles dedicó a la protagonista, Fernanda Torres, y su madre, la legendaria actriz Fernanda Montenegro.

La cinta recrea la desaparición del exdiputado Rubens Paiva en 1971 y la resistencia de su viuda Eunice durante la última dictadura brasileña (1964-1985). La producción competía también a los galardones de mejor película y mejor actriz para Fernanda Torres, ya premiada con el Globo de Oro por este papel.

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Fernandamanía

“Hoy es el día para sentirse aún más orgulloso de ser brasileño. Orgullo de nuestro cine, de nuestros artistas y, sobre todo, orgullo de nuestra democracia”, celebró en X el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tras el anuncio del premio en Los Ángeles. Las nominaciones estuvieron omnipresentes en las conversaciones y en las calles, con vallas y afiches aupando a Torres y juerguistas disfrazados de la actriz en los “blocos”, las masivas comparsas de Carnaval.

En medio de las mareas humanas, muchos sacudían estatuillas doradas de plástico, uno de los adornos más ofrecidos por vendedores ambulantes junto a faldillas de tul, orejitas de conejo y purpurina. El fenómeno se repitió en ciudades como Recife, Belo Horizonte y Sao Paulo. En el popular Carnaval de Olinda (noreste), una muñeca gigante que representaba a Torres se paseaba entre la multitud alzando el Globo de Oro.

“No podía haber día mejor que un domingo de carnaval para ganar el Óscar”, dijo a la AFP Rebecca Maria Darakjian Batoni, una abogada de 25 años que participaba en un “bloco” en Olinda. “Fernanda es un ejemplo, una ídola para Brasil, y hoy vamos a parar todos para verla ganar”, anticipó entusiasmada Cristina Leite de Moraes, una médica de 25 años. En redes sociales, circularon videos con divertidos grupos simulando el anuncio del premio. La actriz, de 59 años, dijo sentirse “muy orgullosa” de que las calles se llenaran de Fernandas.

Doble celebración

En el Sambódromo, la magia brotó a golpe de tambores con la actuación de las primeras “escolas”, que recrearon distintos rituales y mitos relacionados con las religiones afrobrasileñas, fuertemente arraigadas en el origen de la samba. Las mejores doce agrupaciones de Rio competirán desde este domingo hasta el martes, en un nuevo formato de tres días de desfiles en lugar de los dos tradicionales.

El cambio dará un poco más de tiempo a cada una, hasta 80 minutos, para que sus miles de bailarines y músicos con sus coloridos trajes y sus imponentes carros alegóricos recorran la avenida ante millones de telespectadores de todo el mundo. Las escuelas de samba dedican todo el año a preparar sus desfiles, un momento cumbre en la vida de muchos cariocas.

El fervor por un eventual Óscar, que ha sido comparado con el de una Copa del Mundo, amplificó una fiesta que moverá cerca de 1.000 millones de dólares en la economía carioca, según las autoridades. Y la celebración del triunfo promete dejar huella.

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Cinta sobre la dictadura militar

Brasil hizo historia al llevarse su primer Óscar este domingo con “Aún estoy aquí”, el film dirigido por Walter Salles sobre la devastación de la dictadura militar, que se impuso en la categoría de mejor película internacional. La cinta aborda la desaparición en 1971 del exdiputado Rubens Paiva (Selton Mello), y la estoica resistencia de su viuda Eunice Paiva, interpretada por Fernanda Torres, que perdió en la categoría a mejor actriz ante Mikey Madison (Anora).

“Esto va para una mujer que, tras sufrir una pérdida durante un régimen autoritario, decidió no doblegarse y resistir”, dijo Salles al recibir la estatuilla. “Y va también para las extraordinarias mujeres que la retrataron: Fernanda Torres y Fernanda Montenegro”, agregó exhaltando a las actrices que la interpretan en la cinta. “Es algo extraordinario”.

La producción basada en el libro homónimo del hijo menor del matrimonio, Marcelo Rubens Paiva, venció en la codiciada categoría a “Emilia Pérez” (Francia), “The Girl with the Needle” (Dinamarca), “The Seed of the Sacred Fig” (Alemania) y “Flow” (Letonia).

La cinta de Salles también estaba nominada a mejor película, pero perdió ante Anora. Los brasileños, que no habían conquistado nunca el oro de Hollywood, celebraron las tres nominaciones de la cinta con el mismo fervor que dedican a sus triunfos en la Copa del Mundo.

El país ha competido en varias categorías de los Premios de la Academia, principalmente a mejor película internacional, donde fue nominado por última vez con “Estación Central”, también bajo la batuta de Salles. En aquella ocasión, la cinta también rindió una nominación a la categoría de mejor actriz a su protagonista, Fernanda Montenegro, madre de Torres y quien tiene una pequeña participación en “Aún estoy aquí”.

Madre e hija son las únicas brasileñas en disputar una categoría de actuación en la gala. “Aún estoy aquí” triunfó en el Festival de Venecia, donde se alzó con el reconocimiento a mejor guión, pero el camino al Óscar no se veía tan claro, compitiendo con la gran favorita “Emilia Pérez”, el musical sobre un capo del narcotráfico que se somete a una cirugía de reasignación de género.

Pero cuando la cinta de Netflix se hundió por controversias con su protagonista y críticas a su retrato sobre México, “Aún estoy aquí” comenzó a ganar impulso. En enero, Torres, de 59 años, fue galardonada con el Globo de Oro a mejor actriz, otro hito para su país.

“Entender el presente”

Aunque no es la primera película en retratar los duros años de la dictadura militar que controló Brasil entre 1964 y 1985, la producción de Salles ambientada principalmente en Rio de Janeiro desencadenó grandes emociones en el país. Su éxito no sólo se volvió motivo de orgullo y llevó a miles a las salas de cine para enfrentar el pasado que enlutó a los brasileños, sino que trajo consecuencias concretas.

La corte suprema del país aprobó investigar las circunstancias de la muerte de Paiva y reabrió el debate sobre la ley de amnistía adoptada en 1979, que descartó castigar al régimen por las más de 400 muertes y desapariciones. En enero, además, el registro civil alteró el certificado de defunción de Paiva que sólo fue emitido en 1996, a pesar de que desapareció en 1971 y cuyo cuerpo nunca fue encontrado.

En la primera versión, emitida tras una incansable lucha de su viuda Eunice, el exdiputado figuraba como desaparecido. En la nueva versión, tras la película, se establece que su muerte fue “no natural, violenta, causada por el Estado brasileño en el contexto de la persecución sistemática a la población identificada como disidente”.

Carnaval

Para Torres, la película “trae una reflexión importante (...), toca el corazón de tirios y troyanos. Cualquiera que vea la película piensa: ‘Eso estuvo mal, esa familia no tenía que ser perseguida’”, dijo a AFP. Para Salles, este proyecto se presentó como “una oportunidad de mirar hacia atrás para entender de dónde venimos”, dijo en entrevista a AFP.

“Pero al ver el crecimiento de la extrema derecha en Brasil a partir de 2017, percibimos que también era una película para el presente”, agregó. Brasil, que fue gobernado desde 2003 hasta 2016 por la izquierda, vio resurgir a la derecha en la figura del capitán retirado Jair Bolsonaro, quien triunfó en las urnas en 2018 y siempre manifestó su admiración por el régimen militar.

Aunque la izquierda volvió al poder en 2022 con Luiz Inácio Lula da Silva, el país continúa fragmentado, algo que también mostró la repercusión nacional de “Aún estoy aquí”. Voces de la derecha la atacaron, y llegaron a llamar a un boicot. Pero el clima de fiesta y de orgullo nacional se impuso. Además de ser un éxito de taquilla en Brasil, la premiación de Hollywood será seguida en tiempo real en uno de los más importantes escenarios del país: el Sambódromo de Río de Janeiro, en su primera noche de desfiles de Carnaval.

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