Por David Sánchez, desde Cádiz (España), X: @tegustamuchoelc (*).

En la primera clase magistral del South International Series Festival de Cádiz (España, 26-31 octubre), Alberto Caballero y Diego San José se subieron al escenario con la tarea de descifrar el enigma de la comedia. Desde el inicio, ambos hicieron énfasis en lo absurdo de autodenominarse “maestros” del humor: “Queríamos matizar el título, eso de ‘El arte de hacer reír’, que suena como a ‘ir de guay’. No tenemos tanto arte como para hablar desde el pedestal de una ‘masterclass’. Es salir aquí y hablar. Nos sentimos totalmente infra cualificados para el título”, bromeó Caballero.

San José recordó una reflexión que compartieron en el aeropuerto el día anterior: “Somos unos privilegiados por dedicarnos, ya de mayores, a lo que hacíamos en el patio. Escribir comedia es como ponerles apodos a los compañeros en el colegio”.

Caballero asintió, añadiendo que, en sus inicios, los comediantes son “los más crueles”: “Todos somos muy crueles de niños. Los chistes más crueles se hacen en el patio. Los límites del humor no existen cuando tienes cinco años”. Según él, la comedia es el espacio donde el niño irreverente que llevamos dentro “sale a jugar un rato y luego se guarda para que podamos ser civilizados de nuevo”.

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Sobre los siempre debatidos límites de la comedia, San José fue claro: “Es curioso que la comedia sea el género que más debates levanta. Nadie se preocupa si un thriller es ético o si el drama ofende, y el porno, por ejemplo, vive más tranquilo que la comedia. Es ridículo, porque en la comedia todos sabemos que ‘si te ríes, es comedia, y si no, es una basura’”.

Caballero destacó, además, la trascendencia de la comedia: “Nos dicen que la comedia no tiene importancia, pero la tiene toda. En comedia se puede tratar cualquier tema sin caer en la solemnidad del drama. Nosotros lo vivimos con ‘Machos alfa’, una serie sobre la nueva masculinidad. Hacerla en drama hubiera sido un panfleto, pero en comedia logramos que la gente riera y pensara al mismo tiempo”.

Foto: David Sánchez

Un momento especialmente divertido llegó cuando compartieron una anécdota sobre las ofensas en comedia: “Nosotros tuvimos a la Asociación de Productores de Aguacate en nuestra contra porque hicimos un chiste con un postre y también a la Asociación de Protección Animal porque un personaje le daba lechuga a su conejo, y alguien dijo: ‘¡El conejo no come lechuga!’. Es imposible no ofender a nadie. De hecho, escribir comedia no es evitar que alguien se ofenda, sino saber bien a quién ofender”.

En la charla, se expresó frustración hacia aquellos que subestiman la calidad de los actores de televisión, una percepción que aún persiste en ciertos círculos. Alberto recordó un pasaje en una premiación en dónde alguien importante de la industria del cine dijo “‘Pobrecitos los actores de televisión que no tienen tiempo para hacerlo bien, ¿no?’ Me entró una mala vibra, sobre todo porque ahora mismo el cine está financiado por la tele, ¿no?”. Esta crítica sobre la supuesta inferioridad de los actores televisivos, paradójicamente, no considera cómo el respaldo económico de la televisión ha permitido que el cine sobreviva en un mercado cambiante. “Gracias a nosotros, ellos pueden seguir haciendo cine”, expresó con ironía y cierto fastidio.

El debate se amplió hacia la dificultad de ciertos géneros, especialmente en el caso de la comedia frente al drama. “La comedia es como la curva en la que se han matado muchos directores de drama,” se mencionó, señalando cómo directores de renombre como Steven Spielberg y Stanley Kubrick, quienes intentaron la comedia en un momento, no regresaron al género tras enfrentar complejidades inesperadas. En un comentario incisivo, se mencionó a Pedro Almodóvar: “Es Dios, pero también has hecho ‘Los amantes pasajeros’, que es un truño de película... Eres Dios, pero bajo Dios”.

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Finalmente, abordaron cómo la inteligencia artificial está revolucionando el proceso de escritura. “Nosotros, que somos flojos para poner títulos de libros ficticios o nombres en el guion, probamos a pedirle a la IA unos títulos para una obra de teatro ficticia entre dos hermanas con problemas, y nos sorprendió lo bien que lo hizo”, contó San José entre risas. Caballero añadió, “Es irónico que los guionistas de drama estén jodidos, porque al ritmo que vamos, una IA podría escribir toda una serie diaria. Pero en comedia, el humor tiene algo tan humano y personal que, hasta ahora, la IA no puede imitar”.

Caballero y San José demostraron en esta charla que hacer reír es un oficio complejo, lleno de retos, y que, aunque tenga sus altibajos, “es el único género que, cincuenta años después, sigue contando lo que éramos y lo que somos, con toda la relevancia que tiene y merece”.

* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.

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