Por David Sánchez, desde Valladolid (España), X: @tegustamuchoelc (*).

En la 69.ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), el director mexicano Alonso Ruizpalacios regresó al festival para presentar su más reciente obra, “La cocina”, una película en competencia oficial que se ha ganado la atención de la crítica. Durante la rueda de prensa, Ruizpalacios compartió detalles sobre la adaptación cinematográfica de la obra homónima del dramaturgo británico Arnold Wesker, un proyecto que el director había soñado llevar al cine desde hace años.

La película está inspirada en “The Kitchen”, una obra de teatro escrita por Wesker, la cual Ruizpalacios conoció mientras estudiaba en Londres. Trabajando en un restaurante turístico en esa época, el director mexicano se adentró en el dramático y frenético universo de las cocinas, un mundo que, para él, “tiene un ritmo y un drama intrínseco, especialmente cuando se trata de la experiencia migrante, con cocinas que se convierten en puntos de reunión de muchas nacionalidades”. Ese entorno multicultural fue lo que, según él, le inspiró a retratar la historia desde una óptica cinematográfica.

Ruizpalacios expresó que se identificaba profundamente con el contenido de la obra, sobre todo porque “retrata una especie de ‘torre de Babel’, similar a lo que yo viví en la cocina en la que trabajaba”. De hecho, el director llevó la obra a los escenarios teatrales hace más de una década y siempre tuvo la intención de adaptarla al cine.

La decisión del blanco y negro

Una de las preguntas más obvias durante la rueda de prensa fue sobre el uso del blanco y negro, un recurso estilístico que Ruizpalacios ha utilizado en anteriores películas. “Siempre vi esta película en blanco y negro. Desde que comencé a escribirla, lo primero que anoté fue: esta película es en blanco y negro”, explicó. Esta decisión no fue únicamente estética, sino que, según el cineasta, “ayuda a borrar un poco la especificidad temporal. No quería que se supiera si la historia transcurre hoy o hace 20 o 30 años”. Además, el blanco y negro le permitió añadir una capa simbólica: “El blanco y negro enmarca la historia como una especie de fábula, me permite ir más allá del realismo”.

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Foto: David Sánchez

El caos coreografiado en la cocina

Uno de los momentos más intensos de la película es la escena de caos en la cocina, un crescendo coreografiado que fue arduamente ensayado por el equipo. Ruizpalacios reveló que “nos llevó como una semana y media filmar esa escena”, y comentó que todo el elenco asistió previamente a una escuela de cocina como parte de la preparación para sus roles. “Cada actor aprendió a cocinar lo que hacía su personaje y, por las tardes, improvisábamos”, detalló. Este riguroso proceso permitió que los actores no solo actuaran, sino que también pudieran crear una dinámica auténtica y realista en el set.

Reflexión sobre el racismo y las jerarquías

Uno de los temas fundamentales de “La Cocina” es la crítica a las jerarquías y el racismo. El director explicó cómo el mundo de las cocinas es una representación de una sociedad estratificada, donde las diferencias sociales y raciales se reflejan claramente. “Las cocinas son sociedades muy jerárquicas, y si tienes un poco de jerarquía sobre alguien más, se lo vas a hacer saber”, afirmó. En la película, esto se retrata no solo a través de las interacciones entre los personajes, sino también en el contraste entre quienes están en la cima de la cadena laboral y quienes están en la base.

Al referirse al racismo entre los propios migrantes, Ruizpalacios comentó: “No me interesaba una película donde los blancos fueran los malos y los no blancos fueran los buenos. El mundo no es así, el racismo no tiene raza”. Para el director, este fenómeno es complejo y tiene más que ver con el sistema capitalista y las estructuras de poder que con la mera cuestión racial.

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Foto: David Sánchez

Un universo más allá del realismo

Ruizpalacios describió “La Cocina” como una película que trasciende el realismo, y uno de los elementos visuales que lo destaca es el uso de contrastes de luz, especialmente en la escena de la cámara frigorífica. Al ser preguntado sobre esa escena, el director comentó: “Cuando escribí esa escena, de repente escribí ‘y todo se vuelve azul’, y no sabía realmente por qué. Me gusta cuando no puedo explicar algo, pero me parece que encaja”. Este enfoque intuitivo le permitió crear una atmósfera onírica, que refleja el espacio psicológico de los personajes.

Proyectos internacionales

Ruizpalacios, conocido por su estilo distintivo en películas como “Güeros” y “Museo”, fue cuestionado sobre su salida del escenario mexicano para abordar una historia más internacional. “Mi foco principal en esta película sigue siendo la experiencia de los mexicanos afuera”, aclaró. Aunque “La Cocina” es una historia universal, el director destacó que quiso retratar las vivencias de los migrantes mexicanos que trabajan en cocinas de Estados Unidos y otras grandes ciudades del mundo.

Ruizpalacios concluyó la rueda de prensa agradeciendo al festival por la oportunidad de compartir “La Cocina”, una película que promete seguir el camino de sus predecesoras en cuanto a energía, vitalidad y una narrativa profundamente humana.

* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.

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