Lo que Lula y Bolsonaro hicieron por el cine y la cultura brasileña
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Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
En el marco del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia), se llevó a cabo el evento “Brasil, dos años después del retorno de Lula”, dentro del nuevo espacio “El Conversatorio”. Este espacio, diseñado para debates en pequeños grupos, ha ganado notoriedad al abordar temas relevantes del panorama político y social de América Latina. En esta ocasión, el debate giró en torno a la situación de Brasil, con la participación de dos invitados clave que ofrecieron una reflexión profunda sobre el estado de la democracia en el país sudamericano.
Olivier, uno de los organizadores del festival, mostró su entusiasmo por el tema, recordando que, hace dos años, Brasil fue el eje central de las “Rencontres Universitaires”, un evento que generó gran interés en el público. Este año, el país vuelve a ser el foco de atención, con dos participantes de gran relevancia: Sara Silveira, una productora de cine que ha trabajado con figuras clave del cine brasileño como Marco Dutra y Anna Muylaert, e Iván Cordero, quien presentó su cortometraje “A visita”, un filme que explora la figura de Lula desde una perspectiva íntima, enfocándose en su época como líder sindicalista.
El evento comenzó con una pregunta amplia dirigida a los invitados: ¿cómo está la democracia brasileña 18 meses después del ataque a los tres poderes en Brasilia, un evento que recordó el asalto al Capitolio en Estados Unidos tras la derrota de Donald Trump? Las imágenes de los seguidores de Bolsonaro invadiendo la Plaza de los Tres Poderes aún resuenan en la memoria colectiva, dejando en evidencia la fragilidad de la democracia brasileña.
Sara abrió la discusión destacando los retos que enfrenta Brasil más allá de la política. Habló sobre el impacto devastador del mandato de Bolsonaro en la economía creativa y la cultura del país, donde la falta de apoyo gubernamental paralizó el sector artístico. Según ella, la lucha en Brasil no es solo por la democracia, sino también por los derechos de las mujeres y las comunidades afrobrasileñas, quienes constituyen el 50 % de la población, aunque no siempre reciben el reconocimiento que merecen.
Por su parte, Iván Cordero, tomando como base su experiencia en la política y el cine, ofreció una visión crítica del panorama actual. Según él, lo ocurrido en Brasilia en enero de 2023 fue un reflejo de la polarización del odio promovido por la extrema derecha, que ha ganado fuerza a nivel global, apoyada por las oligarquías que controlan las redes sociales. Sin embargo, destacó que la democracia brasileña ha logrado mantenerse firme gracias al regreso de Lula, un líder con un profundo amor por su país y una pasión por devolver el poder al pueblo.
El nuevo espacio de Biarritz “El Conversatorio” abordó la temática “Brasil, dos años después del retorno de Lula”. Foto: David Sánchez
Cordero también subrayó que, si bien la burguesía brasileña critica a Lula por razones económicas, como el alto costo del real, el país enfrenta problemas más urgentes como la educación y el saneamiento. Además, señaló que, durante el gobierno de Bolsonaro, el sector cultural sufrió una “desecación”, ya que no hubo ningún tipo de subsidio o apoyo a los artistas, cineastas y teatristas.
El debate continuó con una reflexión sobre el futuro de la democracia en Brasil y el papel crucial que desempeñan la cultura y el arte en la recuperación del país. Ambos invitados coincidieron en que, aunque el camino es largo, el liderazgo de Lula ofrece una esperanza renovada para la construcción de un Brasil más inclusivo y equitativo.
Este tipo de eventos en El Conversatorio del Festival de cine latinoamericano de Biarritz no solo enriquecen el diálogo sobre América Latina, sino que también permiten vislumbrar el impacto del cine y la cultura en la comprensión de los procesos políticos contemporáneos.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
La película brasileña “Baby”, presentada en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia), es un impactante drama que explora el viaje emocional y físico de un joven homosexual que se encuentra en los márgenes de la sociedad. Dirigida por Marcelo Caetano con una sensibilidad cruda, el filme retrata la lucha de Baby, un chico de 18 años recién salido del reformatorio, que busca desesperadamente amor y aceptación, en un entorno que solo le ofrece rechazo y explotación. El núcleo del film radica en el sentimiento de abandono.
Desde los primeros minutos, el protagonista enfrenta el desdén de su propio padre, un expolicía que no puede soportar la homosexualidad de su hijo. Este rechazo paterno es el motor que impulsa al protagonista hacia una espiral descendente en la que se ve atrapado en la prostitución y el tráfico de drogas. Aquí, la película destaca la fragilidad emocional de Baby, un joven que ha sido despojado de cualquier ancla familiar o social, y que se encuentra a la deriva en un mundo que parece estar lleno de perversión y abuso.
La interpretación del joven protagonista, João Pedro Mariano, es profundamente conmovedora. La película logra hacer que el espectador se conecte con su desesperación, su búsqueda constante de cariño y validación. A pesar de la dureza de las situaciones que enfrenta, nunca se pierde de vista que Baby es, ante todo, un adolescente roto, que busca en los lugares equivocados un amor que no ha conocido. Esta capacidad del director de capturar tanto la vulnerabilidad como el desamor en la vida del protagonista es uno de los puntos más fuertes del filme.
La película brasileña, de Marcelo Caetano, sigue a un joven a la deriva por São Paulo tras salir de un centro de detención. Foto: Gentileza
El mundo que rodea a Baby es sombrío y peligroso, poblado por personajes que, como él, navegan en la precariedad. La película no se aleja de mostrar la brutalidad de la prostitución masculina, donde los jóvenes son vistos como meros objetos sexuales, cuerpos desechables para el placer de otros. Esta representación visceral del uso y abuso de los cuerpos jóvenes resuena como una crítica feroz a una sociedad que, a menudo, rechaza lo que no entiende y no protege a los más vulnerables.
La figura de la madre, que aparece esporádicamente, es otro elemento clave en la película. Representa el amor reprimido, atrapada entre su deseo de proteger a su hijo y el temor de enfrentarse a su esposo alcohólico. Esta dinámica familiar refleja las tensiones presentes en muchas familias que luchan por aceptar a los miembros LGTB en un entorno conservador. La figura de la madre introduce una capa de complejidad emocional que refuerza el sentimiento de abandono que el protagonista ha experimentado desde joven. Aunque la película presenta una visión sombría y a veces brutal de la vida de su protagonista, también ofrece momentos de reflexión profunda.
A través de su viaje, la película nos invita a cuestionar las estructuras sociales que marginan a los jóvenes homosexuales, y a pensar en las consecuencias del rechazo familiar. ¿Qué sucede cuando una sociedad no acepta lo que es diferente? La obra nos empuja a confrontar esta pregunta de una manera dolorosamente honesta. Sin embargo, la película no está exenta de ciertas críticas.
La película brasileña, de Marcelo Caetano, sigue a un joven a la deriva por São Paulo tras salir de un centro de detención. Foto: Gentileza
A pesar de estar bien filmada y de lograr una conexión emocional potente, en algunos momentos parece caer en clichés sobre la vida en los márgenes. La prostitución y las drogas, si bien son una realidad para muchos, se presentan casi como una consecuencia inevitable, dejando poco espacio para otras narrativas posibles de resistencia o resiliencia. En ese sentido, la película a veces puede sentirse un poco predecible en su descenso a los infiernos del protagonista.
La cinta tiene un poder emocional significativo. Nos obliga a mirar de cerca la vida de un joven que, a pesar de todos los golpes que la vida le ha dado, sigue buscando el amor. Es un recordatorio de las consecuencias devastadoras del rechazo y de cómo, en última instancia, todos necesitamos sentir que pertenecemos a algún lugar.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
Crítica: “Estado de silencio”, denuncia cruda sobre la narcopolítica
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Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
El documental mexicano “Estado de silencio”, producido por Diego Luna y dirigido por Santiago Maza, es una denuncia cruda y contundente sobre los efectos devastadores de la narcopolítica en México y el peligro constante que enfrentan los periodistas en el país.
Presentado en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (21-27 de setiembre), este documental no deja indiferente a nadie. Desde sus primeras imágenes, es un golpe emocional que te enfrenta con la sombría realidad de un sistema corrupto donde los periodistas, cuya misión es contar la verdad, son perseguidos, amenazados y, en muchos casos, asesinados por cumplir con su trabajo.
La narrativa del documental gira en torno a la frágil libertad de expresión en México, particularmente la situación de los periodistas que se atreven a denunciar la colusión entre el gobierno y los cárteles de la droga. Una de las estadísticas más impactantes que se presenta es que cada 16 horas un periodista en México es agredido, lo que evidencia el nivel de riesgo al que están sometidos quienes buscan informar al público.
La película combina entrevistas, archivos y momentos conmovedores, como los testimonios de periodistas antes de ser asesinados, quienes suplicaban ayuda en reuniones frente a las autoridades, sólo para aparecer en la siguiente imagen ya tendidos en el suelo, víctimas de un sistema que no los protegió.
La dirección de Santiago Maza es precisa, logrando tejer una narrativa fluida y poderosa que confronta al espectador con la violencia y el miedo que enfrentan los periodistas, así como con la ineficacia de los mecanismos de protección creados para ellos. El documental expone, de manera demoledora, cómo el mecanismo de protección instaurado en 2012 en México para salvaguardar a los periodistas no funciona adecuadamente.
Con producción de Diego Luna, el documental de Santiago Maza retrata la amenaza que ensombrece a la libertad de prensa en México. Foto: Gentileza
Hay testimonios que muestran cómo, incluso cuando los periodistas activan el “botón rojo” para solicitar ayuda, esta no llega a tiempo, si es que llega. Estas fallas del sistema subrayan el grado de corrupción que impregna las instituciones mexicanas, dejando claro que muchos políticos están tan involucrados con los cárteles como aquellos a los que deben combatir.
Uno de los momentos más impactantes del documental es la aparición de grabaciones de conversaciones telefónicas entre un líder del cártel y un periodista, en las que se amenaza de manera explícita no solo al periodista, sino también a su familia. Estas amenazas personales muestran la brutalidad y el control que los cárteles ejercen sobre quienes intentan sacar la verdad a la luz. Es imposible no sentir una mezcla de rabia y desesperanza al escuchar estas amenazas y ver cómo el sistema que debería proteger a los periodistas está, en realidad, trabajando en su contra.
El documental también da voz a las madres de los desaparecidos, mujeres que han luchado incansablemente por encontrar a sus hijos y que, en muchos casos, han sido asesinadas por su persistencia. El documental nos enfrenta a la dura realidad de que, en México, pedir justicia puede costar la vida. Estas historias no solo son trágicas, sino que nos muestran lo deshumanizado que se ha vuelto el conflicto, donde las víctimas se suman a una lista interminable de muertos y desaparecidos que ya no son más que cifras.
La producción, respaldada por Diego Luna, aporta un nivel de prestigio y visibilidad internacional a esta realidad tan dolorosa. Sin embargo, más allá de su peso cinematográfico, es la importancia del tema lo que realmente hace destacar a este documental. En una de las frases más memorables, una periodista afirma: “La gente por sentido común huye del fuego, pero el periodista va hacia el fuego para contar la historia”. Esta declaración encapsula el heroísmo y el sacrificio de los periodistas que se atreven a enfrentar el peligro para dar voz a quienes han sido silenciados.
Estado de silencio es un documental que no solo relata, sino que también interpela. Nos llama a la reflexión sobre la importancia de proteger a quienes arriesgan sus vidas para contar la verdad. Nos confronta con una realidad que muchos prefieren ignorar y nos invita a cuestionar el papel de la sociedad ante la violencia y la corrupción. Este es un filme imprescindible para quienes deseen entender la verdadera magnitud de la crisis en México, donde el periodismo, más que nunca, es un acto de valentía.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
Reflexiones desde Biarritz sobre la narcocultura de México
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Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
El Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, celebrado en Francia del 21 al 27 de setiembre, no solo es una plataforma para la exhibición de cine, sino también un espacio para el debate y la reflexión sobre cuestiones cruciales de la cultura en América Latina.
Durante la reciente edición del festival, una charla sobre los narcotraficantes en México tocó este género en el cine contemporáneo. Se habló de su romantización en el cine y la televisión. La charla fue moderada por Olivier Compagnon y contó con la participación de Frédéric Saliba, corresponsal del periódico Le Monde en México y autor del libro “Cartel: Voyage au pays de Narc”, resultado de 15 años de investigación sobre el narcotráfico en México.
Durante la discusión, se abordaron varios aspectos clave, como el desplazamiento del epicentro del tráfico de drogas de Colombia a México y la creciente influencia de los carteles mexicanos en el continente americano. Una de las cuestiones iniciales que se discutió fue el cambio en la representación del narcotráfico en el cine latinoamericano.
En los años 90, la imagen del narcotraficante estaba principalmente asociada a Colombia, con figuras como Pablo Escobar dominando tanto el imaginario popular como las narrativas cinematográficas. Frédéric Saliba explicó que hoy en día, esa imagen ha cambiado, y México ha pasado a ocupar un lugar central en las historias sobre el narcotráfico. Los carteles mexicanos, en particular el Cártel de Sinaloa, han sustituido a los carteles colombianos en las representaciones actuales, reflejando el cambio real en la dinámica del tráfico de drogas a nivel global.
En el reciente festival francés se debatió sobre el cine y los narcos, a partir de la romantización de personajes criminales. Foto: David Sánchez
Una parte inicial de la charla se centró en cómo la figura del narcotraficante ha sido representada en el cine y la televisión, y las implicaciones que esto tiene en la percepción pública del fenómeno del narcotráfico. El director del festival Jean-Christophe Berjon mencionó en la presentación inicial cómo series populares como Narcos y películas recientes han contribuido a la creación de un mito en torno a los narcotraficantes, presentándose como personajes casi heroicos o, al menos, fascinantes, lo que lleva a una preocupante romantización de su figura.
Este tipo de representación, que a menudo enfatiza la riqueza, el poder y el carisma de los capos, corre el riesgo de trivializar la violencia y el sufrimiento que rodea al mundo del narcotráfico. El cineasta mexicano Alfonso Cuarón, quien también estuvo presente en el festival, expresó su preocupación por la posibilidad de que estas narrativas refuercen una visión simplificada y glamorosa del narcotráfico, distorsionando la cruda realidad que enfrentan millones de personas en México y otros países afectados por esta problemática.
Cuarón hizo referencia al próximo estreno de “Emilia Pérez”, una película dirigida por el cineasta francés Jacques Audiard, que aborda la temática del narcotráfico desde una perspectiva inusual. La película ha generado una gran expectativa, pero también preocupación, sobre todo por la manera en que podría retratar a los narcos y las dinámicas de poder en México. Audiard, aunque ha investigado extensamente sobre el tema, no filmó la película en México, sino en los suburbios de París, y utilizó un elenco predominantemente de actores y actrices de ascendencia mexicana pero nacidos en Estados Unidos, como Selena Gomez, quien no domina el español. Esto ha generado debate sobre la autenticidad de la representación cultural en la película.
La charla continuó con una reflexión sobre el impacto real del narcotráfico en la política, la economía y la sociedad en América Latina. Frédéric Saliba destacó cómo los carteles no solo han influido en el tráfico de drogas, sino que también han corrompido sistemas políticos y sociales enteros en países como México. Su investigación documenta cómo estos grupos han infiltrado todas las esferas de la vida, desde las instituciones gubernamentales hasta las fuerzas de seguridad, y cómo su poder se extiende más allá de las fronteras mexicanas, afectando a países de toda la región y mercancías tan variadas como el aguacate.
En el caso de Francia, donde el consumo de aguacates ha aumentado de manera significativa en los últimos años– siendo el país el mayor consumidor de aguacate en Europa–, una parte de estos proviene de redes ilegales vinculadas a los cárteles en México. Este aspecto, poco conocido según Saliba, resalta cómo los grupos criminales se infiltran en la economía legal a través de una industria que, en apariencia, parece inofensiva.
De acuerdo con la ONU, los carteles mexicanos generan más de 250 mil millones de dólares al año a nivel mundial. Sin embargo, la verdadera magnitud de esta cifra sigue siendo objeto de debate, ya que el dinero que manejan estos grupos suele moverse en efectivo o criptomonedas, lo que dificulta su cálculo preciso.
Lo que es indudable, resalta Saliba, es que el narcotráfico y las actividades ilícitas como la extorsión, el secuestro, la trata de personas, el robo de petróleo y otros sectores, constituyen una parte importante de la economía mexicana. En términos económicos, el narcotráfico podría considerarse equivalente al sector petrolero, uno de los más importantes del país.
Petróleos Mexicanos (Pemex) genera alrededor de 25 mil millones de dólares anuales, y se estima que el tráfico de drogas en Estados Unidos y México tiene un valor similar, lo que deja claro que el crimen organizado es uno de los principales motores de la economía nacional.
La relación entre los cárteles y la economía es, sin duda, profunda. Aunque la violencia que genera el narcotráfico es visible en muchos sectores de la sociedad mexicana, hay una faceta cultural que no puede pasarse por alto: la narcocultura. Esta tendencia, como indicamos anteriormente, glorifica a los narcotraficantes a través de la música, la televisión y otros medios culturales.
Un ejemplo es la música de Peso Pluma, uno de los artistas más populares actualmente en México, cuyas letras retratan la vida de los narcotraficantes. Esto resalta un fenómeno en el que la figura del narcotraficante, lejos de ser condenada, se convierte en un símbolo de éxito y ascenso social, especialmente en un país donde cerca del 40 % de la población vive en la pobreza y las oportunidades de movilidad social son limitadas.
El narcotráfico ha brindado a muchos mexicanos un camino hacia la riqueza en una sociedad altamente materialista, influenciada por su vecino del norte, Estados Unidos. En México, el estatus social está estrechamente vinculado a la posesión de bienes materiales como automóviles o teléfonos inteligentes. Para algunos, el narcotráfico representa una vía rápida hacia la prosperidad en una sociedad que ofrece pocas alternativas de ascenso.
Además, para Saliba, hay una revancha cultural implícita en la narcocultura. Los narcotraficantes, que a menudo provienen de zonas rurales y empobrecidas, han llevado consigo símbolos de su origen campesino a las grandes ciudades. Las botas de vaquero, los sombreros y los adornos brillantes que lucen los narcotraficantes son ahora imitados por sectores de la clase media y alta mexicana, convirtiendo lo que antes se consideraba un signo de inferioridad social en un símbolo de estatus. Es importante mencionar que la narcocultura también refleja una inversión de los valores sociales en México, donde el poder y la riqueza asociados con el narcotráfico han comenzado a penetrar en la cultura dominante.
Las conexiones entre los cárteles y el gobierno han sido un tema recurrente en la historia reciente del país. Durante décadas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la política mexicana en el siglo XX, fue acusado de mantener vínculos con el narcotráfico. Hoy en día, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), las críticas sobre la relación entre el gobierno y los carteles continúan, aunque de manera más velada. Con el próximo cambio de poder en México, con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia en octubre de 2024, queda por ver cómo evolucionarán estas relaciones y si se tomará alguna acción significativa para reducir el poder de los carteles, que siguen siendo una parte integral de la vida económica y social del país.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
El cineasta aborda la dictadura chilena desde una ficción carcelaria en torno a los cinco torturadores más crueles del régimen de Pinochet. Foto: David Sánchez
Entrevista: Felipe Carmona presenta “Penal Cordillera”
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Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
El cineasta chileno Felipe Carmona, director y guionista de “Penal Cordillera”, ha compartido su experiencia y visión artística durante el estreno de su película en el reconocido festival de cine latinoamericano de Biarritz (21-27 de setiembre). Este filme, una coproducción chileno-brasileña, se presenta en la sección oficial, marcando un hito para Carmona, quien expresa con entusiasmo su alegría de poder exhibir su trabajo en Francia, un país cuya cinematografía ha influido profundamente en su carrera.
Al ser consultado sobre sus influencias cinematográficas, Carmona reconoce que el cine francés ha sido una fuente constante de inspiración. “No solo para esta película, sino en general, el cine francés siempre ha sido clave en mi vida”, comenta. Menciona a directores icónicos como Jean Renoir, Éric Rohmer, y Claude Chabrol como figuras que han marcado su forma de entender el cine. Sin embargo, es Claire Denis quien tiene una influencia directa en “Penal Cordillera”. “Es un referente clave para esta película”, señala. También menciona a Lucile Hadzihalilovic, cuya originalidad destaca como una inspiración significativa en su obra.
La película toma como punto de partida un evento real ocurrido en Chile en 2013, en el que cinco altos oficiales de la dictadura de Pinochet, condenados a largas penas de prisión, son trasladados de su reclusión especial tras un escándalo mediático. Carmona, sin embargo, se aleja del realismo estricto para adentrarse en una narración más libre y arriesgada, fabularizando los últimos días de estos exmilitares antes de su traslado. “No nos apegamos al archivo judicial, la película se escapa un poco de las convenciones y va hacia el delirio y el horror”, explica.
El cineasta aborda la dictadura chilena desde una ficción carcelaria en torno a los cinco torturadores más crueles del régimen de Pinochet. Foto: David Sánchez
El desenlace de la película introduce un momento especialmente oscuro, en el que uno de los guardias policiales desata una violencia contenida que ha estado latente a lo largo de la película. “No se trata solo de homofobia”, aclara Carmona, “es la manifestación de una violencia invisible que finalmente explota”. Este personaje, que hasta entonces había sido obediente y tímido, se convierte en el vehículo de una violencia que refleja la herencia de una educación autoritaria dentro del penal.
El director también reflexiona sobre el auge del cine chileno en los últimos años, destacando que la industria ha alcanzado un momento excepcional. Con múltiples nominaciones a premios internacionales y una constante presencia en festivales de prestigio, Carmona atribuye este éxito a varios factores: “Hay mucho talento en Chile, grandes técnicos, actores y cineastas que se conectan con nuestra poesía, que es quizá nuestro arte más representativo”. Menciona nombres como los de Patricio Guzmán y Sebastián Lelio, que han sabido llevar el cine chileno a lo más alto.
Al ser preguntado sobre el impacto de su película dentro de este contexto, Felipe Carmona se muestra orgulloso de formar parte de la “camada de cineastas chilenos contemporáneos”. Con “Penal Cordillera”, espera seguir contribuyendo al creciente reconocimiento internacional del cine de su país, manteniendo siempre una visión arriesgada y comprometida con la historia y la sociedad chilena.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.