El Festival de Cine de Mar del Plata confirmó fechas y secciones
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El Festival de Mar del Plata festejará sus 70 años con su edición número 39 a partir del jueves 21 de noviembre al domingo 1 de diciembre con todas sus competencias y premios de la última entrega. La ceremonia de apertura tendrá lugar el 21 de noviembre, mientras que la de clausura, en la que serán anunciados los ganadores, será el 30 de noviembre.
En una ceremonia previa, numerosas organizaciones de la industria del cine otorgarán premios a las mejores películas argentinas que participarán en todas las competencias. A través de un comunicado de prensa, el único evento cinematográfico de categoría A de Sudamérica confirmó estas fechas, así como las secciones que continuarán en esta nueva edición.
Como cada año, la atención se centrará en las cinco competencias del festival: la Competencia Internacional, que sigue las reglas de la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos); la Competencia Latinoamericana de Largometrajes y Cortometrajes; la Competencia Argentina de Largometrajes y Cortometrajes; la Competencia Estados Alterados, dedicada al cine experimental; y el Work in Progress, que apoyará proyectos en desarrollo.
También estará la sección Panorama, destinada a exhibir interesantes propuestas del cine nacional e internacional, donde también habrá segmentos tradicionales como el dedicado a los niños, Mar de Chicos y Chicas, Hora Cero para el cine de terror, Autores, para cineastas destacados y Nuevos Autores, que permitirá descubrir nuevas voces.
Para celebrar esta trayectoria, el festival prepara un ciclo en el que volverán a proyectarse grandes títulos que comenzaron su recorrido en Mar del Plata. Además, habrá homenajes a importantes películas argentinas que celebran su 50 aniversario. Tradicionalmente organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina, la edición número 39 será una realización conjunta entre el INCAA y la Municipalidad de General Pueyrredón, de la provincia de Buenos Aires.
Los directores artísticos del Festival de Mar del Plata, Gabriel Lerman y Jorge Stamadianos, aportan su vasta experiencia en la industria cinematográfica; Lerman, veterano periodista de cine radicado en Los Ángeles, ha sido jurado de los Globos de Oro durante 20 años y ha trabajado para importantes medios en Argentina, México, Estados Unidos y España; mientras que Stamadianos, director de cine graduado del CERC, se desempeñó como vicepresidente del departamento de ficción de Fox Latin American Channels y fue director creativo del canal National Geographic para América Latina.
Fundado en 1954 bajo la presidencia de Juan Domingo Perón como Primera Muestra Cinematográfica, en su primera edición contó con 52 largometrajes y 49 cortos que representaban a 18 países. A partir de 1959 fue organizado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, que lo convirtió en competitivo. Con el paso de los años se fue transformando en el más importante de América Latina. La última edición de esta primera etapa fue en 1970. En 1996 regresó luego de 26 años de ausencia, reposicionándose como un acontecimiento artístico-cultural anual imprescindible, en los que fue plataforma de lanzamiento de muchas películas argentinas que tuvieron repercusión nacional e internacional.
El presidente argentino, Javier Milei, sostuvo que el país sudamericano ha superado la recesión económica y muestra signos de recuperación, aunque en un contexto de crecimiento de la pobreza que afecta al 52,9 % de la población. El mandatario ultraliberal, que aplica desde que asumió el 10 de diciembre pasado una política de fuerte ajuste fiscal con caída de jubilaciones, recorte del presupuesto educativo y miles de despidos en el sector público, afirmó que “el intervalo de dolor terminó”.
“La recesión terminó. Estamos saliendo del desierto, el país finalmente ha empezado a crecer”, aseguró la noche del jueves pasado en un discurso ante empresarios. Recientes informes del instituto de estadísticas Indec reflejaron que la producción industrial creció 2,6 % en setiembre respecto al mes anterior y la construcción aumentó 2,4 % en comparación a agosto, aunque ambos indicadores cayeron 6,1 % y 24,8 % interanual respectivamente.
El mandatario, que utiliza la metáfora de ‘la motosierra’ para referirse a su política de ajuste de las cuentas públicas, destacó la tendencia de la inflación, que se moderó en setiembre a 3,5 % mensual, aunque persiste en torno al 200 % interanual, entre las más altas del mundo.
“Hicimos un ajuste de shock focalizado, principalmente, en un sector público que se sostenía a base de déficit fiscal y emisión monetaria. Y lo hicimos tal como lo dijimos que lo íbamos a hacer. Tuvimos una recesión en unos meses, (...) y también dijimos que después (...) la economía subiría como pedo de buzo. ¿Y adivinen qué? Las burbujas están empezando a verse”, dijo Milei en su discurso.
El mandatario admitió la contundencia de su política de ajuste. “Ese esfuerzo debe implicar progreso porque si no, no es sacrificio, es un martirio”, remarcó. Pese a que el gobierno reforzó algunos subsidios a la infancia y a los más vulnerables, la pobreza en Argentina alcanzó al 52,9 % de la población en el primer semestre de 2024, un fuerte aumento de 11,2 puntos porcentuales en relación a igual período de 2023.
“Quiero decir que, de aquí en adelante, todos los días vamos a estar un poco mejor que el día anterior. En vez de ser cada día más pobres, seremos cada día más ricos”, prometió Milei. Según proyecciones del Banco Mundial, la economía argentina se contraerá este año 3,5 %, en tanto el organismo pronosticó un rebote del 5 % en el PBI para el año próximo.
La discusión que enfrenta a Milei con el fútbol argentino: ¿clubes o empresas?
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Argentina juega un importante partido entre el gobierno que impulsa el ingreso de capitales privados al fútbol local y los clubes deportivos, que rechazan esta idea argumentando que amenaza su rol social comunitario. Pero este modelo es una realidad en Brasil, México y Uruguay. El presidente argentino, Javier Milei, promulgó dos decretos que buscan que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) acepte convertir los clubes en sociedades anónimas deportivas (SAD), pero ambos fueron detenidos en la justicia.
Los impulsores dicen que los clubes se verán beneficiados por el ingreso de capital privado, pero los detractores argumentan que los inversores se llevarán el dinero del fútbol desfinanciando a otras actividades de la institución que dependen de esos ingresos. Mientras Milei afirma que ello permitiría que Argentina tenga una liga local “de muchísima mejor calidad”, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, asegura que este “no es el modelo” de fútbol que llevó al país a ganar recientemente dos copas América, en 2021 y 2024, y el Mundial de Catar-2022.
¿Y los rivales?
En el eterno rival de Argentina, Brasil, está permitido este modelo de club. Se llama Sociedades Anónimas del Fútbol (SAF) y fue aprobado por el Congreso en 2021 para facilitar el rescate de instituciones con problemas financieros o impulsar aquellas con las cuentas en orden. Pero en el país del ‘jogo bonito’ los clubes no tienen un vínculo estrecho con los barrios donde surgieron u operan, como sí pasa en la tierra de Lionel Messi y Diego Maradona.
La mayoría de los socios no tienen derechos políticos, reservados para quienes pueden pagar una costosa cuota y acceder a un “título” que, eventualmente, les da derecho a votar. Tras convertirse en SAF, algunos de los equipos siguen en aprietos económicos y no han tenido mejoras deportivas. Pero otros sí, como el Botafogo que, en noviembre de 2024, lidera la liga brasileña y es finalista de la Copa Libertadores, tras años de poco protagonismo y varias visitas a la segunda división.
En su vecino Uruguay, desde 2001 se puede competir en la liga nacional como sociedad anónima. Deportivo Maldonado, con sede muy cerca del famoso balneario Punta del Este, se convirtió en 2009 en la primera SAD registrada en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). El centenario club de la ciudad de Maldonado, a unos 130 km de Montevideo, ascendió en 2019 a primera división y en 2023 clasificó a la segunda fase de la Copa Libertadores. En la vecina San Carlos está el club Atenas, que fue adquirido por una sociedad anónima que llegó a poner al exdelantero de la selección uruguaya y exManchester United Diego Forlán como director técnico.
Pero Forlán duró un semestre y dejó a Atenas envuelto en una pelea con el grupo inversor. Tras dos años de intentos fallidos por ascender de categoría, la sociedad abandonó el club que ahora busca inversores para poder permanecer en el fútbol uruguayo, donde la mitad de los equipos son SAD. Al norte, en México, la mayoría de los equipos son propiedad de empresarios particulares o de grupos de inversores. Desde 2024, el América y el Estadio Azteca cotizan en la Bolsa de Valores mexicana como cualquier otra empresa.
El argentino Gabriel Nicosia recuerda que hace 40 años paseaba con su madre frente al club San Lorenzo, que aún frecuenta para ejercitarse y charlar con los del barrio. Ahora teme que si la institución se vende a una empresa como lo promueve el presidente del país, Javier Milei, esa vida comunitaria desaparezca. El debate sobre la incorporación de las sociedades anónimas deportivas (SAD) al fútbol argentino saca chispas entre el gobierno y la mayoría de los clubes, cuyos dirigentes y socios suelen oponerse a la idea.
“Me acuerdo de ir de la mano con mi vieja (madre) y pasar por el club, de caminar por abajo de las tribunas, todas de madera”, rememoró Nicosia, fanático de San Lorenzo “desde siempre”. En la sala de musculación, el contador de 50 años saluda a otros socios que, como él, juegan fútbol, básquet o planifican una kermese mientras los niños practican danza, natación o artes marciales. Muchos padres esperan en la cafetería, decorada con banderas que evocan títulos internacionales y jugadores de la selección de fútbol.
Pero si este club, del que también el papa Francisco es hincha, se convierte en empresa, “podrían cambiar muchas cosas y perderse los valores sociales”, cuenta a la AFP Nicosia, en la sede del barrio de Boedo, en Buenos Aires. En Argentina, los equipos que compiten en fútbol profesional son asociaciones civiles sin fines de lucro controladas por los socios, que pagan una cuota mensual y tienen derechos políticos. Brindan “contención y posibilidades” sociales, como las 300 becas para que jóvenes del barrio marginal vecino disfruten de la piscina, explicó a AFP Martín Cigna, director de San Lorenzo.
Los becados se preparan a un paso de donde entrenan los jugadores del equipo de fútbol profesional, varios de ellos millonarios. A diferencia de otros países de la región, como Brasil, donde los clubes están menos vinculados a las comunidades, en Argentina estas pequeñas entidades, como el humilde Parque en Buenos Aires, proveen de juveniles que luego serán grandes futbolistas a equipos de primera categoría. Este club barrial trabajó con Argentinos Juniors, donde debutó Diego Maradona, y formó a otros campeones del mundo como Sergio Batista y Alexis Mac Allister, o internacionales como el ex Manchester United y Manchester City Carlos Tévez.
Un profesor de natación enseña a los niños en la piscina del estadio Boedo del club argentino San Lorenzo en Buenos Aires, el 24 de octubre de 2024. Foto: AFP
Vieja discusión
En su estatuto, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no permite que un club deportivo con otra forma jurídica, como las SAD, compita en sus ligas. Las SAD pondrían en riesgo actividades que no sean fútbol profesional, ya que “aquello que no da ganancia se va a cerrar, esa es la lógica comercial”, explicó a la AFP Verónica Moreira, especialista en estudios sociales del deporte. La discusión ganó espacio antes de las elecciones que consagraron presidente de Argentina a Milei el año pasado.
“¿A quién carajo le importa quién es el dueño si ganás (...) cinco a cero y sos campeón del mundo? ¿O preferís seguir en esta miseria que tenemos, cada vez, de fútbol de peor calidad?”, había dicho el entonces candidato semanas antes de ser electo en noviembre. En dos decretos, su gobierno intentó forzar a la AFA a aceptar la posibilidad de que los clubes sean manejados por SAD, lo cual fue repudiado por la comunidad futbolística y detenido en la justicia. “No es para nuestro modelo de fútbol”, replicó en agosto el presidente de la AFA, Claudio Tapia, bajo cuya gestión Argentina obtuvo el Mundial de Catar-2022 y dos veces la Copa América, en 2021 y 2024.
Según Moreira, “en las asociaciones civiles lo que se gana se reinvierte en el club”, mientras que un privado “que invierte el dinero, después se quiere llevar esa ganancia”. Pero quienes defienden las SAD no lo ven así. “Esto es a favor de los clubes. Estamos convencidos de que puede ser el camino”, dijo al canal local TN el secretario de Turismo y Deporte, Daniel Scioli. “¿No estaría bueno que se puedan mejorar las instalaciones?”. Antes de Milei hubo intentos de permitirlas: a fines de la década de 1990 y durante el gobierno del derechista Mauricio Macri (2015-2019).
Deficitarios
Algunos dirigentes de clubes son favorables al ingreso de capitales privados, como el presidente del centenario Estudiantes de la Plata, el exManchester United Juan Sebastián Verón, quien afirmó que se prepara “para otro tipo de apertura”. Pero la mayoría se opone, como Cigna, quien explicó que San Lorenzo además de lo deportivo, también facilita asistencia social para la compra de anteojos o plantillas para pies. “Este año vamos a terminar con un déficit de cerca de un millón de dólares y eso se solventa con el resto de los ingresos que tiene el club, mayoritariamente del fútbol profesional. Con las cuotas sociales no alcanza”, señaló el dirigente.
Al otro lado del río Matanza-Riachuelo que divide Buenos Aires de la provincia homónima está el competitivo club Lanús, que cobija más de 30 disciplinas entre deportivas y artísticas, escuelas primaria y secundaria. Sus más de 25.000 socios practican actividades que “serían deficitarias” sin el dinero del fútbol, explicó a la AFP su presidente, Luis Chebel. El directivo también está en contra de la incorporación de las SAD porque los fondos necesarios para mantener esa dinámica “se los llevarían los que ponen el dinero”.
Crítica: “Edge of Night”, sobre el golpe de estado en Turquía
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Por David Sánchez, desde Tesalónica (Grecia), X: @tegustamuchoelc (*).
“Edge of Night” (Gecenin Kıyısı), dirigida por el turco Türker Süer, presenta un viaje oscuro y desafiante entre dos hermanos, Sinan y Kenan, en medio de un ambiente político opresivo y polarizado en Turquía. En el Festival de Cine de Tesalónica, esta obra de Süer intenta abordar temas profundos como la lealtad, la identidad y el impacto del autoritarismo en las relaciones familiares. Sin embargo, aunque la trama promete una exploración emocional compleja, la ejecución se ve obstaculizada por una puesta en escena que busca crear profundidad mediante primeros planos repetitivos, enfocándose en detalles visuales que a menudo distraen de la narrativa principal.
El núcleo de la historia, que muestra a Sinan obligado a entregar a su hermano a la justicia militar, parece aludir a los dilemas morales que enfrentan muchos turcos en tiempos de represión política, especialmente tras el intento de golpe de estado de 2016. En esa época, el gobierno exigió lealtad absoluta de sus ciudadanos, y Süer refleja esta realidad en la tensa relación entre los hermanos. Sin embargo, la frialdad con la que Sinan trata a Kenan, y la falta de profundidad en los diálogos, limitan el impacto emocional de esta situación, haciendo difícil que el espectador se conecte con sus conflictos.
Süer emplea primeros planos de objetos y gestos –como un anillo, una mano, o el rostro de Sinan– en un intento de crear una atmósfera íntima, pero el exceso de estos detalles resulta contraproducente, restando dinamismo a la narrativa. Estos elementos podrían haber añadido profundidad psicológica, pero aquí se sienten innecesarios, como si la cámara estuviera tan enfocada en lo superficial que olvidara la esencia de la historia. Además, los diálogos, en su intento de ser tensos y solemnes, a menudo parecen forzados y carecen de la intensidad que el conflicto exige, como cuando Sinan recibe la orden de escoltar a su hermano sin una explicación que le dé peso dramático.
Türker Süer, director del filme. Foto: David Sánchez
El intento de golpe de estado fallido en Turquía en 2016 dejó una marca profunda en la sociedad turca, evidenciando una profunda polarización y una intensificación de las políticas autoritarias que exigían lealtad absoluta al Estado. En la ambientación se refleja un país atrapado en la incertidumbre, donde la desconfianza y la paranoia dominan.
Este trasfondo es crucial en la trama, pero la ejecución es confusa en ciertos momentos, como cuando los hermanos llegan a un campamento militar sin saber si están en territorio seguro. Este caos podría simbolizar el clima de paranoia en una sociedad dividida, pero en la película parece más un problema de claridad narrativa que un reflejo intencional de la inestabilidad nacional.
Aunque la película intenta profundizar en la dualidad entre los hermanos y la lealtad hacia el Estado, el personaje de Kenan es presentado de manera errática e irracional, y la frialdad de Sinan lo convierte en una figura poco empática. La figura de su padre, un general importante, podría haber aportado otra capa de complejidad, pero apenas se menciona, y su influencia se siente distante. Incluso los personajes secundarios, como la esposa e hijo de Sinan, son poco desarrollados, pocos segundos de escena y unas llamadas de teléfono, lo que, una vez más, limita la capacidad del filme de ahondar en las dimensiones personales del protagonista.
Türker Süer plantea una reflexión interesante sobre los desafíos de la lealtad en un régimen autoritario, pero su enfoque visual y narrativo no logra capturar la complejidad emocional del conflicto. Aunque el contexto del golpe de estado y la crisis de identidad en Turquía son temas potentes, la ejecución de Süer no hace justicia a su profundidad. La tensión entre los hermanos, aunque prometedora, se queda en una línea monótona, y la falta de desarrollo en los personajes secundarios reduce el impacto emocional de esta historia.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
Por David Sánchez, desde Tesalónica (Grecia), X: @tegustamuchoelc (*).
“Pues nada, aquí estamos en Tesalónica”, dice Lois Patiño con una sonrisa, al inicio de la entrevista dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Tesalónica (31/10-11/11), uno de los eventos de cine más prestigiosos de Grecia. Invitado este año como jurado, el director español reflexiona sobre su conexión especial con el festival: “El año pasado ‘Samsara’ ganó aquí el primer premio en la sección Film Forward... no pude venir, y me invitaron de jurado este año. Entonces ya no podía decir que no”.
Para Patiño, este festival representa una oportunidad única. “Tiene una selección de pelis muy buenas”, comenta, destacando la calidad del cine que se presenta. Además, su película “Samsara” ha tenido un impresionante recorrido desde su estreno, acumulando premios y éxito de audiencia en varios países. “En Grecia se estrenó la semana pasada, de hecho... en Holanda, 25.000 espectadores; en España también fueron como 15.000. Para una película que 15 minutos son para ver con los ojos cerrados y medio documental antropológico, la verdad es que es muy sorprendente las cifras”.
Patiño ve los premios y la crítica como elementos esenciales para películas independientes como la suya. “Para hacer esa apuesta económica en promoción tienes que entender que va a haber un retorno económico... por eso éxitos comerciales como ‘Samsara’ ayudan”, comenta. “La crítica es fundamental... es publicidad de prestigio gratuita”. Explica que las distribuidoras suelen mimar a la prensa en sus estrenos para obtener críticas positivas que puedan atraer a la audiencia.
Respecto a su próximo proyecto, Patiño ha desarrollado una película nueva titulada “Ariel”, filmada en las islas Azores y basada en “La tempestad” de Shakespeare. En esta producción, también explora ideas de metanarrativa inspiradas en “Seis personajes en busca de autor” de Pirandello. “Son personajes que se saben personajes”, dice sobre sus protagonistas, quienes cobran vida en un espacio casi existencialista. La producción cuenta con las actuaciones de Irene Escolar y Agustina Muñoz, junto a actores no profesionales de las Azores. Patiño destaca cómo esta colaboración de actores amateurs le da un carácter único a la película: “Hay muchos actores no profesionales... les damos papeles que se adaptan a su esencia”.
Al preguntarle cómo combina su vida personal con las largas producciones y festivales, Patiño admite que no es sencillo. “Es un esfuerzo muy grande por mi parte y parte de mi pareja. En el caso de ‘Ariel’, mi hijo llegó justo el día del rodaje... (Cada día) yo terminaba de trabajar y mi hijo venía corriendo a mis brazos”.
Finalmente, Patiño comenta la importancia de las coproducciones internacionales para proyectos independientes. Su experiencia con “Ariel” fue una colaboración entre Galicia y Portugal. “Hay sinergias entre Galicia y Portugal, y creo que se deberían tejer todavía más puentes... es positivo para generar diálogos y no ensimismarse”.
A través de sus palabras, Patiño expresa su deseo de que estas colaboraciones entre países iberoamericanos sigan creciendo, fortaleciendo el cine independiente y ampliando las oportunidades para proyectos creativos de este tipo. En cuanto a la fecha de estreno de ‘Ariel’, Patiño concluye que aún está en proceso de selección en festivales, pero con una emoción palpable de compartir pronto su nueva obra.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.