El Premio Gabo vuelve a celebrar al periodismo premiándolo en sus cinco categorías (Texto, Imagen, Audio, Fotografía y Cobertura), las cuales recibirán más de 80.000 dólares en premios; el plazo de postulación cierra el próximo 29 de febrero. En la edición del año 2023, recibieron casi 2.000 postulaciones de trabajos periodísticos procedentes de toda Iberoamérica.
“El periodismo vive” se consolida como el lema de esta convocatoria número 12, en referencia a un oficio que resiste los intentos de silenciamiento a periodistas y los frecuentes ataques a la libertad de prensa, que al mismo tiempo se adapta a la constante transformación que proponen las plataformas digitales y la revolución tecnológica y que es creativo y comprometido con la verdad.
En cada nueva entrega, el Premio Gabo promueve referentes de calidad que cubren los temas que afectan a la región, los cuales resultan hoy más importantes que nunca en medio de la arremetida de gobiernos autoritarios y el auge del crimen organizado en el continente, y de grandes desafíos globales como el cambio climático, el uso inescrupuloso de la inteligencia artificial y las olas de desinformación.
En el marco de su alianza con los Grupos Bancolombia y Sura y sus filiales en América Latina, la institución creada por Gabriel García Márquez en 1995 sigue apostando, con el reconocimiento más importante de la región, a un periodismo de calidad, riguroso y que contribuye al fortalecimiento de la democracia y de una ciudadanía libre y mejor informada.
Lea más: Paraguay, listo para destacar en el mayor evento de las industrias culturales
Categorías
Texto: trabajos de periodismo escrito, como perfiles, crónicas, entrevistas, reportajes, entre otras piezas que destaquen desde el punto de vista del rigor periodístico y del cuidado del lenguaje.
Fotografía: trabajos de cobertura fotográfica, que representen y comuniquen a través de imágenes estáticas acontecimientos, lugares, personajes o sucesos.
Audio: trabajos de periodismo sonoro, como piezas radiales o pódcast, que exploren el ingenio de la narración sonora y la diversidad de recursos en el formato audio.
Imagen: trabajos periodísticos en soporte audiovisual, video, animación u otras formas de visualización digital, como documentales, series, entre otros.
Cobertura: trabajos sobre noticias, investigaciones y temas de actualidad, como especiales multimedia que incluyan recursos en diferentes soportes o lenguajes.
Cada categoría tendrá tres finalistas, dentro de los cuales se encuentra el ganador, quien recibirá su reconocimiento en el marco del Festival Gabo 2024, evento al que serán invitados con todos los gastos pagos. La ceremonia de premiación se llevará a cabo el 5 de julio en la capital colombiana. Más información: https://premioggm.org.
Lea también: Avanzan los preparativos de la Libroferia Capel
Dejanos tu comentario
Javier García: “Todo aquel que ataque a la prensa se encontrará con la Unión Europea”
La Embajada de Alemania y la Unión Europea destacaron el valor del periodismo paraguayo para la democracia, pese a los diversos desafíos que afrontan los comunicadores en el ejercicio de su profesión. “La libertad de prensa es un valor fundamental, es una piedra fundamental de las sociedades democráticas“, remarcó Javier García de Viedma, representante del bloque europeo en Paraguay.
El anfitrión del agasajo anticipado por el Día del Periodista (26 de abril), el miércoles pasado en su residencia, el embajador alemán Holger Scherf manifestó: “Debemos considerar la información como un bien público, como el aire que respiramos, y la prensa es la guardiana para que la información pueda cumplir ese papel fundamental en la sociedad. Para ello es necesario garantizar una libre circulación de ideas y opiniones, incluidas las discrepantes“.
Lea más: La inteligencia artificial, ¿acabará con el periodismo?
Scherf citó las amenazas de muerte y de proceso judicial como principales formas de ataque para intimidar y censurar la labor periodística. También recordó a Santiago Leguizamón, acallado el 26 de abril de 1991 en Pedro Juan Caballero. Mencionó la serie de actos que realizó la Embajada de Alemania, como el taller sobre desinformación y verificación de hechos, realizado el sábado pasado; la charla virtual con Mauritius Much, periodista investigativo de Suddeutsche Zeitung, el jueves último, así como el viaje temático en Alemania, al que acudió Yerutí Salcedo.
A su turno, Javier García expresó: “En Paraguay, la libertad de expresión de los medios de comunicación, especialmente en asuntos de interés público, se ha visto amenazada en los últimos tiempos, sobre todo en las regiones fronterizas del país. Se suman al día de hoy 21 periodistas asesinados en los últimos 30 años“.
Lea también: Ejecutivo reglamenta ley que establece como carrera la investigación científica
“Desde la Unión Europea vamos a trabajar para promover la protección de los derechos humanos mediante el fortalecimiento del derecho a la información y la lucha contra la desinformación y la violencia en el entorno digital“, agregó García. “Todo aquel que ataque a la libertad de prensa, todo aquel que ataque a un periodista haciendo su trabajo se va a encontrar de frente con la Unión Europea. Todos esos comunicadores y periodistas que se vean víctimas van a ser apoyados por la Unión Europea“.
Además, recordó los 700 casos de violencia registrados contra comunicadores y medios de prensa, y reconoció el valor del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), el Foro de Periodistas del Paraguay (FPP), la Mesa para la Seguridad de Periodistas y otros colectivos en defensa del periodismo del país.
Dejanos tu comentario
El periodismo y la incertidumbre ante la evolución de la tecnología
El Día del Periodista llama a reflexionar el rol que cumple hoy y cómo se adaptan los comunicadores a los constantes cambios en el oficio.
El oficio del periodismo y su ejercicio con responsabilidad siempre fue una de las premisas más importantes para que la información llegue de manera correcta y objetiva a los ciudadanos. Hoy que se conmemora el Día del Periodista, Silvio Waisbord, Richard Moreira y José Costa analizan el rol que cumplen los comunicadores en la actualidad.
A a esa tarea, ya de por sí compleja, se le suman desafíos constantes como, por ejemplo, las innovaciones en el formato, la forma de hacer llegar la información y la necesidad de entregarla de manera más inmediata.
Otro desafío es ir implementando y compaginando el trabajo de las grandes redacciones o estudios con la tecnología, la cual en los últimos años ha avanzado de manera vertiginosa en el ámbito de las comunicaciones, dando inclusive opciones a automatizar muchas de las funciones.
La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido de una manera notable, agilizando tareas de redacción, traducción, e inclusive, incursiona en el experimento de contar con presentadores creados por esta herramienta tecnológica.
Esto desata la interrogante entre los profesionales de la comunicación: ¿hasta qué punto puede llegar a incidir en el trabajo de los seres humanos tras los teclados y micrófonos el avance de la tecnología?
“El principal desafío tiene que ver con la calidad informativa, el producto que resulte de la acción tecnológica no debe surgir a partir de la pérdida de calidad”, indicó el gerente periodístico de Nación Media, Richard Moreira.
Sostuvo que, de darse esa situación, eso puede traducirse “en un deterioro de la credibilidad de un medio de comunicación, ya que, lo que se da por descontado, es que las historias o informaciones generadas sean precisas, éticas y relevantes para la audiencia”, explicó.
Reforzó la postura de la necesidad innegable de que siempre el trabajo periodístico sea realizado bajo los mayores estándares posibles, de manera tal que la tarea sea precisa. También indicó que en ella se debe reflejar la realidad y debe servir para que las personas la comprendan de mejor manera, generando también así un impacto estimulante en ellas.
LA ADAPTACIÓN A LOS NUEVOS TIEMPOS
El periodista y docente universitario José “Pepe” Costa, en comunicación con La Nación/Nación Media, subrayó la importancia de mantener siempre un control sobre la inteligencia artificial.
Explicó que lo principal es aprender a utilizar la IA como una herramienta facilitadora y no para evadir el compromiso con el trabajo de calidad, que debe caracterizar al periodista.
“La inteligencia artificial representa un desafío nuevo al que no hay que temer, pero hay que saber abordar; y en ese abordaje, el periodismo debe actuar de orientador sobre la propia IA”, aseguró el profesional.
Indicó que también el periodismo debe “actuar usando esta herramienta para hacer más eficaz, creíble y vigorosa la misión de la prensa y los periodistas en la sociedad, a favor de la transparencia, a favor de la libertad de expresión, a favor de los derechos humanos y de la democracia”, comentó Costa.
El director y profesor de la escuela de medios y asuntos públicos de la Universidad George Washington, Silvio Waisbord, puntualizó sus ideas sobre la realidad del oficio del periodismo y cómo quienes lo ejercen han venido adaptándose a los cambios, conforme avanza el tiempo.
Sostuvo que son cada vez más frecuentes los cambios y las adaptaciones, y que esta propia capacidad es lo que le da la pauta de que sería difícil la completa sustitución de la labor periodística por la inteligencia artificial, aseguró en entrevista con La Nación/Nación Media.
“Creo que el periodismo va a ir adaptándose constantemente porque es la historia de siempre o, al menos, de los últimos 20 años que el periodismo ha tenido que ir adaptándose y generando información que encaje con los intereses de la audiencia”, señaló el profesor Waisbord.
EL FUTURO DEL PERIODISMO
Un punto en evaluación también dentro del espectro periodístico es el futuro, y si bien es imposible conocer cuáles serán las próximas corrientes informativas que se deban sortear, o inclusive, los formatos en que deberán ser entregadas las noticias, es preciso realizar una mirada hacia dónde camina este oficio tan necesario y puesto en el sistema central de toda comunidad.
En ese sentido, el periodista Richard Moreira hizo hincapié en lo crucial que será conocer cada vez más a los consumidores de noticias y alinearse a sus necesidades. “Dado el vértigo con el que se dan estas transformaciones, es muy difícil prever qué puede pasar de aquí a un año, pero es muy probable que, a largo plazo, los formatos sean cada vez más breves y orientados a los intereses del consumidor, la afirmación de las noticias personalizadas”, coincidió con Moreira Waisbord.
Para el periodista José Costa, el punto trascendental de un futuro positivo o negativo se encuentra en la esencia misma, ya que, según el profesional, la única manera de que exista un buen periodismo es aferrándose a las bases de la tarea: informar la realidad sin tapujos y formando opiniones concretas en contra de cualquier tipo de fuerza que atente contra la democracia.
“Vivimos tiempos muy desafiantes para la sociedad en general y para el periodismo en particular. El poder, para el cual el periodismo actúa de contralor, de contrapoder, se ha ampliado, ya no está concentrado solamente en el poder político, si no se amplía al poder económico, al poder ilegal y sobre todo, hoy día, al poder de las grandes corporaciones tecnológicas”, finalizó el comunicador.
El profesor Silvio Waisbord centró su atención en una de las piezas fundamentales para que la maquinaria de la comunicación funcione, la cual es la financiación.
Aseguró que mientras existan personas decididas a invertir en medios tradicionales, los mismos difícilmente puedan llegar a desaparecer, ya que en mayor medida dependen justamente de los ingresos publicitarios.
“Más allá del financiamiento, para mí el mayor desafío que aún tiene el periodismo es cómo lograr captar la atención de la gente que no está consumiendo noticias. Y es evidente que aún no se cuenta con la receta óptima para esto, por eso seguimos cambiando constantemente de enfoques y canales”, especificó Waisbord.
La inteligencia artificial (IA) irrumpió de una manera notable, agilizando tareas de redacción, traducción, e inclusive, incursiona en el experimento de contar con presentadores creados por esta herramienta tecnológica.
Un punto en evaluación también dentro del espectro periodístico es el futuro, y si bien es imposible conocer cuáles serán las próximas corrientes informativas que se deban sortear.
El profesor Silvio Waisbord centró su atención en una de las piezas fundamentales para que la maquinaria de la comunicación funcione, la cual es la financiación.
Dejanos tu comentario
Espacios de debate dentro de los medios son clave para su desarrollo, asegura experto
En el marco del ciclo de charlas por la semana del periodista, la Embajada de los Estados Unidos ha propiciado diferentes espacios para que periodistas, comunicadores y estudiantes puedan ser parte de una disertación sobre la desinformación y el manejo de la noticia.
Las jornadas se realizan de la mano de Silvio Waisbord, director y profesor de la escuela de medios y asuntos públicos de la Universidad George Washington.
Este martes, el profesor Silvio Waisbord visitó la redacción de Nación Media y desarrolló una charla dirigida a los periodistas y editores en la cual profundizó temas cruciales.
Uno de ellos fue el impacto de la desinformación, cómo se crea la misma, el creciente auge de la inteligencia artificial y cómo esta puede influir en la labor periodística.
En cuanto a la desinformación, precisó que las noticias y contenidos con este fin están deliberadamente confeccionados para sembrar la duda y desconfianza, centrándose en sectores puntuales de la sociedad y sobre temas segmentados, de manera a que esto genere un impacto mucho más profundo dentro de la sociedad
Podés leer: Insalubridad: piden que camiones recolectores no pasen frente a una escuela de Asunción
En cuanto a los espacios de diálogo y la posibilidad de debatir dentro de los propios medios de comunicación respecto a cómo se van dando los cambios en el espectro laboral.
Aseguró que son fundamentales para el desarrollo de nuevas estrategias que permitan que las noticias y su manera de difundirlas vayan también evolucionando y adaptándose a las nuevas tendencias impuestas por las redes sociales.
“El periodismo rara vez tiene espacios para pensar dentro de sí mismo y cómo es el trabajo, entonces estos espacios dentro de las redacciones son fundamentales para reflexionar un poco sobre los temas que están ocurriendo con la labor en un espacio profesional con colegas y personas de afuera que pueden tener algunas nuevas ideas o experiencias, porque de lo contrario no hay momento para reflexionar sobre algo que se ve consumido por el vértigo y el momento como es el trabajo periodístico”, expresó Waisbord en entrevista con La Nación/Nación Media.
Próximo taller
Silvio Waisbord también brindará una charla en Ciudad del Este, la cual está prevista para este miércoles 25 en la Cámara de Comercio de Ciudad del Este, el acceso será libre y gratuito y se desarrollará a partir de las 8:30 horas.
Waisbord ha publicado cerca de 200 artículos en revistas académicas sobre periodismo de investigación, escándalos mediáticos, estudios de comunicación, política de medios y desinformación y cambio social global.
Cabe destacar que también es el exeditor en jefe de “The Journal of Communication and The International Journal of Press/Politics”.
Lea también: Bala perdida hirió a un hombre estando en el patio de su casa en ronda de tragos
Datos claves
- Ciclo de charlas por la semana del periodista, la Embajada de los Estados Unidos ha propiciado diferentes espacios para que periodistas, comunicadores y estudiantes.
- La disertación es sobre la desinformación y el manejo de la noticia.
- El diálogo y el debate son fundamentales para el desarrollo de nuevas estrategias que permitan que las noticias y su manera de difundirlas vayan también evolucionando y adaptándose a las nuevas tendencias
Dejanos tu comentario
El periodismo necesita y tiene derecho a saber
La sociedad tiene derecho a saber y quiere saber. Los periodistas vamos por ello. Pero la mentira y el ocultamiento complejizan nuestro trabajo. Contar historias es peligroso.
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza / AFP
Cada día con mayor insistencia coincidentes analistas consideran que “nuevamente” la humanidad se acerca peligrosamente a la guerra. De hecho, en la Unión Europea (UE) se teme que el conflicto entre Rusia y Ucrania, en el norte europeo, pudiera ampliarse e involucrar a otros países. Angustia social.
Los mismos miedos emergen en Oriente Medio, donde las acciones violentas entre el grupo terrorista Hamás e Israel hacen temer lo peor. La dignidad humana vuelve a ser vulnerada. Por los unos, por los otros y hasta por los nadie que descreen de esa condición, no la reconocen ni parecen tenerla. ¿Sus nombres? Para qué reiterarlos. Bien que los sabemos. Así estamos. Y tememos. ¡Grave!
La sociedad tiene derecho a saber y quiere saber. Los periodistas vamos por ello. Pero la mentira y el ocultamiento complejizan nuestro trabajo. Contar historias es peligroso. “La prensa está bajo fuego”, denuncia una y otra vez en donde se encuentre Guilherme Canela, jefe de Libertad de Expresión y Seguridad de los Periodistas de la Unesco.
“La vida no vale nada cuando otros se están matando”, canta Pablo Milanés acongojado. Millones queremos saber. Por nosotros y los otros. Somos periodistas. Tenemos que hacerlo. Tenemos que saber para hacer saber. La búsqueda de información se hace en cada instante más compleja. “El arte del engaño”, como Sun Tzu llamaba a la guerra, dinamita la verdad.
La política y los mercados la ocultan y amordazan a quienes pueden querer contar. Incluso con “acuerdos de confidencialidad” para clausurar filtraciones informativas. Pero, pese a todo, tenemos que informarnos para informar. Pero no nos quieren responder o mienten cuando lo hacen. Desde siempre ha sido, es y será así el complejo trabajo de procurar ese dato para que todos sepan. Es un derecho de todos.
MENTIRA ESTRUCTURAL
“La vida no vale nada si escucho un grito mortal / Y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga”. No calles, Pablo. ¿La mentira estructural capilariza en las instituciones? Tal vez. O, por lo menos, sé que existen quienes lo intentan o lo recomiendan. Y hasta cobran honorarios por el (des)honor de hacerlo. Los ejércitos se rediseñan para operar la desinformación. Ya casi no quedan fuerzas en la sacudida aldea global sin organizar –como armas– secciones, compañías, batallones o la estructura que fuere para lo que eufemísticamente llaman ciberguerra, para la ciberdefensa, para la ciberseguridad.
¿Serán tiempos de todo vale? Si no lo son, se parecen mucho. Hasta Pantaleón Pantoja, aquel tan oscuro como intrascendente capitán del Ejército peruano de ficción, que magistralmente creó Mario Vargas Llosa en 1973, es largamente superado en el mundo real por una minúscula élite de poderosos adictos a la perversión, a la mentira y al engaño.
“La vida no vale nada si ignoro que el asesino / Cogió por otro camino y prepara otra celada”. ¿Juglares o periodistas? Periodistas… y juglares. Como en la Edad Media, aunque en tiempos digitales. Ese es nuestro trabajo.
Sospecho que tal vez (¿o seguramente?) Gruneisen, Honan, Walton, Gueroult, Didier, Höfken o Loring, corresponsales de periódicos alemanes, ingleses, franceses de los que muy poco se conoce o sabe, que cubrieron en España la Primera Guerra Carlista entre 1833 y 1840; o acaso el mismísimo William Howard Russell, el primero de los corresponsales de guerra reconocido por la historia que en 1854 fue enviado por The Times para cubrir las acciones bélicas en Crimea, habrán tenido y padecido las mismas dificultades, las mismas dudas y los mismos engaños para acercarse a la verdad cuando quisieron informarse para informar.
Los trabajadores de prensa, como también se nos llama, tenemos claras las dificultades y riesgos de hacer público lo que desde el poder se pretende ocultar. La humanidad –a la luz de la historia– pareciera que en algunas cosas se repite. ¿Atrapados en la banda de Möbius? ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo se deben proteger valores sociales como la libertad de expresión, el acceso a la información –claros derechos humanos, de todos y todas, no solo de periodistas y comunicadores– en un Estado democrático de derecho?
LIBERTAD
Allá por 1994, en el siglo pasado, en un texto de Niceto Blázquez titulado “Ética y medios de comunicación”, leí que “el periodismo es importante como registro histórico, como expresión de la sociedad, como desarrollo del conocimiento y porque fundamenta la libertad de personas y de sociedades”. El autor sostiene también que “el periodismo aporta elementos que, a pesar de sus limitaciones en exactitud, en análisis o en enfoque, contribuyen a la conservación de la memoria colectiva”.
Y, más adelante, destaca que “la más conocida razón de la importancia del periodismo es que, al servir como canal de expresión de la sociedad, impulsa cambios en la historia” porque “cada una de sus informaciones tiene un potencial de cambio que, al activarse, le imprime una dinámica de desarrollo a la vida social” y, desde esa perspectiva, acuerda con el maestro Gabriel García Márquez en que “lo mejor de la actividad periodística” se encuentra en “la posibilidad de cambiar algo todos los días”.
Así entonces enfatiza que “la sociedad necesita del periodismo tanto como el cuerpo humano de sus órganos de los sentidos”; precisa que “contribuye al desarrollo del conocimiento de la realidad” y resalta que ninguna “sociedad puede ser libre si no conoce la realidad de lo que sucede” porque, si no fuera así, “cuando no hay ese conocimiento, sociedades e individuos son manipulables”.
El 22 de setiembre de 2016, con las palabras de Blázquez, la Fundación Gabo, en su “Consultorio ético”, consignó “¿Por qué es importante el periodismo?”. Claramente, Blázquez, al igual que otros pensadores que en algunos casos son periodistas, aportó claridad al oficio de informar en tiempos que –tal vez como en la actual contemporaneidad– evidencian que la sociedad en su conjunto es protagonista de un cambio epocal perceptible en innumerables prácticas sociales primero y profesionales después.
Es tan necesario como urgente enfrentar la “desinfodemia” que aparece como indetenible. Periodistas y sociedad civil debemos asumir con convicción profunda que la libertad de expresión es la herramienta imprescindible para demandar derechos consolidados y construir nuevos valores sociales que claramente necesitan protección.
INTERÉS SOCIAL
Sin esa convicción, ¿cómo saber lo que debemos saber? ¿Cómo informarnos para informar? ¿Cómo llegar a ese dato al que no todos podemos llegar y es de clarísimo interés social? ¿Con qué herramientas contamos para verificarlo, contrastarlo y, tal vez, publicar? ¿Está la información al alcance de todos? ¿Hay simétrica posibilidad de acceso a la información? ¿Hay quienes tienen más acceso que otros para informarse y operar sobre la realidad o intentar construirla? ¿Cómo operan los dispositivos tecnológicos para resolver interrogantes como los planteados que lo son desde siempre en la historia del devenir humano porque son transversales a toda práctica y sector? ¿Siempre es así? ¿Cómo negarlo o aseverarlo?
Estamos frente a un dilema que pone en tensión varios conceptos desde la perspectiva de la sociedad civil respecto de múltiples polos de poder. A modo de ejemplo, pienso en el cambio climático que enfrenta dos proposiciones concretas a la vez que enfrentadas. “Es innegable que al medio ambiente lo afecta en particular la producción y quema de combustibles fósiles que producen efecto invernadero”, dicen unos. Los otros, los negacionistas, sostienen que se trata de “un proceso natural cíclico con consecuencias mínimas”.
Con ese marco los líderes planetarios debaten para encontrar un camino. ¿Con qué instrumento? Con la Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC, por su sigla en inglés) cuyos integrantes, en diciembre pasado, se reunieron en Dubái para participar de la Conferencia de Partes (COP) y abordar el conflicto. El debate fue intenso. Los enfrentamientos también.
Sin embargo, Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 13 de diciembre, cuando la conferencia hubo finalizado, fue claro y contundente: “A aquellos que se opusieron a (consignar) una referencia clara a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles en el texto (final) de la COP28, quiero decirles que la eliminación progresiva de los combustibles fósiles es inevitable, les guste o no”. Guterres luego concluyó esperanzado su breve ponencia. “Esperemos que no llegue demasiado tarde”.
¿Qué pasará? La sociedad global tiene derecho a recibir información de calidad sobre la tragedia en ciernes. Con cada tormenta inusual, con cada sequía, con cada inundación, con cada incendio de bosques, con un terremoto en Nueva York, con cada fenómeno meteorológico como el que se abatió justamente sobre Dubái el martes pasado, afectada en forma directa o no, la sociedad civil quiere saber. Quiere tener certezas. Pero no lo consigue. Siente que algo grave pasa, que no consigue saber qué y crece la convicción de que “algo muy grave pasa y no nos dicen”. A través de periodistas, sistemas de medios o en las redes busca, pero no satisface la demanda.
“La información precisa y accesible al público es fundamental (…) en un Estado democrático de derecho”, sostuvo el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, en el Club Nacional de la Prensa (NPC, por su sigla en inglés) en Washington DC, la capital de los Estados Unidos. Era casi el mediodía del martes último.
DESINFORMACIÓN
Los periodistas profesionales quieren saber cómo pararse frente a la desinformación y cómo informar con calidad para que todos y todas sepan sin categorizaciones. Algunos colegas tomaban café, aunque lo seguían con atención. El académico tiene la convicción de que “el periodismo de calidad es un bien público”.
Sabe también que –como lo reporta la Unesco en el informe de Tendencias Mundiales de 2021/2022– “el periodismo enfrenta muchas dificultades”. Comparte ese parecer y lo expresa. Execonomista jefe del Banco Mundial, Stiglitz, académico en la Universidad de Columbia, considera que “la pérdida de confianza en el periodismo” por parte de la sociedad civil es “consecuencia del aumento de la desinformación (en general) y en línea”.
En los últimos tiempos el catedrático aboga por crear políticas públicas que mitiguen los “daños sociales” que tal vez emergen de los desarrollos tecnológicos. “El individuo (ciudadano) puede (y tiene el derecho de) informarse sobre lo que el Gobierno está haciendo y/o lo que debería estar haciendo. Los economistas a esa búsqueda (de información) la consideramos (y llamamos) de ‘bien público’ porque beneficia a la sociedad en su conjunto y, por ello, nadie puede ser excluido de acceder a ello”, remarca.
Desde varias décadas estudia los fenómenos vinculados con la comunicación. De hecho, fue galardonado con el Nobel junto con sus colegas George Akerlof, de la Universidad de California, y Michael Spence, de la de Stanford, por el impacto en los mercados de “la información asimétrica”.
La economía –quién puede dudarlo– es claramente una ciencia social. Stiglitz asigna valor estratégico a la información. Aboga por medios independientes como propone la Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) en la meta 10 del ODS 16. “Los medios independientes pueden ser el resultado, más que la causa, de una democracia sólida, el desarrollo (sostenible) y los derechos humanos”, resalta el profesor Stiglitz, quien entiende que “existe una correlación positiva entre el periodismo de calidad” y la solidez democrática.
No se puede tapar el sol con un dedo, afirma el dicho popular. “La comunicación es un elemento central en la vida social. Sea que se trate de la vida cotidiana, las organizaciones, el activismo, el periodismo, la política, o las corporaciones mediáticas y tecnológicas globales”, destacó, por su parte, unos pocos meses atrás el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (Comecso), que se reúne anualmente desde 1990.
ASIMETRÍA
En ese contexto –como Stiglitz– señala que “la comunicación (social) se desarrolla en escenarios asimétricos” y advierte que “las concentraciones de poder de cualquier tipo provocan desequilibrios en los procesos, contextos, medios, actores y prácticas de la comunicación”. Describe Comecso que las “asimetrías (en la comunicación) son multidimensionales, pues están atravesadas por la diversidad de género, etnicidad, nivel socioeconómico, región, entre otras” y, por ello, “abren problemáticas amplias, que van desde la falta de acceso a los medios y tecnologías para comunicarse, o las representaciones mediáticas injustas (…) o las opacidades en asuntos como la gestión de los datos digitales”.
Los académicos mexicanos puntualizan que las “asimetrías en distintos escenarios de la comunicación (que mencionan) atentan contra la democracia y afectan la toma de decisiones orientadas al bien común, en el contexto de crisis ambientales, sanitarias, políticas, sociales, educativas, culturales, científicas y económicas” y, con ese diagnóstico, proponen “el diseño y ejecución de políticas públicas” para asumir “el reto del consenso, la ética y los derechos humanos”.
Percibo coincidencias sustanciales entre las observaciones y los estudios realizados por el profesor Stigliz y la Comecso, al igual que en las preocupaciones. En ambos trabajos de investigación se reivindica –como premisa esencial– el pleno respeto de los derechos humanos. Se apoyan en la Declaración Universal que los consagra desde 75 años. Sin espacio para la confusión –más allá de múltiples interpretaciones sobre casos puntuales– ese documento de soft law no solo consagra el “derecho a la libertad de opinión y de expresión”, sino que precisa que ello “incluye” también la potestad “de investigar y recibir informaciones y opiniones” como así también “difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Para que ello sea posible, el profesor Joseph Stiglitz, en el NPC, apuesta a “crear un entorno robusto y saludable para el periodismo” como está previsto en la Declaración de Windhoek de 1993, “que establece que la prensa libre es fundamental para la democracia y un derecho humano”.
Propone “crear un entorno propicio para el periodismo profesional, (lo que) implica desarrollar regímenes legales que apoyan la libre expresión, como el derecho a contar. Destaca que para que el periodismo “pueda hacer su trabajo, necesita tener acceso a la información para poder ejercer el derecho a saber” para que otros sepan. Si bien luego consigna que “la mayoría de los medios de comunicación en las democracias son privados”, precisa que “hay evidencia (de) que (la existencia) medios de comunicación públicos fuertes mejoran la calidad y la confianza en los medios privados”.
Sin embargo, como problema puntualiza que “la mayoría de los países no los tienen”; que en otros se verifica “una enorme concentración de medios” y, en ese contexto, taxativamente opina en tono de advertencia que así como esos sistemas estatales con baja calidad democrática no son recomendables, “el poder del mercado socava la diversidad”.