El diseñador y músico Pharrell Williams se llevó este martes pasado a Louis Vuitton por las tierras del Lejano Oeste, con profusión de denim, sombreros cowboy, bordados, corbatines y botas tejanas, protagonistas de su segunda colección masculina para la marca de lujo.

El escenario evocaba el desierto de Arizona o Nuevo México y la banda sonora, esencial en los espectáculos de Williams, los cantos de los pueblos originarios de esas tierras. En una propuesta que recordaba la reciente película de Martin Scorsese, “Los asesinos de la luna”, Williams mezcló la artesanía de los pueblos Dakota y Lakota con el savoir faire de la marca maletera francesa.

Enormes baúles con el monograma LV de la casa, declinados con diferentes colores y estampados, eran transportados por modelos vestidos con chaquetas cortas, de estilo rústico. Las camisas pegadas al cuerpo y ornadas con piedras turquesas en forma de botones, que se desperdigaban por el pantalón, de amplia pernera, para acoger las botas.

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Poco a poco fueron apareciendo otros temas afines a la propuesta de Williams, como agrandar el tradicional damero de Louis Vuitton. Un abrigo largo, típicamente vaquero, empezaba con un enorme damero de rojo sangre en la parte superior de la prenda, que se iba deshaciendo para dar paso a un gran dibujo de tonos azules de un cowboy a lomos de caballo, en la parte inferior.

Las camisas negras con flecos blancos y estampadas con bordados a la altura del pecho. Los cinturones, con hebillas de hierro con el monograma LV, adornados en ocasiones con pedrería. “Utilizando la mejor artesanía, desde gemas preciosas hasta técnicas de bordado y pintura a mano, la colección arroja luz sobre la iconografía del vestuario del Oeste Americano” resumió la nota de prensa de Louis Vuitton.

El sector del lujo afronta un año 2024 con perspectivas algo más discretas, tras dos años de fuerte recuperación tras la caída que supuso la epidemia del covid. Pharrell Williams, un músico surgido del rap y el hip hop y apasionado por la moda, fue llamado en 2023 por la mayor casa de lujo francesa para continuar con su apertura a nuevos sectores que había iniciado su predecesor y amigo, Virgil Abloh.

Williams es un artista afroamericano, como Abloh, con conexiones con el mundo del espectáculo, la música y el deporte en Estados Unidos. La presencia de estrellas se ha vuelto un aspecto esencial de los desfiles de las grandes casas como Louis Vuitton, Dior o Balenciaga. El autor de “Happy” mostró con este desfile su apertura a un mundo alejado de la cultura urbana en la que se crió, pero que forma parte de la escenografía cultural estadounidense dominante en todo el mundo.

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Vestir a los delincuentes actuales

Quien se mantiene fiel a su propuesta inicial es la marca japonesa Kidill, del diseñador nipón Hiroaki Sueyasu, adepto al punk. Kidill, que tiene como lema “vestir a los delincuentes actuales”, propuso en el Carrusel del Museo del Louvre un desfile estrenduoso y de ropa absolutamente juvenil, aunque de varias generaciones atrás, concretamente a finales de los años 1970.

Camisetas rotas, tejanos cortados y recompuestos con imperdibles y hebillas, estampados de kilts escoceses, modelos con la cresta de pelo coloreada: una colección muy en la línea de la difunta diseñadora británica Vivienne Westwood. “¿Quién mató a Bambi?”, preguntaba una camiseta. Sueyasu no pretende tener la respuesta, aunque su aparente ferocidad deja entrever detalles delicados, muy de la tradición japonesa, como el plisado infinito de una camisa estampada que desborda los tejanos.

Fuente: AFP.

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