El show transatlántico de Primavera Sound hará su primera edición en el país en el marco de Primavera Day Asunción. La cita será el 7 de diciembre en el Parque Olímpico, ubicado en Acceso Ñu Guasu. Los artistas que harán parte del festival serán: The Cure, Grimes, El Mató, Slowdive, The Twilight Sad, Deliverans, entre otros.
Este festival cuenta con más dos décadas de trayectoria, su primera edición fue Barcelona en el 2001. Las entradas para la experiencia Primavera Day Asunción están a la venta en todos los puntos habilitados de Ticketea y en www.ticketea.com.py. Algunos países que tendrán la posibilidad de ver el show serán Brasil, Argentina y Colombia.
“No queríamos perder la oportunidad de visitar Paraguay y este nuevo formato de un día era el idóneo para esta primera vez. Incorporar Asunción a nuestra ruta de eventos nos ilusiona y nos permite reforzar y definir nuestro itinerario en el continente”, contó Alfonso Lanza, director de Primavera Sound a la organización G5Pro, partner del evento.
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Esperado regreso de The Cure
“Estamos muy contentos de que uno de los festivales más importantes del mundo haya escogido Asunción y a G5Pro como socio para este nuevo emprendimiento, y la oportunidad que recibe nuestro país al ser parte del recorrido latinoamericano de este gran festival”, dijo Rodrigo Nogués, director de G5Pro.
The Cure, banda liderada por Robert Smith, comenzó en la década de los ´80. Cuenta con éxitos como “Friday I’m in Love”, “Just Like Heaven” y “Lovesong”. La primera vez que esta banda llegó al país fue hace 10 años en el Jockey Club, en un show que duró tres horas. La lista completa de los artistas a presentarse en festival es la siguiente: Deliverans, DJ Playero, Él mató a un policía motorizado, Eyesight, Grimes, Los Ollies, Slowdive, Soccer Mommy.
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The Cure lanzó su primer álbum en 16 años
El legendario grupo británico The Cure, liderado por el carismático Robert Smith, lanzó el viernes último su primer álbum en 16 años, “Songs of a lost world” (Canciones de un mundo perdido), acompañado de excelentes críticas. Este trabajo es el decimocuarto álbum de estudio del grupo que alcanzó su esplendor en las décadas de 1980 y 1990 con éxitos como “Boys don’t cry”, “Close to me” y “Friday I’m in love”.
“Songs of a lost world” se lanza en vinilo, CD, casete y en plataformas digitales. El líder del grupo, Robert Smith, mantiene a sus 65 su estilo único, con el pelo alborotado y rímel alrededor de los ojos. Las primeras críticas han sido muy positivas, como la del diario The Guardian, que consideró que “Songs of a lost world” es el mejor álbum del grupo desde “Disintegration” en 1989.
“El grupo está en su apogeo artístico: melancólico y conmovedor, con un sonido de percusión que coincide con el impacto emocional de la letra”, escribe el diario. En “Songs of a lost world”, Robert Smith canta sobre la melancolía, habla de la muerte y del duelo posterior.
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“Lamentablemente, la muerte está cada día más presente. Cuando eres más joven, la romantizas. Luego empieza a sucederle a tus familiares y amigos y es una historia diferente”, dijo Robert Smith a BBC antes del lanzamiento del álbum. “Dura unos 50 minutos y terminas en un lugar diferente de donde empezaste. Espero que la gente responda”, añadió Smith, en otra entrevista publicada en la página de YouTube de la banda.
The Cure no había lanzado un disco desde 2008, con ‘4.3 Dream’. “Decir que era largamente esperado no alcanza a hacer justicia al nuevo álbum de The Cure. Songs of a Lost World es un álbum que se ha prometido, rumoreado, ofrecido, provocado, anhelado, e imaginado. Los fans de la banda han pasado 16 años encendiendo velas y rezando por este trabajo”, afirma la prestigiosa revista musical ‘RollingStone’.
El grupo, formado en 1976 en Crawley, en el sur de Inglaterra, que ha vendido más de 30 millones de álbumes en todo el mundo, sigue llenando salas y estadios. En julio de 2018, The Cure celebró sus cuarenta años de carrera con un concierto en Hyde Park, en Londres, ante 65.000 personas.
Fuente: AFP.
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“Pena y pesadillas”, lo que dejó la matanza en el festival Nova
El 7 de octubre de 2023, combatientes de Hamás se infiltraron desde la Franja de Gaza y perpetraron un sangriento ataque en el sur de Israel que desgarró al país y desencadenó la guerra en curso contra el movimiento islamista palestino. A las puertas del primer aniversario de ese día, AFP entrevista a tres israelíes (una superviviente, un reservista y una activista) para saber cómo les ha afectado el conflicto.
“Todavía no he digerido todo y estoy todavía desconectada”, afirma Nitsan Peeri, que estaba en el festival de música Nova en el que los milicianos de Hamás cometieron una matanza que dejó al menos 364 muertos. En la madrugada del 7 de octubre, cuando los cohetes lanzados desde Gaza empezaron a caer en el recinto del festival, esta israelí de 33 años escapó del lugar en coche con dos amigos.
En su huida no se dieron cuenta de que los comandos de Hamás, infiltrados desde la cercana Franja de Gaza, se dirigían hacia ellos. Consiguieron escapar, a veces saliéndose de la carretera, y llegaron a sus casas 12 horas después. Desde entonces, la joven lucha contra “la soledad, la pena y las pesadillas nocturnas”.
Después de ese día, Peeri se separó de su prometida, con la que vivía, y cerró su peluquería unos meses después porque no era capaz de ir a trabajar. Explica que sufrió “periodos de crisis” en los que se sintió “al borde de un ataque de nervios, irritable, triste”. Ahora, para intentar volver a una vida normal, practica “tantas actividades como es posible”, hace surf dos veces por semana y espera recuperar pronto la estabilidad, tanto profesional como emocional.
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Vivir en dos mundos
Como coronel de infantería en la reserva, Erez Regev fue movilizado en los primeros días de guerra y dejó a su mujer Yael a cargo de su granja, su tienda de verduras y su restaurante. “Durante los primeros cuatro meses, ni siquiera volvimos a casa”, declara a AFP este hombre de 46 años con cinco hijos.
Sus plantaciones de dátiles y mangos y su invernadero con verduras en el norte del Golán sirio, ocupado por Israel desde 1967, necesitan vigilancia constante. Cuando está en el frente, estas tierras agrícolas en las que ha invertido “cientos de miles de séqueles” concentran sus pensamientos, también “muy ocupados por la campaña militar y los combates”.
“Allí abajo todo es dramático, el destino y la vida humana”, afirma. Cuando vuelve a casa durante los permisos de varios días, dice que no puede dormir porque “los niños se pelean”. “Vives en dos mundos y gestionas un desfase muy difícil. En ambos lados hay cosas importantes que te afectan”, dice el coronel, relatando una sensación que, según él, comparten muchos compañeros reservistas de su unidad.
“A fin de cuentas, quiero volver a mis invernaderos de tomates, llevar a mi hijo por las mañanas a recoger mangos”, afirma. Pero también considera que la guerra contra Hamás es necesaria para conseguir la estabilidad que necesita para su empresa. La guerra “es ya muy larga (...) pero queremos seguridad”, afirma este coronel, quien quiere garantizar que puede “plantar tomates” y estar allí “dos meses después para recogerlos”.
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En contra del gobierno
“Nada ha cambiado. Las cosas simplemente han empeorado”, dice Kalanit Sharon sobre la política israelí después del 7 de octubre. Cofundadora del Frente Rosa, un colectivo de oposición al gobierno de Benjamin Netanyahu, esta artista de 33 años asiste fielmente a las manifestaciones organizadas varias veces por semana en Tel Aviv para exigir al ejecutivo un acuerdo que garantice el regreso de los rehenes en Gaza y pedir la dimisión de Netanyahu.
El 7 de octubre, su colectivo ayudó a personas desplazadas por el ataque de Hamás en el sur de Israel a encontrar un techo y algo de comer. Dos semanas después, los miembros del Frente Rosa volvieron a las calles con sus banderas y tambores rosas para oponerse al gobierno. “Mucha gente deja el país actualmente y los entiendo”, dice Sharon. “Es difícil vivir aquí, sentir todo este dolor permanentemente y seguir con vida (...) Pero pienso que no tenemos otra opción”, afirma.
Fuente: AFP.
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Cronología de las horas más negras de Israel
El ataque por tierra, mar y aire de Hamás contra el sur de Israel del 7 de octubre no tiene precedentes. El pánico y la confusión que desató hizo que no pudieran establecerse de inmediato muchos detalles de lo sucedido. Casi un año después, el balance del asalto se eleva a 1.205 muertos, incluyendo a los rehenes tomados por Hamás que murieron en cautiverio. A continuación, un relato cronológico del día más mortífero en la historia del Estado de Israel.
A las 6:29, el ejército israelí detecta miles de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza hacia los pueblos fronterizos del sur del país. El movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza, reivindicó haber disparado unos 5.000 proyectiles en una ofensiva bautizada “Operación inundación de al Aqsa”, en referencia a la mezquita situada en Jerusalén Este, anexionado por Israel, y considerada el tercer lugar más sagrado del islam.
El sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel se activó, pero rápidamente se vio superado por la intensidad del fuego. En paralelo, combatientes de Hamás, que el grupo cifró posteriormente en 1.200 efectivos, cruzaron la frontera en motos, camionetas pick-up y en parapentes motorizados.
Usaron explosivos y buldóceres para romper la valla que separa Gaza de Israel y atacaron casi 50 lugares distintos, desde comunas agrícolas (kibutz) a bases militares e incluso un festival de música. Los milicianos palestinos asesinaron masivamente a los asistentes de ese festival y fueron puerta por puerta en las comunas agrícolas, ejecutando a sus residentes.
En marzo, un informe de Naciones Unidas estableció que había “motivos razonables para creer” que se cometieron violaciones durante el ataque. También halló “informaciones claras y convincentes” de que algunas rehenes capturadas ese día fueron violadas.
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Lenta respuesta del ejército
A las 8:30, los combatientes islamistas habían asaltado siete bases militares: Erez, junto a la parte norte de la Franja de Gaza, Nahal Oz frente a Ciudad de Gaza, dos situadas cerca del kibutz de Beeri, otra en Reim cerca del centro de Gaza y dos más en el sur, cerca de la frontera con Egipto. Los habitantes de los kibutz próximos a Gaza tuvieron que luchar ellos mismos contra los atacantes durante horas porque el ejército tardó en acudir en su ayuda.
Más tarde, los supervivientes contaron el miedo que pasaron en los refugios de sus casas mientras los milicianos de Hamás intentaban derribar sus puertas o cómo tomaron las armas que tenían a su alcance y salieron a frenar el asalto. En el festival de música Nova, que reunió a unas 3.000 personas en una zona de campos y bosques a muy pocos kilómetros del centro de la Franja de Gaza, los combatientes islamistas perpetraron durante horas una matanza que acabó con al menos 370 vidas.
En el kibutz de Beeri, una de las comunidades más castigadas, los primeros refuerzos individuales llegaron “a partir de las 13:30″, admitió el ejército en un informe posterior. No fue hasta las 16:15 que llegó una división completa para organizar una evacuación coordinada de los supervivientes y retomar el control del pueblo. El ejército anunció ese día sobre las 18:00 que tanto soldados como civiles habían sido capturados por los asaltantes de Hamás y llevados a Gaza.
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Rehenes
Los milicianos islamistas secuestraron un total de 251 rehenes el 7 de octubre. Entre ellos había 44 asistentes del festival Nova y al menos 74 habitantes del kibutz Nir Oz. Algunos de ellos, incluidos soldados, ya estaban muertos cuando los atacantes tomaron sus cuerpos y se los llevaron a Gaza, dijo el ejército.
Ciertos rehenes podrían haber muerto por fuego amigo. En el kibutz Beeri, por ejemplo, varios testigos explicaron a los medios israelíes que un tanque disparó contra una casa donde había 14 personas retenidas por Hamás. La orden de disparar podría enmarcarse en la “Directiva Aníbal” que, según el diario israelí Haaretz, se aplicó al menos tres veces ese día. Este protocolo permite el uso de la fuerza para evitar que soldados israelíes sean capturados.
“Estamos en guerra”
A las 11:34, rompiendo el habitual descanso del sabbat, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ofreció un discurso televisado a la nación: “Estamos en guerra”. Por la tarde, el ejército llamó a 360.000 reservistas para reforzar unas fuerzas armadas que normalmente cuentan con 170.000 efectivos, entre soldados de carrera y quienes cumplen con el servicio militar obligatorio. Israel empezó rápidamente un implacable bombardeo de Gaza, un pequeño territorio palestino de 2,4 millones de habitantes gobernado desde 2007 por Hamás.
Un periodista de la AFP informó de un primer ataque sobre Gaza a las 10:39 de la mañana del 7 de octubre. Desde entonces, el enclave ha quedado arrasado por constantes ataques aéreos. La ofensiva de represalia israelí ha matado al menos a 41.431 personas en Gaza, la mayoría de ellos civiles, según datos del Ministerio de Salud del territorio gobernado por Hamás que la ONU considera fiables.
Al caer la noche del 7 de octubre, los soldados continuaban buscando a atacantes armados que se hubieran podido quedar dentro de Israel. Los civiles estaban aterrorizados en sus casas y las calles estaban desiertas. El 10 de octubre, el ejército comunicó que había retomado el control de todo el territorio asaltado por las milicias de Hamás.
Fuente: AFP.
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Israel: dolor y lágrimas en el homenaje a las víctimas del festival de música
Cientos de personas guardaron un minuto de silencio al amanecer en la localidad sureña israelí de Reim, en el lugar del letal ataque de Hamás en el festival de música Nova, donde murieron 370 asistentes. Este homenaje fue realizado por los familiares de las víctimas a las 6:29 (3:29 GMT) para marcar el inicio exacto del peor ataque de la historia reciente de Israel, efectuado por el movimiento islamista palestino el 7 de octubre de 2023 en el sur del país. La ceremonia fue la primera de las conmemoraciones previstas para este lunes.
“El dolor no desaparece, al contrario, no hace más que intensificarse”, explicó a AFP Doron Journo, cuya hija Karin, de 23 años, murió en el evento. Al leer el último mensaje que ella le mandó, este hombre imponente no puede contener las lágrimas: “Si no vuelvo, sepan que los quiero”, decía. “La gente aquí es amable, eso me reconforta en cierto modo, las familias [de las víctimas] están muy unidas”, agregó, antes de volver a recordar a su hija.
Ella sabía hacer reír a todo el mundo y “siempre hacía lo que quería”, agregó. En este sitio del desierto del Néguev, entre cactus y eucaliptos, se distingue el rostro sonriente de la joven en un fresco con los retratos de quienes fueron asesinados aquí el 7 de octubre de 2023. El kadish, la oración por los muertos, es leído por varios de los padres que perdieron a un hijo en el festival de música electrónica.
Algunos hablaron desde el podio con homenajes desgarradores. Acompañado de su esposa, el presidente israelí, Isaac Herzog, se acercó a hablar con los parientes de las víctimas al concluir la ceremonia, organizada por las familias. Antes de irse, Herzog instó al mundo a “apoyar a Israel en la lucha contra sus enemigos”.
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Grito
Justo antes del minuto de silencio, la hipnótica melodía de la última canción escuchada por los asistentes del festival antes de oír el sonido de las sirenas antiaéreas resonó ante una multitud de familias desconsoladas. La música se cortó bruscamente, como en el día del atentado, y el grito de angustia de una mujer rompió el silencio.
Mientras los familiares de los fallecidos encendían velas, se oyó el eco de un helicóptero en vuelo y tiros procedentes de la Franja de Gaza, el enclave palestino vecino. La ceremonia terminó con el himno nacional israelí, el Hatikva (“Esperanza” en hebreo), entonado por el cantante Israel Bar-On. La antigua pista de baile alberga grandes tallos como estelas, decorados con fotografías de personas asesinadas o tomadas como rehenes durante el ataque de Hamás de hace un año.
Enmarcando estos rostros, a menudo jóvenes, hay anémonas silvestres, las flores rojas emblemáticas del sur de Israel, como también dibujos de niños o banderas israelíes. Por todas partes, las caras afligidas de los seres queridos. “Es triste ver a todos estos jóvenes asesinados, es como si los hubieran elegido a dedo, son todos preciosos”, se lamenta Odette Keilin, que perdió a su hija Hila Keilin, de 40 años y madre de cuatro hijos. Esta madre viene aquí cada quince días “para estar con Hila”.
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Fuente: AFP.