Por Jorge Coronel

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“Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. / ¿Cuándo?… ¿pero cuándo? / ¡Si siempre estoy llegando!”. Los versos fueron escritos por el argentino Aníbal Troilo (“Nocturno a mi barrio”) en el siglo pasado; pero la evocación se repite y aplica cada vez que su par Andrés Calamaro (61) regresa al Paraguay.

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Foráneo de nacimiento, pero casi local por adopción, el artista sobrevivió a la pandemia con dignidad y se reencarna en la maquinaria musical que, desde su misma genética rockera, acostumbra ser. En octubre pasado editó “Honestidad Extra Brut”, una colección con mezclas alternativas e inéditos de una de sus obras maestras, “Honestidad brutal” (1999).

Desde entonces, agotó localidades en Perú, Colombia, Chile, Uruguay, Argentina y este jueves 1 -casi como corolario- será el turno del Paraguay. “Llegamos luego de reconquistar allá por donde fuimos, en nuestro mejor momento y para darlo todo. Quizás acuse cansancio o mal físico, son sesenta primaveras”, confiesa Andrés, en conversación con La Nación.

“El Salmón” no pierde el tiempo y promete a los paraguayos una seguidilla de éxitos que incluye clásicos de Los Rodríguez como “Para no olvidar” o “Mi enfermedad”, e himnos de su repertorio solista como “Tuyo siempre”, “Flaca” y “Crímenes perfectos”. “Vamos con una lista brutal de canciones, escuchamos nuestras sensaciones y también el deseo del público”, asegura.

Fotos: Kaloian.

-Este diciembre será su primer concierto en Paraguay de la era “pospandemia”. ¿Cómo es la vida de Andrés en los tiempos del metaverso, las vacunas anti-COVID, las fronteras ya liberadas y la administración de Elon Musk?

-Según mi opinión, seguramente equivocada, la pandemia fue una guerra mundial en la que perdimos el 99% de las personas. Un decorado vil. Personalmente, advierto secuelas del vacunatorio, fue como inocularme veneno. Mi único héroe en este lío es, el tenista, Djokovic. Este lamentable episodio -de dos o dos mil años- consiste en una perversa dominación de Occidente. El mundo parece haber vuelto a una normalidad imposible, mi vida transcurre muy bien, bendito por el amor después de una temporada intensa aunque no tan buena como la de (José Antonio) Morante, el torero.

-¿Padeció en algún momento del encierro la privación de la adrenalina que le lleva acompañando por tantos años con la música en vivo?

-Creo que sí. A la vista está que me costó bastante recuperar las sensaciones “intactas” con la música en vivo y este viejo envase corporal, también supuse que me estaba volviendo loco en mi alegre confinamiento. El tiempo lo dirá.

-¿Cómo se convive con el título de ser un “clásico” del rock hispano, aún con permanente vivencia?

-Bastante bien, hacemos más que canciones de rock, hacemos culto a la interpretación, el rock, el blues y el jazz. Para ser clásicos tenemos un público muy joven, una permanencia fresca, pero intensa, tratamos de mejorarnos como músicos intérpretes en una competencia contra nosotros mismos y nuestro mismo pasado.

-La belleza de “Honestidad Brutal” hoy se replica con el sorpresivo lanzamiento de “Honestidad Extra Brut”. ¿Cuál fue el momento más emocionante de la última “nueva” escucha? ¿Existe acaso un par de “perlitas” favoritas entre esos hallazgos?

-”Hacer el tonto”, cantada con Diego Maradona, y “Cafetín de Buenos Aires”, con Mariano Mores. “Mal en mí”, “Inocentes”...

-Finalmente degustamos las encajonadas colaboraciones inéditas con Fito Páez, Alejandro Sanz, Alejandro Lerner, Ciro Fogliatta… Ni los demos ni los descartes tienen desperdicio alguno. ¿Cuál es su recuerdo más apreciado de aquellas infinitas y noctámbulas sesiones?

-La amistad con Pappo (Napolitano), (Diego) Maradona y Mariano Mores. Y la ferocidad de vivir en un ‘happening’ mayormente musical. Las intervenciones de -los maestros- Fito (Páez), los Alejandros y “Broken Fingers” Fogliatta, son estupendas, me privilegian como persona y músico. Labores de amistad y afecto genuino. La clase de respeto que importa.

-Recientemente se celebraron también los 25 años de “Alta suciedad”, un álbum que marcó las riendas de un recorrido en solitario del cual no hubo vuelta atrás. ¿Qué le sucede cuando percibe que varias generaciones se siguen inspirando con esas obras?

-Me honra haber inspirado a mis pares y a las siguientes generaciones, claro. Ya sea con grabaciones o con otros detalles en la forma de interpretar o de escribir. Lo aprecio y valoro. Creo en mi forma de cantar y ser músico, pero intento mejorarme, eso importa. Grandes músicos me han dicho que les he inspirado con mi estilo enigmático de cantar, la mezcla de virtudes y defectos que me presento detrás de un micrófono.

-Desde tiempos de Los Rodríguez, se convirtió en un músico global, ya en días muy lejanos a la vorágine de la Web, el “streaming” y Tik Tok. ¿Qué parte de la industria de antaño es la que más extraña y qué es lo que más disfruta de la mecánica actual?

-Extraño las tiendas de discos y el corazón discográfico del siglo pasado, no así las dificultades ni las decepciones. Ahora no dependemos de grandes movimientos de distribución y promociones, la mecánica antigua nos relegaba con demasiada frecuencia a un territorio o ninguno. Las dificultades siguen siendo las mismas y hay menos dinero, el éxito fuera de la TV o los contenidos virales (de apariencia gratuita) es heroico. Dudo que la agenda 2030 nos depare un futuro mejor o completamente mejor; la bola y la cadena. Las pantallas son una cárcel y fuera de las pantallas es un mundo hostil también para los músicos, pero la naturaleza de un músico es mejorarse siempre, ahondar en el concepto, sentido y sensibilidad. Y no quejarse.

-Cuando le toca visitar alguna de las pocas disquerías que quedan, ¿cuál es la sección que visita primero?

-Me gusta ver blues, rock clásico, algo contemporáneo, Jazz, salsa o flamenco, indagar en melodías regionales, el compás y la clave.

-Estamos cada vez más cerca de las fiestas de fin de año. ¿Cuál es la canción navideña que más le hace gracia y cuál la que más aborrece?

-Los “asaltos navideños” de (Héctor) Lavoe los tengo todos o casi todos. No me disgustan los discos temáticos de navidad. Tampoco fui educado en la religión: no celebro navidad ni grito goles. Soy músico.

-Variados y nuevos talentos desfilan en la vitrina de la escena musical actual -de C Tangana, Nathy Peluso, Dillom a Zoe Gotusso, Rosalía y muchos más-. ¿Cómo perciben sus sentidos a esta nueva generación?

-Muy bien, aprecio el talento y el éxito, no son para cualquiera. Con los géneros nos reconciliamos con humildad generosa.

-Si la selección argentina se llevará la copa del Mundo, ¿con qué canción de su repertorio le gustaría musicalicen la hazaña?

-Las hinchadas cantan “Para no olvidar” y “La parte de adelante”; me gustaría que “Mi bandera” y “El tilín del corazón” sean “himnos populares”.

-Recientemente, su colega y amigo Joaquín Sabina declaró que “ya no es tan de izquierdas’' y habló de un “fracaso feroz del comunismo”, especialmente en América Latina. ¿Tiene alguna posición o visión al respecto?

-Me parece razonable y normal, muy bien por Sabina. La “izquierda caniche” hace ver la hipocresía como una virtud. No es tiempo para tibiezas.  Me defino “ácrata de derecha”, creo en la propiedad privada, la cultura intacta, pagar menos impuestos y destruir cualquier organismo o tendencia que limite nuestra libertad y alegrías. Las del pueblo, los trabajadores, especialistas, profesionales, niños y adultos.

-El infaltable mate rioplatense se empareja en Paraguay con la rutina del frío tereré. ¿A qué cinco figuras del rock sudamericano y global invitaría a una ronda de tereré?

-Juanse, Pucho Tangana, Dillon, Ricardo Iorio y Dom Porfirio.

Pasión salmón guaraní

De sus ocho presentaciones en nuestro país, es la séptima vez que el empresario Roger Careaga produce un concierto del artista argentino en Paraguay. Un aprendizaje que, según menciona a La Nación, es permanente desde su primera experiencia, en 2008. “Es un artista muy exigente. En el concierto en Rakiura aprendimos muchas cosas que acá no se hacían en esa época”, menciona, en referencia a detalles de logística y seguridad que tuvieron que incorporar.

“Da gusto trabajar con él porque siempre está innovando y es multitarget: lo escuchan desde los jóvenes hasta los más grandes, desde los rockeros hasta los románticos. Tiene su carisma y realmente es un rockstar como pocos”, subraya.

Andrés Calamaro se presentará en Asunción este jueves 1 de diciembre, en el SND Arena, desde las 21:00. Con algunos sectores agotados, aún quedan localidades a la venta en la Red UTS.

Agradecimientos: Olga Castreno.

Fotos: Kaloian.

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