Por Carlos Miguel Giménez, carlos.gimenez@nacionmedia.com.
El cantante británico Louis Tomlinson ofreció uno de los conciertos de pop más electrizantes en lo que va del retorno de los shows tras la pandemia, principalmente por el público juvenil de One Direction, que no solo creció, también se renovó, y encendió de euforia la velada de este jueves último.
La llegada del primer One Direction al país desató una interesante tormenta de fanatismo, luego de dos años que se había postergado esta visita. Los fans agotaron las entradas unos días antes, montaron vigilia para su descenso en el avión y ya desde la mañana empezaron a juntarse en el Arena SND.
En el show, abrió un local favorito, Iván Zavala (quien tuvo como invitado a Chirola), y siguió Sun Room, banda de San Diego (California) elegida por Louis para su gira sudamericana, con buena recepción y cierre con casaca albirroja de su vocalista. Sin embargo, tras varios pasajes de gritos tensos por la próxima aparición de Tomlinson, la euforia se desató hacia las 21:12.
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El artista de Doncaster abrió con el tercer sencillo de su disco “Walls”, titulado “We Made It”; e inmediatamente cumplió la ansiedad de la multitud fanática, entonando “Drag Me Down”, extraído del último disco de su exbanda, “Made in the A.M.” (2015).
Entonces Louis Tomlinson, de 30 años, saludó brevemente a su público y pidió dar todo lo que se guardaba en el tiempo de espera. No se diga más, la audiencia, principalmente adolescentes y jóvenes mujeres (con varios padres mezclados, siguiendo el espectáculo con curiosidad), dieron toda la voz, lágrimas y energías, vibrando cada canción.
El cantante ofreció una seguidilla de canciones de su primer disco, que lanzó en enero de 2020; interpretó diez de los doce temas del álbum, entre baladas y un pop más rítmicos, siendo “Always You”, “Fearless” y “Only the Brave” entre las más coreadas (gritadas). Aunque las fans se sabían todas las letras de cada tema, incluyendo dos novedades, “Change” y “Copy of a Copy of a Copy”.
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Las intervenciones de Tomlinson entre canción y canción fueron mínimas, ni siquiera un “thank you”, y parecía un poco petrificado con el “olé, olé”; aunque para nada tuvo una actitud apática: en toda la noche no paró de recorrer el escenario de extremo a extremo, saludar a las gradas, apuntar la mirada, hacer gestos juguetones, señalar a sus fans y pedir volumen al coro al grito de “Sing!”… toda esa escuela que One Direction le dio en seis años.
Hacia la mitad del show, entre “Only the Brave” y “Habit”, expresó (con alguna palabrota) su impresión de estar en Paraguay, y pidió gritos para homenajear al quinteto de músicos que lo acompañaba en el escenario, así como a los artistas que se encargaron de abrir la noche.
También hubo buena recepción para el cover de “7″ de la banda de rock galesa Catfish and the Bottlemen, y hacia el final propuso “Beautiful War” de Kings of Leon, notable banda del indie rock estadounidense, que resultó menos conocida, pero igual el público agitó los brazos.
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Para el último tramo se vino otra canción de la época compartida en la banda con Harry Styles, Niall Horan, Liam Payne y Zayn Malik: “Little Black Dress”, del tercer disco, con un punteo rockero de guitarra de intro, que armó el salto colectivo. Pegado, “Walls” cerró el bloque con emoción; Louis dijo “Goodbye”, y se retira sin mayor preámbulo, con mutis inglesa.
Tras cinco minutos, el ritual del bis trajo de vuelta a Tomlinson, que afirmó con los brazos abiertos: “Ustedes estuvieron jodidamente perfectos esta noche”, y mencionó que volvería. Pero ya la banda sonaba las notas de “Through the Dark”, también del disco “Midnight Memories” (2013) como el tema previo de One Direction.
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Al terminar la canción, Louis anunció que se tomarían una foto y junto a la banda frente al escenario; abrazado con sus músicos comenzaron a balancearse de un lado a otro, de forma divertida. Entonces, el cantante volvió a abrir los brazos y manifestó: “Escuchen, la única razón para lo que hago es por todos ustedes”, y presentó “Kill My Mind”.
El segundo corte de “Walls” puso a bailar al Arena SND a tope, incluyendo un juego visual en que la multitud bajaba y alzaba las pantallas prendidas de sus teléfonos. En el clímax, estallaron los papeles picados, y Louis Tomlinson saltó a la fosa frente al escenario a recibir un baño de abrazos sorprendidos y desesperados, mientras seguía cantando.
“Los amo”, parece haber dicho hacia las 22:38, en el colmo del griterío y el ruidoso cierre de la canción. Con la adrenalina a tope, las fans seguían gritando con entusiasmo, mientras flotaba pausadamente la nube de papelitos y era recibida como una especie de souvenir. “Sí, se pudo”, corearon, cuando se encendieron las luces y dieron media vuelta, viéndose las caras de felicidad.
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