“Nomadland” se coronó el domingo en los Óscar, pero para las mujeres nómadas que inspiraron esta película, muchas de ellas en situación precaria, el viaje continúa. Kathy Wardell pasa actualmente por el estado de Maryland, en el este de Estados Unidos, donde conversó con la AFP.
Pero esta incansable viajera podría perfectamente cruzar el país, hasta el otro extremo, al igual que Fern, la heroína de “Nomadland”, con quien comparte ciertas similitudes. Wardell tiene 56 años. En octubre empezó a vivir a tiempo completo en su autocaravana. La etapa del día la pasa en el camping Ramblin Pines, en el pueblo de Woodbine, en el corazón de una región semirural. Sentada en una silla plegable alrededor de una fogata, da su opinión sobre “Nomadland”: “Me pareció muy buena, un poco deprimente”.
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Cortar los últimos puentes
La película en la que Fern, viuda en una ciudad en crisis, deja la vida sedentaria para comenzar un periplo errante lleno de incertidumbres tiene ecos de su propia experiencia. “Mi vida comenzaba a desmoronarse. Mi carrera, mi matrimonio, la enfermedad de mi madre, que finalmente murió”, dice Wardell. Asegura que tardó varios años en decidirse a levar anclas.
Hoy está en un encuentro convocado por una organización llamada RVing Women, que tiene más de 2.300 miembros en todo el país; mujeres que viven en sus autocaravanas, ya sea de forma permanente u ocasional. La filial local de la asociación cuenta con 150 mujeres, de las cuales una treintena se han reunido en este camping durante el fin de semana. La mayoría tiene más de cincuenta años.
Según Lee Ensor, que coordina este grupo, el 50% de las integrantes a nivel nacional viajan solas, sin esposo, novio u otro compañero. “Ha aumentado (...) Las mujeres se están jubilando y están listas para rodar”, apunta esta octogenaria.
Suelo caliente
Loretta Veney, de 62 años, se unió al grupo RVing Women semanas después de que su esposo muriera de un derrame cerebral en 2016 mientras la pareja estaba de acampada. Le juró a su difunto esposo que seguiría viviendo al aire libre, solo que cambió la autocaravana de casi 12 metros de largo que tenía con él por un modelo más pequeño.
“Pude cumplir mi palabra, sin preocuparme por hacerlo sola”, dice Veney. “Nomadland” muestra a mujeres que viven en furgonetas adaptadas a duras penas y caravanas remendadas. Pero hay una clase de viajeros más adinerada que puede permitirse vehículos lujosos por precios que alcanzan varios cientos de miles de dólares. Estos conductores no viven al margen de la sociedad.
Kathy Healy, la presidenta del grupo local, habla de autocaravanas con calefacción por suelo radiante y equipadas con muebles artesanales hechos por amish. Su autocaravana, a la que ella llama “La Bestia” y con la que viaja con su mujer, está equipada con sonido de alta fidelidad.
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“Alegría”
Linda Cosme, abogada sexagenaria que participa en el encuentro, recuerda de “Nomadland” la “gravedad” del destino de Fern, a quien desea “alegría y satisfacción” en una eventual segunda parte del filme, una hipótesis de la que jamás ha hablado la directora de la película, Chloé Zhao.
En cualquier caso, esta alegría al final del camino es también el objetivo de Wardell, que está a punto de poner rumbo a Colorado, Dakota del Sur e Idaho, donde tiene previsto acudir a otras reuniones de viajeros.
Sus primeros seis meses en su casa rodante, a la que apodó “Howy” (por “House on Wheels, Yay”), la han llenado, dice. “Hubo un tiempo en que yo era dueña de una casa y me gustaba. Pero ahora no quiero molestarme con cosas así”, continúa la nómada. “Quiero disfrutar de la vida”.
Fuente: AFP.