El legendario pianista y director de orquesta, argentino nacionalizado español, israelí y palestino, de 78 años, no ha parado con la música ni con el COVID-19. Foto: DB.
Ni el COVID ha logrado detener a Daniel Barenboim. El legendario pianista y director de orquesta que dio su primer concierto a los 7 años, dice, a los 78, estar dispuesto a “empezar de cero”.
En plena pandemia, el maestro se encuentra en Provence (sureste de Francia) en ocasión del Festival de Semana Santa de música clásica que culmina el domingo. Este año el festival fue difundido en versión digital, debido a la crisis sanitaria.
El martes pasado interpretó, con la pianista argentina Martha Argerich, un programa de piano a cuatro manos que incluyó obras de Mozart, Debussy y Bizet. Pese a las restricciones, el argentino-israelí viajó desde la capital alemana donde, desde hace 29 años, es el director musical de la Ópera del Estado de Berlín y de su orquesta, la Staatskapelle.
Desde la crisis, ha grabado su quinta integral de sonatas para piano de Beethoven, lanzó un festival digital de música, y ha dirigido conciertos en directo en streaming.
“Un músico nunca llega”
El cierre de las salas no lo impulsó a querer frenar su carrera, una palabra que dice “detestar”. “Un músico ‘no llega’ jamás, la rutina es su peor enemigo”, asegura en una entrevista con la AFP en Aix-en-Provence (sureste de Francia).
“Cada vez que toco una pieza, aprendo algo nuevo. Si ayer interpreté un concierto de Mozart y debo tocarlo de nuevo hoy, tengo que empezar de cero”, sostiene. “En 1950 di mi primer concierto. ¿Se imagina? Tengo 78 años, toco desde hace más de 70 años y la gente sigue dispuesta a venir a escucharme. Es conmovedor”, confiesa.
¿El mundo de la música ha “aprendido lecciones de la crisis sanitaria? “Hasta ahora, muy poco”, comenta. “Es muy difícil hablar del futuro después del coronavirus ya que (antes del COVID), la importancia de la cultura y de la música había retrocedido en los últimos 40 años”, asegura el músico, que lamenta la “falta de educación musical en la escuela”.
Gran militante del acceso a la música al mayor número posible de personas, Barenboim multiplicó las iniciativas en los últimos años, como el lanzamiento de su cadena en YouTube donde presenta “5 minutos” sobre Debussy, Beethoven o Chopin o la inauguración de una guardería musical en Berlín.
Se congratula por el avance en términos de diversidad y visibilidad de las directoras de orquesta, pero insta a no perder de vista la calidad. “Tiene que haber más músicos negros, más mujeres directoras de orquesta, pero el error sería decir ‘hay un hueco libre esta semana, habría que poner a una mujer’. Se necesita a la mejor, si no, es una falta de respeto para la propia mujer”.
Conocido por su franqueza y su compromiso en favor de la paz, en particular a través de la West-Eastern Divan Orchestra fundada en 1999 con el pensador palestino estadounidense Edward Said, y su prolongación en la academia de música Barenboim-Said que forma a estudiantes de Oriente Medio, está “horrorizado” por el bloqueo en el conflicto israelopalestino. “No hay ni una sola persona de ambos lados que quiere mirar al futuro”, dice.
No es una reliquia
Con un estatus prácticamente intocable de maestro poderoso, Daniel Barenboim fue objeto en 2019 de acusaciones de autoritarismo por parte de sus antiguos colaboradores de la Staatsoper de Berlín. La justicia no pudo probar dichas acusaciones, que él refutó.
No obstante, reconoce que la manera en que “tratamos con la gente ha cambiado en el mundo”. “Es posible que no fuera lo suficientemente consciente de los cambios desde un punto de vista social y lo dije públicamente a la orquesta, que lo lamentaba si fuera el caso”, asegura, ante de reconocer que tiene problemas con lo “políticamente correcto”.
Él mismo recibió una educación “dura” en París de una de las más célebres pedagogas de música, la francesa Nadia Boulanger, cuando tenía 12 años, y recuerda que hizo llorar a un tal Astor Piazzolla al decirle que siempre sería “un Stravinsky de segunda clase y que debería más bien desarrollar la música de su propio país. Fue ella quien le dio la idea” de revolucionar el tango.
Su contrato en Berlín ha sido prolongado hasta 2027. “Siempre les digo cuando hablamos de futuro que me quedaré mientras tenga fuerzas. Si no, me iré, no quiero quedarme como una reliquia del pasado”, afirma.
Homenajearán a Carlos Schvartzman con el recital Asunción Jazz Night
Compartir en redes
El jueves 7 de noviembre, a las 20:00, se celebrará una fiesta del jazz paraguayo, en un concierto denominado “Asunción Jazz Night”, que homenajea la vida y obra del músico paraguayo, el maestro Carlos Schvartzman. Actuarán Pier Pappalardo Cuarteto, Pedro Martínez Trío, Majuja Trío+Jam session y el CCPA Jazz Quintet en el Teatro de las Américas del Centro Cultural Paraguayo Americano (José Berges 297 entre Brasil y Estados Unidos, en Asunción)y la entrada es libre y gratuita.
Carlos Schvartzman es un pianista, guitarrista, compositor, arreglador y orquestador paraguayo de jazz y música contemporánea. Con una amplia trayectoria formando agrupaciones en los años 70 y 80, y consagrándose como máximo referente en la música jazz paraguaya, participó como director de orquesta, arreglador y compositor en festivales internacionales de la canción, como en el de Viña del Mar en la década de los 70.
Este lunes 4 de noviembre, en su cumpleaños número 77, se realizó el lanzamiento del evento que lo homenajea, a través de una conferencia de prensa en la Manzana de la Rivera. Marcela Bacigalupo, directora de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Asunción, extendió una invitación a la ciudadanía a “sentir toda la fuerza del jazz, ese género que vincula, que une y que conecta”.
La actividad será presentada por la Dirección General de Cultura y Turismo (DGCT) de la Municipalidad de Asunción y el Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA); cuentan con el apoyo de la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (DINAPI), la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes del Paraguay (AIE) y la producción de Síncopa con amplia experiencia en la gestión de la escena del jazz y la música instrumental.
Ratifican prisión del músico Pablo Benegas, imputado por abuso sexual en niños
Compartir en redes
El tribunal de Apelación integrado por María Belén Agüero, Arnulfo Arias y Arnaldo Fleitas ratificó la prisión preventiva del músico Pablo Benegas, imputado por abuso sexual en niños y abuso sexual en personas indefensa. Semanas atrás, la jueza de Garantía Cynthia Lovera decidió confirmar la prisión de Benegas.
Los camaristas mencionaron que la defensa del imputado no ha presentado elementos nuevos que ameriten la modificación de la medida de prisión preventiva. También mencionaron que existe el peligro de fuga de parte del procesado, por lo que corresponde que siga privado de su libertad.
La jueza de Garantía Lovera ratificó la prisión del músico atendiendo que existe peligro de fuga y peligro de obstrucción, teniendo presente además la gravedad del hecho imputado. Este fallo judicial se apeló y se ratificó la prisión preventiva.
El Ministerio Público inició una investigación penal contra el referido cantante por existir sospechas de abuso sexual contra dos niñas y a raíz de eso ambas víctimas tuvieron que ser internadas de urgencia.
El suceso fue denunciado el 10 de noviembre del año pasado por personal de blanco del Hospital Barrio Obrero, hasta donde llegaron las niñas para una atención médica. Las víctimas mencionaron lo sucedido a una profesora del Centro Comunitario Chacarita. Una vez inspeccionadas en el centro asistencial, los médicos constataron que una de ellas tenía cocaína en su sistema, por lo que inmediatamente se dio aviso al Ministerio Público.
Doc. Ayala: un guardián de los tesoros sonoros del idioma guaraní
Compartir en redes
Aunque médico de formación, la música fue y es el gestor de su voluntad. Con sus ocho décadas encima, sigue priorizando lo que más le gusta hacer: cantar. Su pasión por el canto y su oficio de cuidar la salud ofrecen la clave de su longevidad artística.
“La música la llevo muy adentro, desde jovencito. Dentro de la música estoy más bien en el canto. Y dentro de eso tengo algunas obras que introducen el jazz a la música paraguaya”, se define Carlos Ayala, más conocido como el Doc. Ayala (81), una figura que en la última década y media pudo registrar en grabaciones lo más destacado de su repertorio, actividad que le fue esquiva durante gran parte de su vida a pesar de que la música, según narra, siempre fue el motor de su vida.
En julio pasado, el cantante publicó su último material discográfico, “Jazz a la guaraní”, que está disponible en las principales plataformas de streaming y es resultado de un trabajo que se gestó entre 2017 y 2018. Como muchos otros casos, el proyecto vio postergado su alumbramiento para el público por los avatares que conllevó la pandemia.
EN CLAVE DE GUARANIA
“Jazz a la guaraní” presenta nueve composiciones destacadas del repertorio jazzístico internacional interpretados en clave de guarania y en guaraní, incluyendo obras como “Sarambí” (“All of me”), de Gerald Marks; “Nde ha’e” (“All the things you are”), de Jerome Kern y Oscar Hammesrten; “Jasy yvate” (“How high the moon”), de Nancy Hamilton, entre otras.
“Considero muy importante cantar en guaraní porque es parte de mi raíz. Los paraguayos primero pensamos en guaraní, después viene el castellano. El guaraní es parte de mi raíz, es muy importante para mí. Mi primera lengua es el guaraní”, explicó.
El material lleva el sello de Random Sounds y la grabación contó con la participación técnica de Nicolás Caballero y Ricardo Zuccarelli, y la interpretación musical de Ariel Burgos en contrabajo, Daniel Pavetti en batería y percusión, y Carlos Centurión en teclados.
INICIOS
Su vínculo con el arte se dio a una edad muy temprana y estuvo marcado por sus propios tiempos. Su talento lo empujaba a cruzarse con otros músicos, a llegar a los escenarios y a volverse el elegido de las serenatas. “Felizmente fui bien encaminado en la música con varios amigos que me enseñaron a tocar la guitarra. Y muy pronto ya estaba yo con mi guitarra, cantaba mis canciones acompañándome a mí mismo, pero en realidad no soy un guitarrista, la guitarra me acompañó a mí”, indicó.
Tras 20 años en el Brasil, donde se especializó en homeopatía, el Doc. Ayala regresó al Paraguay y se instaló definitivamente en 1981 en Ypacaraí. Lo aprendido y su audacia lo llevaron a marcar su propio estilo de interpretación de la música paraguaya, caracterizada por la rearmonización que realizaba.
Décadas después, de las manos de sus hijos Jirasol y Juanito, fue relacionándose con músicos de la nueva generación, como Mike Cardozo, Rolando Chaparro o Lobito Martínez. De ahí fue abriéndose camino para llegar a su primer disco, que llevó el nombre de “Ñasaindy poty” (2011), grabado a dueto con Miguel Ibarra en guitarra.
“Yo me caracterizo por ser un cantante melódico. Me gustan las músicas melódicas, las músicas románticas. Sea cual fuera el ritmo siempre soy un cantante melódico, escojo melodías dulces”, comenta.
Un nuevo proyecto se fue forjando años después junto con Carlos Centurión y Ariel Burgos. Con una tendencia más claramente cercana al jazz, en 2015 lanza “Autobiografía musical”, que lo incorporó en el mapa del jazz nacional e internacional.
SU VOZ, SU TESORO
Primero músico antes que médico, antes cantante que guitarrista, melodioso y romántico antes que enérgico, primero la voz antes que nada.
“Mi única preocupación es cuidar de mi voz, que es el tesoro que tengo. Entonces, siempre estoy haciendo ejercicios para mantener mi voz fresca y tentar lo que es más difícil, que es la buena interpretación. Eso nadie te puede enseñar, esa es una cosa que uno lleva adentro, el poder transmitir y conmover a las personas que te están escuchando”, explica.
Los procesos del Doc. Ayala tienen sus propios tiempos y por ello sus nuevas producciones se hacen esperar. En este sentido, refiere que un repertorio está listo para presentarse cuando se ha trabajado hasta el último detalle. “Busco la seguridad. (Puedo grabar cuando) yo mismo me convenzo de que estoy bien porque conmigo soy muy exigente. La búsqueda de la perfección siempre está en mí. Siempre quiero cantar mejor. Eso es para mí lo más importante”, ratifica.
DESDE YPACARAÍ
Ypacaraí es ese punto en el mapa donde don Carlos Ayala eligió seguir construyendo su mundo, un universo que mira de frente a la comunidad y marca su hogar familiar como centro de convocatoria para talentosos músicos ypacaraienses de las nuevas generaciones, como los hermanos Zacher, Cachito Galeano, Juan Vera y otros. “Yo creo que Ypacaraí es un lugar muy especial, muy musical, es un gusto estar siempre ahí acompañado de los amigos.
Son grandes músicos, están en grandes conjuntos, hay varios estilos que se hacen aquí. Yo creo que algo sembramos, algo hicimos por hacer crecer la musicalidad de este pueblo, que de por sí ya es muy musical. Tenemos el festival, por ejemplo. Ahí se incentivó muchísimo la musicalidad de este pueblo, vino gente de todas partes y pudimos escuchar muchos estilos. Y así fuimos creciendo en este pueblito donde hay tantos valores que hacen de ella una ciudad muy musical”, señala.
Con los años Ayala se volvió una referencia de su ciudad, primero por su talento y relación con su gente, después por su trabajo y de alguna forma marca un camino humano y musical. “Para mí es muy importante ser un artista ypacaraiense, representar a mi pueblito en el arte, decir que soy un cantante de Ypacaraí cuando llevo mi arte a otras partes. Amo mucho a este pueblo y todo lo que hago es en agradecimiento por hacer parte de esta hermosa ciudad tan musical”, expresa.
“Ojalá que, si hay una próxima vida, yo pueda nacer en el Paraguay”
Compartir en redes
Por Jimmi Peralta
Fotos: Gentileza
El músico ofrecerá a mediados de agosto tres conciertos en el país junto al arpista paraguayo Sixto Corbalán, además de dos conversatorios en Areguá y San Juan Bautista, Misiones.
La identidad y la búsqueda de ella y del arte son dos ideas que obligatoriamente se tejen al conversar con el arcordeonista argentino Chango Spasiuk. La certeza sobre el quién se es es un manto que perturba el ejercicio largo de descubrir con años cómo se manifiesta en uno el lugar de origen y sus modos.
El Chango se presentará en Paraguay el 14, 15 y 16 de agosto, con tres conciertos y dos conversatorios, junto al arpista local Sixto Corbalán.
La obra de Spasiuk, originario del norte argentino, está impregnada no solo del matiz y el género sonoro de esa región, el chamamé, sino también de su sensibilidad personal, que conecta con su público a lo largo de más de 30 años de carrera.
Esta búsqueda de la belleza y de la identidad a través del arte lo llevó a principales escenarios del mundo y a compartir proyectos con grandes artistas. Es así que en 2023 presentó su último disco “Eiké”, en donde colaboró con figuras como Gustavo Santaolalla, Carlos Núñez, Jaques Morelembaum, Erik Truffaz, Per Einar Watle, Steinar Raknes, Boubacar Cissoko, Marcelo Dellamea, Majid Bekkas, Franco Luciani y el paraguayo Corbalán.
El Chango y Sixto se presentarán el miércoles 14 de agosto en el Club Centenario, el jueves en la Bioescuela El Cántaro, de Areguá, y el viernes16 en el conservatorio “Ha che valle”, en San Juan Bautista, Misiones.
La Nación conversó el con artista del vecino país sobre su búsqueda, la identidad y su relación con la música paraguaya.
-¿Qué propuestas traés para los shows en Paraguay y cómo eligieron los lugares?
-Tenemos una relación de hace un montón de años con Sixto Corbalán, y cuando no encontramos con Sixto no solamente es para tocar un repertorio según la ocasión, sino que todo el tiempo estamos hablando y pensando en voz alta cuestiones sobre la música, de cómo ver la música desde nuestras raíces, de cómo pararnos de una manera contemporánea con lo que el mundo está pidiendo, con lo que circula en el mundo, de cómo puedo yo compartir mi color y mi mirada al mundo desde nuestra tradición. Entonces hablábamos con Sixto, ¿por qué no salir a tocar? Pero que lo más importante sea compartir esas conversaciones, compartir esas miradas que tenemos en común, compartir esas preguntas que nos hacemos, de dónde estamos parados ahora y en qué dirección ir, desde nuestros instrumentos y desde nuestros lenguajes. Esa es un poco la intención de este encuentro, de estos conciertos y de estas charlas también. Los lugares los sugirió la producción de Paraguay, los sugirió Sixto y yo encantado de la vida de poder viajar por el interior del país que tanto amo.
-¿Cómo surgen las colaboraciones para “Eiké” y cuál fue tu experiencia que recogiste con Sixto?
-La colaboración en “Eiké” surgió de cuando yo empecé a grabar el disco, y que debo reconocer que la palabra “eiké” me la pasó, me la enseñó y me la desarrolló Alejandra Peña Gill, mi amiga de hace un montón de años y que siempre me ayuda a encontrar una palabra que diga lo que quiero decir, lo que quiere decir el proyecto. Cuando yo empecé a grabar ese disco en mi casa, había escrito a muchos artistas de diferentes lugares del mundo: Jaques Morelenbaun, Gustavo Santaolalla, Carlos Núñez en Galicia, Erik Truffaz en Francia, y por supuesto a Sixto Corbalán, que es parte de estos artistas que yo conozco y que son de otros países, porque veía en este proyecto una oportunidad de que grabáramos algo juntos, aunque sea a la distancia. Y la experiencia siempre es superadora, porque una cosa es lo que me imaginaba que podía sonar, lo que podría llegar a tocar. cómo podría llegar a sonar, y otra cosa es cuando llega esa devolución y el artista toma el convite, agarra esa canción que yo compartí y me la devuelve desde su mundo sonoro, y eso para mí ha sido maravilloso. Pero yo a Sixto Corbalán lo conozco desde hace muchos años atrás, cuando había visitado el Paraguay para hacer “Pequeños universos”, un capítulo alrededor del arpa y ahí es donde nos conocimos, y a partir de ahí es que tenemos una relación de años, nunca hemos perdido el contacto.
-¿Cómo relacionás tu música y sonido con el territorio que habitaste y habitás?
-Bueno, no es tan fácil explicarlo literalmente, pero tampoco es tan difícil. Cuando uno nace en un lugar, es el lugar. Y cuando uno trata de contar cosas desde la tradición en la cual nació, ese territorio se expresa de alguna manera tan poderosa que no hace falta que uno haga un esfuerzo intelectual para que ese territorio se exprese. Se expresa porque uno es el territorio. El hombre es el territorio. Como dice Atahualpa Yupanqui: “El hombre es tierra que anda”. Entonces no es que uno tiene que hacer un esfuerzo para que el sonido y la música expresen el territorio, porque uno es el territorio y la cultura donde nació. A lo sumo uno tiene que ir hasta el hueso de la cultura a la cual pertenece o la raíz o el lenguaje para poder lograr una combinación y una construcción estética que esté a la altura de eso que está dentro del corazón del hombre.
-¿Cuál es el sonido que buscabas en tu música de más joven y cuál te convoca en este momento?
-Cuando era más joven, estaba más deslumbrado por el virtuosismo, me sentía estimulado por el virtuosismo de otros acordeonistas como Raúl Barbosa o Richard Galeano, que en ese momento uno los tenía ahí y te daban ganas de estudiar tu propio instrumento. Pero con el tiempo, cuando uno empieza a buscar su propio rostro en una tradición que tiene infinitos rostros, pero uno tiene que encontrar el suyo, aparecen otros elementos, otras texturas, aparecen otras leyes, otras cosas y cuando uno les presta atención a esas otras cosas de alguna manera aparece el rostro de uno y aparece el sonido de uno. Desde hace un tiempo estoy parado ahí, pero siempre todos los días me levanto y busco, o trato de mantenerme en contacto con eso que siento que soy yo y que se expresa en mi manera de componer y en mi manera de desarrollar mi música.
-¿Sentís que con tu arte exponés o mostrás tu identidad, o es más bien un camino que en la búsqueda la vas descubriendo?
-No es tan literal o es muy difícil esto, pero como decía Sócrates o en algún momento lo había leído estas palabras del gran filósofo que decían: nada más urgente que lo que lleva mucho tiempo para su realización, y a veces mostrar algo es algo de toda la vida. Se necesita mucho tiempo como para que empiece a aparecer algo de verdad y algo que tenga peso objetivamente, y que uno pueda decir creo que hay algo de la identidad, de la identidad en términos de territorio, porque cuando uno habla de identidad no está hablando de la identidad del individuo. El individuo también es una herramienta para expresar algo que es mucho más grande y más amplio y más inabarcable.
-En tu programa televisivo se veía ese interés por las formas de los pueblos de tu país, ¿sigue viva en vos esa inquietud antropológica?
-Cuando hacía “Pequeños universos” exponía parte de un interés, obvio que ese interés por aprender sigue. Aprendíamos juntos haciendo el programa, aprendía junto con la audiencia, y sigo aprendiendo, nunca se termina de aprender, jamás. El día que no tenga interés por aprender algo, no tiene ningún sentido seguir. Siempre hay algo por aprender, siempre hay algo más por descubrir, siempre hay algo nuevo para ver, hasta inclusive, sobre lo que uno cree que conoce en su totalidad. Siempre aparece algo nuevo que uno puede aprender, y a partir de ahí, resignificar, profundizar, enriquecer y enriquecerse de eso que uno está buscando y tratando de aprender. Ya no soy tan joven, pero mi entusiasmo por aprender siempre está sobre el instrumento, sobre la música, sobre mi tradición, sobre otras tradiciones, sobre de qué manera tan bella muestran su tradición otros y de qué manera puedo yo tratar de demostrar la mía, con el estímulo de ver a otros grandes artistas. Es algo que nunca se agota.
Chango Spasiuk, acordeonista de Argentina
-En resumen, ¿se puede decir que tu música muestra tu forma de ser o tu búsqueda?
-En el fondo todo se reduce a una búsqueda desesperada de la belleza. Pero no la belleza en términos estéticos nada más, sino como dice Atahualpa Yupanqui, “a veces no entiendo mi rodar por el mundo, sino de hallar la sombra que el corazón ansía, tal vez lo encuentre en un acorde profundo como un llanto”. Ese acorde profundo como un llanto que nos lleva a un estado del corazón que no es entretenimiento, es una belleza que nos lleva a un otro lugar, a un no lugar.
-¿Cómo te llega la música paraguaya y cómo la vas descubriendo hermana de la música que hacés?
-Ojalá que, si hay una próxima vida, yo pueda nacer en el Paraguay y aprender a hablar primero en guaraní, que es un idioma que me toca profundamente. Cuando yo era muy chiquito, mi papá, antes de ir a la escuela, mi papá tenía la radio prendida en la carpintería y cuando terminaban los programas de chamamé, él giraba hacia la radio de Encarnación, Paraguay, y escuchábamos Quemil Yambay y los Alfonsinos y escuchábamos purahéi jahe’o y toda esa fonética que tiene el guaraní y más cuando es cantado, a mí me toca muy, muy, muy adentro. Entonces yo me siento muy cerca del Paraguay, no solamente porque nací en una región en la que estamos y compartimos un territorio, sino que emocionalmente y anímicamente me siento muy cerca de esa cultura y todo lo que suena en la raíz de la música del Paraguay, resuena en mí de una manera muy fuerte.
-Poner al guaraní siempre presente, ¿qué implica como intensión?
-Con respecto a poner al guaraní siempre presente, uno puede interpretar de tantas maneras esa pregunta, pero ustedes están parados sobre un tesoro. A veces hay que sacudirlos y sacudirnos entre todos para darnos cuenta de que estamos parados sobre un tesoro maravilloso. El territorio en donde hemos nacido, la cultura en la cual hemos nacido, la diversidad tímbrica de colores, de sonidos que nos rodean es un tesoro. Y a veces, no sé, o la pantalla o los medios de comunicación o las redes sociales te llevan de las narices a prestar atención a otras cosas y uno pierde la perspectiva del paraíso y del tesoro que está debajo de los pies de uno. Muchas veces este tipo de proyectos, de encuentros, como el que estamos haciendo con Sixto Corbalán es simplemente sacudirnos colectivamente para no perder de perspectiva lo maravilloso que está en frente de nuestras propias narices.
-¿Podrías contarnos cuál fue tu experiencia al ir desde Misiones, Argentina, a la gran Buenos Aires para hacer tu carrera?
-Cuando estaba en Misiones quería viajar por otras provincias, cuando empezaba a viajar por otras provincias querías ir a Cosquín, que en ese momento, en el año 88, 89, era como “el festival” que conectaba con el resto del país, pero cuando estás en Cosquín ya quieres ir a Buenos Aires y quieres grabar tu música y el horizonte a medida que uno empieza a caminar se va corriendo y uno se va planteando nuevos desafíos, pero no en términos de mercado, no en términos de resultados de mercado, sino que el desafío está relacionado con todas las preguntas anteriores que contesté, con encontrar un sonido que resuene con uno interiormente y que uno sienta que hay algo de verdad en eso y que también es una pregunta, y obvio que hay temores, transformaciones, hay aprendizajes, hay prejuicios y hay prueba y error, y de hecho una de las más grandes devoluciones que yo puedo hacer a los artistas que recién comienzan es a tener paciencia, a tener paciencia y a descartar de sus cabezas la palabra fracaso, porque en realidad todo es experiencia. Arrancar con un proyecto y pensar que ese proyecto siempre es aprendizaje, que el mayor resultado de cualquier proyecto que uno comience siempre es aprender y que no existe la palabra fracaso. Si algo no funciona, funciona, siempre funciona, porque funciona como para darse cuenta que por ahí no es, funciona porque para darse cuenta también de que no es esa la combinación o el grupo o el repertorio o cómo uno desarrolló ese proyecto, entonces uno aprende y después de tanta prueba y error, prueba y error, hasta Picasso decía “romper para volver a construir”, entonces uno tiene que enamorarse de intentar, no enamorarse del resultado de las acciones. Así que un poco de eso ha sido mi experiencia y Buenos Aires ha sido una ciudad que me ha acogido y que me ha recibido y que ha sido muy considerada y el público en general ha sido tan amable de poder esperarme tantos años hasta ver qué es lo que quiere hacer este hombre, en qué dirección quiere ir y yo en ese sentido soy una persona muy agradecida y que ahora trato de estar a la altura de mi relación con la gente de cada lugar de donde voy, a la cual le tengo un profundo respeto.
-¿Entre Schumann y el chamamé, dos cosas que incluís en tu trabajo, hay una distancia como obra de arte, o en el fondo tiene coincidencias?
-Y eso puede ser Schumann, como puede ser Cocomarola, como puede ser purahéi jahe’o, como puede ser una guarania, como puede ser Astor Piazzola, es indistinto, porque en realidad esos nombres y esos compositores son simplemente una forma externa de la música y en el fondo todos me parece que de alguna manera están buscando ir hacia el mismo lugar.