Cuando el coronavirus obligó a cerrar las puertas de las residencias de ancianos, la vida al interior de muchas de ellas no cambió. “Esa reja ya estaba cerrada antes de la pandemia”, dice a la AFP Maite Alberdi, directora de la aplaudida cinta documental chilena “El Agente Topo”.
Empezó su ascenso internacional en el Festival de Sundance, donde se estrenó el año pasado, y por estos días que el gran público puede verla en Netflix, el filme está preseleccionado para los Óscar en las categorías de mejor película internacional y documental. Este sábado pasado compitió en los premios Goya de España como mejor película latinoamericana.
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“El Agente Topo” muestra cómo transcurre la vida en una residencia de ancianos a través de un espía, Sergio, de 83 años, que se infiltra en el lugar para indagar si una de sus residentes es maltratada y a quien sus familiares -que no se ven ni de visitas- aseguran que le roban cosas.
Pero en el camino, Sergio –”el peor espía del mundo”, según Alberdi- deja atrás su misión y comienza a revelar la vida cotidiana del lugar, con una mirada amable y empática que permite reflexionar sobre la vejez, la soledad y cómo son tratados hoy los adultos mayores.
“La pandemia visibilizó el tema para los que estamos afuera de las residencias, pero no para los adultos mayores que están adentro”, afirma la realizadora, que filmó por semanas al interior del hogar San Francisco de la comuna de El Monte, en las afueras de Santiago.
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Cuando se inició la pandemia, “la directora de ese hogar me dijo algo muy significativo: mi vida no cambió nada; tuve que cerrar las puertas, pero acá las puertas estaban cerradas hace mucho tiempo”, agrega Alberdi. Mientras Sergio intentaba encontrar al “blanco” y recopilar las supuestas pruebas de los malos tratos, escucha, ayuda y se ríe con los ancianos internos allí, pero también lamenta la soledad que padecen.
“Cuando ves la metáfora de las puertas cerradas, de esa reja; esa reja ya estaba cerrada antes de la pandemia y el confinamiento, que solo hizo que por obligación no puedas abrir esa puerta”, dice la directora de filme.
100% real
Estrenada en el Festival de Cine de Sundance el 25 de enero de 2020, cuando recién se masificaban los casos de coronavirus, la cinta ha sorprendido por el realismo de sus personajes, tanto así, que abundan las dudas sobre si son o no actores. “Todas las historias que se ven son reales, todas las personas, todos los sentimientos que se cuentan son reales. Todos ellos viven allí, padecen lo que están contando”, dice Alberdi.
Sergio Chamy, un jubilado que había enviudado recién hace cuatro meses y que tomó el papel de protagonista tras acudir a una entrevista después de ver una oferta de trabajo publicada en un diario, obligó a la directora a dar un giro en la historia, originalmente planteada como una cinta clásica de espías.
“Me doy cuenta que en realidad el caso y las pruebas y todo lo que pasaba con lo del espía no importaba nada y a mi agente infiltrado tampoco le importaba nada. Lo que le importaba era la experiencia que estaba teniendo; se da el tiempo de escuchar al otro, de vivir al otro, de conectarse, de abrazar esa diversidad y de ahí me regala otra película”, cuenta la directora.
¿Qué llevó a escoger a Sergio Chamy como protagonista? “Lo que más me llamo la atención fue que cuando le preguntaron su estado civil y dijo que acababa de enviudar, en un minuto se llenaron los ojos de lágrimas”, dice la directora.
Agrega: “en Chile, es raro ver a un señor mayor hablar de sus sentimientos abiertamente. Entonces, cuando lo vi hablar de sí mismo y de su dolor, sin pudor, frente a un desconocido y una cámara, de manera cariñosa, y asumir su fragilidad, sentí que era de otro planeta”.
Mirada sobre la vejez
Con otro premiado documental sobre ancianos, “La Once” (2014), que cuenta la historia de un grupo de mujeres que se juntan desde hace 60 años a tomar el té, Alberdi dice que no tiene una única mirada sobre la vejez. “Hay tantas historias posibles como adultos mayores existen”, afirma, agregando sin embargo que hay cosas comunes que retrata la película.
“En Chile, las tasas más altas de suicidio son entre personas de entre 80 y 90 años y eso te habla de una soledad. Es una cifra abstracta, pero al convivir con personas mayores a través de las películas, entiendo esa cifra. Esa angustia y soledad. No es un miedo a la muerte ni al envejecimiento, es un miedo a estar solo, que es mucho peor y más asfixiante”.
Fuente: AFP.