Joven y carismático, el rapero Emicida erigió un imperio cultural desde la periferia de Sao Paulo fusionando ritmos, realidades y perspectivas de un país polarizado y con desigualdades abismales. ¿Su secreto? Situarse en el punto de “encuentro” de todas esas corrientes y tensiones.

“Lo que caracteriza a la sociedad brasileña es el encuentro: con todas sus tragedias, con toda su barbarie, sigue siendo el encuentro”, dijo en una entrevista con la AFP el artista, cuya trayectoria -que incluye música, literatura, moda y televisión- acaba de ser relatada en “AmarElo, todo es para ayer”, un documental producido por Netflix.

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“Tal vez las mejores postales de Brasil se deban al encuentro: la samba, la gastronomía, nuestro arte como un todo. Me dedico a utilizar esa fuerza del encuentro para cuestionar los pilares opresores que construyeron nuestra historia”, reflexiona el músico, de 35 años.

Leandro Roque de Oliveira, que se catapultó a la fama como Emicida, cuenta que años atrás intentaba construir puentes a través de conceptos, pero que ahora lo hace mediante las emociones de sus historias. “Diferente a lo racional, la emoción crea un puente antes de que la gente entienda cualquier cosa”, explica.

Racismo “sofisticado y letal”

El tema racial es un eje de trabajo del artista, negro y de origen pobre, aunque su repertorio es tan amplio y complejo como este país de 212 millones de habitantes, el último de América en abolir la esclavitud (1888). Para Emicida, Brasil “creó una mitología de que (...) sólo hay racismo en lugares como Estados Unidos o Sudáfrica, cuando en realidad el racismo brasileño es muy sofisticado”.

Los brasileños expresan orgullo de su mestizaje en las escuelas de samba o en fiestas populares “pero no sienten la obligación de reivindicar el reconocimiento de ese mestizaje cuando ven a quienes son nombrados para gestionar el sistema judicial, donde sólo vemos blancos”. “Ese tipo de paradoja sólo puede producirse en una sociedad que tiene un racismo extremadamente sofisticado y letal”, afirma.

En los últimos años, “la sociedad brasileña bajó la guardia (...). Cuando se tiene una historia colonial tan bárbara, mantener la libertad exige vigilancia constante”, advierte. En Brasil, un 55% de la población se define como negra o mestiza, pero esta categoría representa un 75,7% de las víctimas de asesinatos, según el Atlas de la Violencia publicado en agosto por institutos de investigación.

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Aun así el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y su vicepresidente Hamilton Mourao sostienen que “no hay racismo en Brasil”. Emicida analiza estas posiciones desde una perspectiva más amplia y aborda, para ejemplificar, la negación constante de Bolsonaro sobre la gravedad de la pandemia de COVID-19 que ya ha dejado más de 188.000 muertos en Brasil.

“Si no consiguen desarrollar un análisis sensible sobre 180.000 muertos, ¿cómo podemos esperar que sean más inteligentes para analizar una situación más compleja [como el racismo]?”, cuestiona. Existe “un movimiento para despojar a la gente de su país, de su cultura. No en vano la cultura sufre tantos ataques con Bolsonaro, que quiere vaciar nuestra existencia de sentido, cansarnos con el mantenimiento del caos, para que lleguemos al final del día pensando que no hay solución”, dice Emicida.

Pero el artista apunta que “el superpoder del brasileño es llegar al final del día y encontrar una solución, a veces de forma milagrosa”. Emicida dice que sus dos hijas, de 2 y 10 años, lo convirtieron en un hombre más esperanzado, que trabaja para dejar un mundo mejor del que encontró.

Y cree que el desafío de la sociedad es trabajar para que el país real, el que ocurre en las calles, florezca. En “AmarElo: todo es para ayer”, se narra un Brasil desde su arte y su música. El lugar de confluencia de pasado y futuro, de cuentas pendientes y conquistas, es el Theatro Municipal de Sao Paulo, recinto de la élite cultural, al cual entró por primera vez a los 30 años, cuando ya era un artista consagrado.

El concierto que Emicida dio en ese teatro, el noviembre de 2019, constituye el hilo narrativo del documental y se convierte en un acto de inclusión y empoderamiento. Aunque se dio a conocer con el rap y el hip hop, su música evolucionó nutriéndose de varios ritmos e influencias y sus discos reflejan esa fusión de corrientes.

“Quiero convencer a la gente de que todo es posible, que necesitan conectarse”, insiste Emicida, quien resume sus mandamientos como en una especie de sermón que lleva a la reflexión y da esperanzas: “Hablamos de amor, fe, sueños, comunión, unión y urgencia, porque al fin de cuentas todo es para ayer, no tenemos tanto tiempo como creemos”.

Fuente: AFP.

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