Un día como hoy, 11 de octubre, pero de 1867, en plena Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870), falleció Natalicio de María Talavera Alarcón, considerado el primer poeta paraguayo y en su homenaje quedó establecido cada 11 de octubre como el Día del poeta paraguayo.
Algunos autores se presentan como poetas, mientras que otros prefieren que sus lectores los cataloguen como escritores por sus obras. La mayoría coincide en que de la literatura o la poesía en Paraguay no se vive económicamente, pero que para los apasionados por los versos es su motivo de vivir.
“Escribir versos, en el intento de llegar a la poesía, obedece a una pulsión del corazón. Jamás podría ser una profesión. Siempre digo al auditorio que tenga en cuenta que yo sólo escribo versos y que, por tanto, son los lectores quienes deben definir si es poesía o no”, afirmó Víctor Casartelli, fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay, al ser consultado si ser poeta es una profesión.
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Según Casartelli en Paraguay nadie vive de la literatura, salvo las editoriales. “En nuestro país no hay muchas oportunidades, porque no existe una Ley del Libro que libere de impuestos a las editoras, a los insumos que deben importarse para dar forma al libro (papel, tinta, etc.)”, lamentó.
El autor de los poemarios “Todos los cielos”, “La transparencia de los días” y “La vida que vivimos” recordó que el 11 de octubre fue instituido como Día del poeta paraguayo en homenaje a Talavera, quien escribía versos en plena Guerra contra la Triple Alianza y los publicaba a veces en la revista Cabichu’i, el periódico que dirigió por algún tiempo y que se distribuía en las trincheras para regocijo y solaz de nuestras tropas, resaltó.
El escritor de “Ojos del corazón”, “La emoción que no cesa”, “Memoria en desbandada”, “Transcripción de los sueños” e “Interminable sed” exhortó a sus colegas poetas y escritores a no decaer en la tarea de calcar sentimiento en papel.
“Un mensaje para nuestros escritores es que no decaigan en sus afanes, pues cada obra lleva implícita la cosmovisión muy singular y significativa que proviene de nuestro impar bilingüismo. Y lo extiendo a los jóvenes que escriben con mucho ahínco y grato talento”, expresó Casartelli.
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PEN Club del Paraguay
A causa de la pandemia del COVID-19, este día especial para los poetas paraguayos va a celebrarse en el nuevo modo de vivir. Mediante audiovisuales que serán difundidos a través de las redes sociales oficiales del PEN Club Paraguay (Poetas, Ensayistas y Narradores), se recordará a los poetas nacionales que perdieron la vida en estos tiempos, algunos por enfermedades de base y otros a causa del virus del SAR COV2.
“Va ser un día un poco especial, porque es la primera vez que no nos vamos a reunir a festejar esta fehca. Nosotros preparamos un homenaje, pero no nos podemos juntar, por eso hicimos un material audiovisual unidos entre tres entidades de escritores: la Sociedad de Escritores del Paraguay, el PEN Club Paraguay y Escritoras Paraguayas, para hacer algo conjunto y brindar un homenaje a los escritores que nos dejaron en estos meses de pandemia, que fueron cinco”, lamentó María Eugenia Ayala, poeta paraguaya y presidenta del PEN Club Paraguay.
En enero pasado, falleció Luis Hernáez, que fue un gran novelista paraguayo; a él le siguió Augusto Casola, que fue presidente del PEN Club durante dos periodos; el multifacético Lisandro Cardozo, quien en vida fuera arquitecto, periodista, artista plástico, poeta, escritor, gestor y promotor cultural. También figura en la lista de homenajeados Dirma Pardo y Efraín Enríquez Gamón, el gran amante de la literatura, que hace poco tiempo partió.
“La mujer y la botella” de Natalicio Talavera
Disputaban por saber un pastor y un lechuguino, cuál es el tesoro más fino: ¿La botella o la mujer? Aquél dijo, a mi entender es más sabrosa y más bella, la botella.
Cuando exhausto de fatiga bajo un ombú me reclino, de Baco el licor divino todas mis ansias mitiga: Allí es mi mejor amiga, mi sol, mi luna, mi estrella, la botella.
El que empieza a envejecer se refocila, imagino más en dos cuartas de vino que en seis cuartas de mujer, porque siempre está en su ser sin melindres de doncella, la botella.
Calla, dijo el lechuguino, sólo un hombre sin templanza puede poner en balanza a las mujeres y al vino; ¿quién suaviza el cruel destino? ¿quién da el supremo placer? la mujer.
No hay contento comparado con los goces del amor, ni otra delicia mayor, que el amar y ser amado; es el don más delicado que Dios quiso al mundo hacer, la mujer.
Sin ella todo sería caos de inmensa tristeza, porque son de la natura la más perfecta armonía, es del hombre la alegría, consuelo de su placer, la mujer.
No siempre, dijo el pastor, porque salen camarada a estocada por cornada, el fastidio y el amor, mas mi prenda es superior, no es falaz como aquella, la botella.
Cuantos más besos le doy, más me inflama y me enardece, y cuando aquel desfallece, yo más animado estoy: Papa, Rey, Príncipe soy, sin que me cause querella, la botella.
Dama que no pide y da grata aún después de gozada, cuando la ves más preñada, tanto más virgen está, sin mujer muy bien me va, porque me suple por ella, la botella.
Silenciosa y no profana, un tapón tiene su boca, aunque a celos la provoca. Tal vez cierta Dama-Juana, espera su turno ufana, y su rival no atropella, la botella.
Mujer, dijo el lechuguino, bocado de Reyes es, pues dice el hombre al revés de los reyes en latín, mas no conoce un mal sin de cuanto puede valer, la mujer.
A nuestros hijos, que humanos dan sus cuidados prolijos: A ver si a ti te dan hijos botellas de damajuanas. En sus angustias tiranas sabe al hombre sostener, la mujer.
Tiene el hombre una aflicción, gime solo... y de repente, va a su amada, y luego siente tas, tas, tas el corazón; porque innata afección le dice que es su placer, la mujer.
En esto se dejan ver Baco y Cupido abrazados y dicen: “Callad cuitados que no nos sabéis entender; todo puede complacer tomando en medida bella; la mujer y la botella; la botella y la mujer”.
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