La 77ª edición de la Mostra de Venecia se clausura este sábado con un balance positivo tras haber registrado cero contagios de coronavirus y haber programado mucho cine de autores independientes. La primera Mostra en los tiempos de coronavirus, sin las estrellas de Hollywood ni el público de aficionados y cazadores de selfis en el tapete rojo, se llevó a cabo en el total respeto de las medidas sanitarias, sin colas, ni aglomeraciones, con los espectadores sentados a distancia, con una silla vacía en cada lado.
“Por ahora no se han registrado casos positivos de coronavirus. Eso es una victoria”, comentó en un encuentro con periodistas, entre ellos la AFP, Roberto Cicutto, nuevo presidente de la Bienal de Venecia.
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La edición de las mascarillas será recordada por la participación de pocas divas, entre ellas Cate Blanchett y Tilda Swinton, con el rostro siempre medio cubierto. Según el diario New York Times, el distanciamiento social ha sido “el valor añadido”, porque el espectador está más cómodo, según Eleanor Stanford.
El Times considera que se trató de una edición “más libre” debido a la ausencia de las grandes producciones estadounidenses que utilizan Venecia como trampolín para lanzar sus filmes hacia el Óscar.
El primer gran festival internacional que se celebra en plena pandemia, que duró diez como es la tradición, contó con menos periodistas acreditados, sólo 5.000, un número bajo si se tiene en cuenta que la última edición sumó 12.000. En el Lido, el cuartel general de la Mostra frente al mar Adriático, circularon en total 1.300 periodistas, 850 italianos y 450 extranjeros, precisaron los organizadores.
“Nuevas miradas”
La ausencia de críticos y delegaciones provenientes de los países asiáticos así como de América Latina era notable, pese a la presencia de varios filmes de la región, entre ellos el impactante “Nuevo Orden” del mexicano Michel Franco, quien sí pudo acompañar su película con los actores.
“Hemos servido de laboratorio para los demás festivales”, aseguró satisfecho Alberto Barbera, quien termina este año su gestión tras diez años como director de la Mostra.
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La crisis sanitaria modificó los planes de múltiples festivales de cine y muchos de ellos han anunciado eventos híbridos con actividad presencial pero sobre todo virtual, lo que Barbera rechazó sin titubeos.
Pese a la definición dada por el diario francés Le Monde de certamen “amorfo”, los organizadores consideran que ha servido para revitalizar un sector en crisis por las salas de cine cerradas y los rodajes paralizados. Del total de 60 largometrajes invitados a participar en cinco categorías distintas y 15 cortos, la mayoría eran obras de autores casi desconocidos.
“Además de la distancia física, había distancia mental. Se abrió espacio a las nuevas miradas, a una nueva generación de realizadores”, aseguró la crítica italiana Cristiana Paternó, al elogiar el elevado número de directores y directoras independientes que participaron en las varias secciones del festival.
Los favoritos
En uno de los años más insólitos de su larga historia, el tema femenino acaparó la Mostra con ocho mujeres frente a 10 hombres compitiendo por el preciado León de Oro. Los pronósticos sobre posibles triunfadores están abiertos. No se descarta que el jurado, presidido por Blanchett, galardone el filme de una mujer.
Entre las favoritas figura la cinta de la noruega residente en Estados Unidos Mona Fastvold, “The World to Come”, un conmovedor retrato de lo que podría haber sido un amor entre dos mujeres en la Nueva York rural de mediados del siglo XIX.
El filme figuraba el jueves en el primer puesto con 26 puntos en las clasificaciones que publica Ciak, el diario oficial, tras consultar a siete críticos internacionales. Le siguen el documental “Notturno” del italiano Gianfranco Rosi sobre la crueldad de la guerra (25 puntos) y “¡Queridos camaradas!”, del maestro ruso Andréi Konchalovski sobre la “pureza” de los ideales comunistas y los abusos de poder en la era soviética (22,5).
La clasificación aún no tenía en cuenta el magistral filme del mexicano Franco sobre la desigualdad, aplaudido por la crítica. “Ha sido una edición vital, absurda y necesaria”, resumió por su parte Giorgio Gosetti, legendario responsable de las Jornadas de los Autores, poco antes de la clausura.
Fuente: AFP.