El novelista español Juan Marsé, fallecido el sábado a los 87 años, fue consagrado en vida como un magnífico narrador de su ciudad, Barcelona, escenario de una infancia en tiempos del franquismo, incesantemente reinventada en sus libros
“La literatura es un ajuste de cuentas con la vida, porque la vida no suele ser como la esperábamos”, decía este hombre urbano, de cuarteado rostro y mirada oscura, que oscilaba entre la ironía y la melancolía, autor de quince novelas en cerca de 60 años.
Una de sus más célebres, “Últimas tardes con Teresa” (1966), es la crónica de una pasión transgresora, y finalmente calamitosa, entre un hijo de pobre que quería dejar de serlo y una estudiante de los barrios acomodados.
Una obra inaceptable para la España puritana y “nacionalcatólica” de Francisco Franco, donde la censura sentencia: “La novela presenta numerosas escenas escabrosas siendo el fondo de la misma francamente inmoral; en el argumento se hacen numerosas referencias políticas de carácter izquierdista”
El libro está inspirado en su estadía en los años 1960 en París, donde dio cursos de conversación en español a Teresa, hija del pianista Robert Casadesus.
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En otra novela escrita en 1973, “Si te dicen que caí”, Marsé incluye parte del relato de la resistencia antifranquista en Barcelona a partir de 1945.
“Un manifiesto por la libertad de expresión”, según el escritor Antonio Muñoz Molina, inicialmente premiado y publicado en México antes de ser editado en España tras la muerte de Franco en 1975.
“Es un escritor y un narrador nato”, decía de él su agente literaria Carmen Balcells, fallecida en el 2015, a quien había prometido 10% de sus cenizas si moría antes que ella.
“Con el tiempo, se ha ido adueñando del mundo de Marsé y de su estilo narrativo una sabiduría que solo está al alcance de los mejores”, ha opinado el escritor español Enrique Vila-Matas.
Y otro gran narrador de Barcelona, Eduardo Mendoza, apuntaba sobre Marsé: “Nunca ha escrito una página donde no pase algo interesante”.
Taller de joyería
Poco después de su nacimiento, en 1933, muere su madre y su padre, chofer, ofrece el bebé a una pareja sin hijos. El pequeño es así adoptado por una enfermera y un “desratizador” de cines, y se convierte en Juan Marsé Carbó.
En la posguerra civil, ganada en 1939 por las tropas nacionalistas de Franco, su padre adoptivo es encarcelado por “rojo” (comunista) y republicano, según relataría el escritor.
Marsé abandona la escuela a los 13 años para trabajar en un taller de joyería: “La necesidad de llevar otro jornal a casa me liberó de un fastidioso colegio en el que no me enseñaron nada, salvo cantar el ‘Cara al Sol’ y rezar el rosario todos los días”.
A los 24 años, durante su servicio militar, esboza su primera novela: “Encerrados con un solo juguete” (1960), centrada en una juventud burguesa desorientada tras la Guerra Civil.
Su condición de obrero impresiona en un mundo literario en el que “casi todos los escritores, al menos en Barcelona, procedían de la burguesía”, según comentó él mismo.
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A partir de entonces, no dejará de reconstituir en sus novelas el barrio popular de su infancia, mezclando barracas y terrenos baldíos, haciendo revivir la Barcelona republicana, catalanista y laica reprimida por la dictadura.
Escribía en español, pero con su familia hablaba en catalán y valoraba siempre lo que llamó “la dualidad cultural y lingüística de Cataluña”. Criticó con dureza el movimiento independentista –que lo hastiaba profundamente– como la proyección de “una Cataluña que no existe”.
Marsé recibió numerosos premios literarios, entre ellos el Planeta 1978 por “La muchacha de las bragas de oro”.
En el 2008, al recibir el premio Cervantes, se declaró “un amante incondicional de la fabulación”, un “adicto a la ficción” que tiene “más peso y solvencia que lo real, más vida propia y más sentido”.
Fuente: AFP.