El compositor italiano Ennio Morricone, fallecido a los 91 años, saltó a la fama por sus creaciones para el maestro del spaghetti western Sergio Leone, mezclando música de orquesta y tradición popular, entre las más de 500 obras que compuso para el cine.
Una de sus composiciones más memorables es sin duda la melodía con armónica que interpreta Charles Bronson en “Érase una vez en el Oeste” (o “Hasta que llegó su hora”, en España), en 1968.
A los seis años, Ennio Morricone, nacido el 10 de noviembre de 1928 en Roma, empieza a componer. A los 10, se apunta a un curso de trompeta en la prestigiosa Academia Nacional de Santa Cecilia, en Roma, donde llama la atención del profesor Goffredo Petrassi.
También estudia composición, orquestación y órgano.
Después de formarse en la música clásica, empieza en 1961, a los 33 años, a trabajar en el mundo del cine, con “El federal” de Luciano Salce.
Según él, la música de las películas italianas es mediocre y sensiblera, y quiere renovarla con un estilo más de Hollywood.
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La fama llega con “Por un puñado de dólares” (1964) de Sergio Leone. Su exitosa colaboración con el maestro del spaghetti western lo catapulta a nivel internacional.
Pero Morricone no se limita al western. Compone bandas sonoras para películas de época, como “Novecento” o “Vatel” y comedias como “La jaula de las locas”.
También pone música a filmes comprometidos, como “Sacco y Vanzetti” (“Here’s to You”, cantado por Joan Baez), “La clase obrera va al paraíso” o “La batalla de Argel”.
El secreto de su éxito: “Cuando entras en una película, la música llama a la puerta, tiene que preparar al espectador y salir sin hacer ruido, de puntillas”.
Oscarizado tarde
Discreto y hogareño, Morricone salía poco de su casa en el centro de Roma. Su timidez hacía que se sintiera incómodo en los aplausos después de sus conciertos.
Durante toda su carrera, Morricone ha alternado entre “música ligera” y clásica, cine y televisión.
En los anales del séptimo arte quedarán, entre muchas otras, “Érase una vez en América”, “El bueno, el malo y el feo”, de Sergio Leone, o “Teorema”, de Pier Paolo Pasolini.
Muchos de estas obras maestras serán reconocidas por su música. El genio de Morricone se basaba en sus mezclas, impuras, con componentes neoclásicos y de jazz, y también pop-rock.
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Compuso además cerca de 80 obras clásicas, de música de cámara y para orquesta. Miembro del Gruppo di Improvvisazione Nuova Consonanza, compuso especialmente para el piano.
“Il maestro”, que a veces parecía nervioso detrás de sus gafas, también dirigió grandes orquestas, como la de Milán.
A pesar de esta brillante carrera, Morricone no ganó ningún Óscar hasta el 2007, cuando recibió la prestigiosa estatuilla por el conjunto de su carrera. En el 2016, se llevó otra por “Los ocho más odiados” (o “Los odiosos ocho” en España) de Quentin Tarantino.
Nominado antes en cinco ocasiones, el compositor había admitido en una ocasión que le habían arrebatado el galardón estadounidense cuando competía con “La misión” (1986) de Roland Joffé, una de sus obras más memorables, con instrumentos precolombinos, corales litúrgicas, oboes y guitarras españolas.
Gran amante de la canción, Morricone se unió a la estrella portuguesa de fado Dulce Pontes para realizar el disco “Focus” (Universal) y a la francesa Mireille Mathieu para el álbum ‘Mireille Mathieu canta Ennio Morricone’ (1974).
Fuente: AFP.