¿Qué pasa cuando una de las agrupaciones más emblemáticas de la historia del Rock&Roll latinoamericano y el circo más fabuloso del mundo se unen? Nace un homenaje a los sueños, a la música y a la amistad. Destreza física, nuevas tecnologías y sensibilidad artística están presentes en “Sép7imo día. No descansaré”, la simbiosis Soda Stereo/Cirque du Soleil.
Por Natalia Santos (natalia.santos@gruponacion.com.py).
El triángulo perfecto que formaban Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti era impenetrable. Los unía en la vida y en la escena. Durante todo el tiempo que duró ese sueño que se llamó Soda Stereo solo hubo cabida para un elemento más: el público. Y es el público el que corea las canciones de siempre con nuevos arreglos en ese viaje de aproximadamente una hora y media que traza el Cirque du Soleil.
La música es lo que nos eleva (a los asistentes y a los artistas). Es esa la metáfora con la que inicia su camino el personaje que hace de hilo conductor durante el show. El chico sale volando de una jaula, colgado de sus auriculares... y todo su tránsito se da con Soda como banda sonora.
Los temas del grupo argentino -bajo el cuidado de Zeta Bosio y Charly Alberti, también presentes en el estreno paraguayo- vuelven con otro cuerpo.
Son esos sonidos los que acompañan los saltos de cuerda, las suspensiones en el aire de una “Luna Roja” que pende de su cabello y los juegos con diavolo de un joven que puede ser tanto un fan del grupo... como un guiño al mismo Cerati en su juventud.
Una plataforma con la figura de la Floralis Genérica -esa escultura metálica símbolo de Buenos Aires- alberga el equilibrio y las contorsiones de una solista.
Sumergido con su guitarra y en compañía de una “sirena”, vemos al artista que nos trae Hombre al agua.
Todos vibran con los balanceos peligrosos de una rueda gigante...
Son muchos los momentos en que se da el asombro, pero la sonrisa despierta con las cosas más simples, que son a la vez, las más cuidadas: La animación en vivo de una artista que recrea escenas con arena, mientras un acróbata las interpreta; el trabajo de un clown que interactúa con una mano frente a la cámara en Sobredosis de Tv o un Té para tres con espíritu de peña.
El show va por tracks, como los números. Ella Usó, Un Misil (instrumentación de Ella usó mi cabeza como un revólver, vocales de Un misil en mi placard) y Prófugos, son cortina de un dúo acroaéreo.
No faltan Persiana americana, Signos, Un millón de años luz, Cuando pase el temblor, En la ciudad de la furia y De música ligera, ésta última es la canción que lleva a todos iluminar la carpa con los celulares.
El espíritu es el de un concierto, sí ese último que dieron juntos... ese que inmortalizó esa misma frase con la que cierra Sép7imo Día, entre aplausos y bravos... y que sintetiza todo: “Gracias, totales”.