El papa Francisco, el pontífice que mayor afecto demostró al Paraguay y que calificó a la paraguaya como la mujer más gloriosa de América, se ha ido. Su falleci­miento sucedió el lunes 21, tan solo horas después de celebrar la pascua de resurrec­ción de Cristo y de realizar su último reco­rrido por la Plaza de San Pedro, en el cora­zón del Vaticano, llena de feligreses que lo vitoreaban. Así, doce años y 38 días des­pués de asumir como sucesor de San Pedro en el papado, se fue a mejor vida, según la fe cristiana.

Su partida, un tanto inesperada por la mejoría de salud que tenía, provoca un profundo dolor en los cristianos del mundo, y deja a Paraguay con la enorme tristeza de haber perdido a uno de sus más afectuosos amigos. Porque, además de su actitud como padre y pastor de la Iglesia católica, con nuestra nación cultivó una entrañable amistad.

El papa Francisco visitó nuestro país en julio de 2015, y en su famoso discurso a los jóvenes en la Costanera del río Paraguay los invitó a que hagan lío, en el sentido de actuar contra lo que está mal para tener un corazón libre con solidaridad y esperanza para mejorar la sociedad. Para el Gobierno paraguayo, dirigido entonces por el presi­dente Horacio Cartes, la visita del pontí­fice fue un símbolo de fe y unidad para el pueblo paraguayo. En aquella ocasión el mandatario agradeció al Papa “por el pri­vilegio de recibirle y expresarle nuestro cariño en Paraguay”.

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El anuncio del fallecimiento del pontífice conmovió a todo el mundo porque así par­tía el incansable apóstol de la fe cristiana y uno de los grandes líderes de la paz y la hermandad entre las naciones del planeta.

El camarlengo de la Iglesia católica, carde­nal Kevin Farrell, anunció ayer la muerte de Francisco, señalando que a las 7:35 de la mañana “regresó a la casa del Padre”. Resaltó que toda su vida la dedicó “al ser­vicio del Señor y de su Iglesia”. Y que “nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados”.

El consistorio de los cardenales de la Igle­sia con la edad canónica establecida para la elección del nuevo pontífice se realizará días después de los funerales en el plazo establecido. Y habrá nuevo papa.

Por primera vez en la historia, dos obispos de nacionalidad paraguaya estarán en un cónclave de cardenales en que se elegirá al nuevo pontífice. Ellos son: el arzobispo de Asunción, monseñor Adalberto Martínez, y el arzobispo de Rabat, Marruecos, el car­denal español Cristóbal López, quien tra­bajó aquí varios años y adoptó la ciudada­nía paraguaya.

El gran afecto que el pontífice falle­cido sentía por los paraguayos es digno de recordar. Lo manifestaba ya cuando era arzobispo de Buenos Aires, cosa que se observó también durante su pontifi­cado. Cuando visitaba las celebraciones religiosas de los paraguayos en la capital argentina siempre demostraba su cariño y admiración, resaltando las virtudes de la mujer paraguaya luego de la tragedia de la guerra contra la Triple Alianza.

Durante una celebración de nuestra Señora de Caacupé en Buenos Aires, el entonces cardenal Bergoglio pronunció palabras de gran contenido emotivo. Refi­riéndose a la imagen, señaló:

“Ella es paraguaya, de Caacupé, y no hay paraguayo que no la quiera. Ustedes saben que, en toda América, la mujer paraguaya es la mujer más gloriosa. Y no porque haya estudiado más que otras… porque esa mujer, esa mujer del Paraguay supo asu­mir un país derrotado por la injusticia y los intereses internacionales. Y ante esa derrota, llevó adelante la paz, la lengua y la fe”.

La partida del papa Francisco ocupa la atención de todo el planeta y los prin­cipales medios de comunicación de los países del mundo se encargan de difundir las informaciones relaciona­das al deceso. Reportan los detalles del momento doloroso que se vive en el Vati­cano y en las naciones con mayor propor­ción de católicos.

En nuestro país, donde Francisco cautivó con su cariño a miles de personas de todos los credos políticos, reina una profunda tristeza por su fallecimiento. Pero, como consecuencia de la fe cristiana que pro­fesa la mayoría de los paraguayos, también surge el convencimiento de que el papa ha partido hacia una vida mejor.

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