La entrega de 9 mil títulos de propiedad en tan solo 18 meses en el gobierno del presidente Santiago Peña a través del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) se ha convertido en un récord histórico en nuestro país de profundas consecuencias positivas para la economía nacional y campesina en particular.
La regularización por medio de documentos oficiales que muestran que la propiedad privada le pertenece a una persona convertida en propietaria se constituye para la economía –como en cualquier lugar del mundo– en un incentivo para el desarrollo y en este caso concreto para las familias en el campo.
La titulación de propiedades no es un tema a desconsiderar y así lo ha entendido el gobierno actual llevando a cabo una política en beneficio del campesino, esto es, de los verdaderos campesinos agricultores. Los campesinos agricultores son los que en verdad labran la tierra consiguiendo ingresos superiores por hectárea que en ningún modo se podría lograr sin la fehaciente acreditación de la propiedad privada.
La misma reforma agraria, por cierto, carece de sentido sin el otorgamiento de títulos y la regularización de las posesiones. La reforma agraria no tuvo ni tendrá éxito sin esta medida acertada como la que lleva a cabo el gobierno actual porque de no darse estas titulaciones masivas junto con el saneamiento de las posesiones, el campesino queda supeditado al derecho precario.
El derecho precario convierte al campesino en dependiente y subordinado a intereses contrarios a su propia persona como ser humano y desestimula la producción y la productividad puesto que al no contar con su título de propiedad tampoco accede a créditos para realizar mejoras en su fundo.
Esta medida del Gobierno, por ello, es en verdad la verdadera reforma agraria que a los seudoopositores no les agrada ni tan siquiera mencionar como de hecho ocurrió días atrás durante la marcha que llevaron cabo. Y no lo van a mencionar porque saben que con las titulaciones récords desde el gobierno del presidente Peña se está logrando lo que nunca antes se hizo, esto es, elevar la autoestima personal y familiar del campesino agricultor promoviendo la producción y el comercio de los frutos de la tierra
Con nuevos propietarios en el campo, nuestros compatriotas tienen una oportunidad que antes no tenían; la de poner fin a la historia de violencia de invasiones de tierras azuzadas por violentos que gritan las ideas fracasadas del colectivismo usando a sus prójimos como carne de cañón para seguir con su “revolución” de miseria y mendicidad.
Sin embargo, es con las titulaciones masivas de propiedades como las que lleva a cabo el gobierno del presidente Santiago Peña que se hace realidad la verdadera reforma agraria y se empieza así a romper con el círculo vicioso de la desinversión, la pobreza y el desempleo en el campo.