Este viernes culmina la primera semana en que se aplicó el programa Hambre Cero en las Escuelas en todas las instituciones oficiales del país. Es un hecho que muchos consideran histórico, porque por primera vez en la historia del Paraguay los niños de todas las escuelas públicas pudieron alimentarse con la aplicación del mencionado programa. Y permite que después de tantas carencias y necesidades se esté dando de comer a miles de niños que, por primera vez están probando un bocado de comida en las aulas, para poder estudiar satisfechos y con las esperanzas intactas.
A algunas personas de ciertas clases sociales acomodadas les parece raro que el Estado se tenga que encargar de la alimentación de los niños de las escuelas públicas, y creen innecesario ese plan alimenticio, que corresponde a cada familia. Eso dicen porque no conocen la realidad de miles de niños de familias pobres que sufren porque no pueden recibir lo suficiente para acudir a las aulas y concurren a las escuelas con problemas de nutrición, que repercuten en su conducta y en su rendimiento escolar. Eso está demostrado en los estudios que se han realizado y que demuestran la necesidad de nutrir primero a los chicos para después darles las clases de enseñanza básica.
El martes último, el presidente Santiago Peña, estuvo almorzando con los niños en la Escuela República de Guatemala, de la ciudad de Yaguarón, en medio de la alegría infantil. “Mi sueño se cumplió. A partir del día de hoy ningún niño en Paraguay va a pasar hambre”, sentenció. Y agregó que este programa “es de todos los paraguayos y entre todos los paraguayos tenemos que cuidarlo, porque si este programa es exitoso, el Paraguay va a cambiar, el Paraguay va a progresar”.
Con este plan, que comenzó en el 2024, en 90 distritos del país, se espera llegar a alrededor de un millón de niños y jóvenes de los 263 pueblos y ciudades que existen en el Paraguay. El desayuno, merienda y almuerzo escolar se repartirán entre los alumnos de 7.036 instituciones educativas. Este hecho de relevancia no ha sido visto con buenos ojos por algunos sectores que solo quieren criticar y cuestionar las acciones de las autoridades nacionales. Siempre están buscando lo negativo para resaltar.
Con intención crítica hacia el gobierno, un diario publicó ayer como foto principal de su portada a niños de una importante escuela de Asunción comiendo los platos de alimentos del Programa Hambre Cero, sentados en el piso, por falta de sillas. La realidad que no se puede ocultar, ni siquiera en ese diario, es la noticia principal: los niños de todas las escuelas del país ya están comiendo, se están alimentando mediante el emblemático programa, como nunca antes ha ocurrido en el país. Y así como muchos están en sus pupitres, en mesas con sus respectivos asientos, otros lo hacen desde el piso, cosa que hay que solucionar. Pero lo más importante es que se están alimentando, se están nutriendo debidamente para hacer frente a su aprendizaje con el estómago lleno, no como antes ocurría en que muchos llegaban a las aulas desnutridos y con escasa o mala alimentación.
La ejecución del programa tiene numerosos efectos positivos en las comunidades del país. Además de dar de comer a los niños escolares, la inversión que realiza el gobierno tiene muchas repercusiones en la economía, ya que invertirá este año el equivalente a 375 millones de dólares. Se estima que con la ejecución del plan se están creando entre 40.000 y 60.000 nuevos empleos y dinamizará la actividad económica generando puestos de trabajo en la producción y distribución de los alimentos. Gracias a este proyecto se destinarán a la agricultura familiar el equivalente a 37,5 millones de dólares y a los productores de las pequeñas y medianas empresas 18,75 millones de dicha moneda.
Para evaluar lo que significa este programa alimenticio, hay que considerar que es una de las mejores apuestas que se puede hacer por nuestro país. Ayudando a que los menores puedan estudiar y progresar intelectualmente, se está creando una generación de paraguayos que estará en excelentes condiciones para trabajar y convertir al Paraguay en una nación más desarrollada y con mejores oportunidades de vida para sus habitantes.