El Poder Ejecutivo está dedicado a contener la corrupción abocándose a la tarea de realizar cambios en el modelo de acción estatal. Al respecto, el combate a la corrupción se probó el año pasado con el incremento de la recaudación en el orden del 21 por ciento más que el año anterior y sin subir los impuestos, lo que implica que no hay espacio para el robo.
Los recursos se van disponiendo, entre otros, en la Ley Hambre Cero en las Escuelas, una iniciativa del Ejecutivo para cambiar la historia por primera vez de un millón trescientos mil niños, niñas y adolescentes del país. La corrupción es sin duda el mayor obstáculo para el progreso de cualquier país y en especial de los países emergentes.
En Paraguay, y no hay que ir mucho en el tiempo para saber cómo operó la corrupción, de dónde provino y a quiénes benefició. El gobierno anterior en el período 2019-2023 es una muestra de ello. En esos años todo valía y se podía hacer porque la cabeza de la que emanaban los manotazos al erario público ocupaba la silla de López.
Acompañado de un séquito de aduladores que formaban filas para ser parte de la repartija del pastel, un pastel al cual hay que llamarlo por su nombre: el presupuesto público o lo que es lo mismo el dinero de los contribuyentes, expuesto al latrocinio de sus ocasionales administradores.
Por supuesto que existen otras calamidades sociales Sin embargo, la corrupción es como la hidra de muchas cabezas que en la mitología griega es vencido por Hércules. La hidra tiene la connotación de simbolizar el mal, un mal que destruye generaciones y países enteros.
La corrupción es el comportamiento contrario a la moral y a la ley positiva para obtener ventajas que luego terminan en la riqueza malhabida, una forma detestable y ruin de conseguir una mejor condición de vida.
Esa secuencia de conductas impropias y fuera de todo principio de legalidad constitucional como de ética, no hace más que destruir por dentro a las instituciones y a los que caen ante la tentación.
Agreguemos que la corrupción acompañada por la impunidad es aun peor. Corrupción e impunidad se convierten en un binomio difícil de separar por cuanto que ambos se necesitan mutuamente para sobrevivir. Este es el motivo por el cual los corruptos se aseguran de cooptar a algunos miembros del Poder Judicial como a los del Ministerio Público para asegurarse aquella impunidad y la continuidad del modelo implementado para beneficio de unos y en perjuicio de la mayoría.
De lo que sí y definitivamente estamos seguros es que una forma de probar el combate a la corrupción de la que tanto se menciona, está en elevar la recaudación a niveles nunca antes logrados y sin subir los impuestos porque se ha dejado de robar.